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Tribuna Libre

Reindustrializar la comarca del Besaya

PAULINO LAGUILLO GARCÍA-BÁRCENA

Miércoles, 20 de diciembre 2006, 02:28

Como es habitual, en los finales de cada año se producen balances de muchas cosas y alguno de ellos, aunque no público, de tan vital importancia que en abosoluto debieran de pasarnos desapercibidos, como es el caso del debilitamiento del tejido industrial que en nuestra región venimos padeciendo en las últimas décadas.

Inmerso quien esto escribe en una prejubilación por el fortísimo descenso de actividad de la empresa en que trabajaba, es momento de volver la vista atrás y llegar a una prodigiosa imagen de la niñez, la espectacular e inolvidable panorámica que desde las cumbres del Monte Dobra ofrecía mi valle, el Valle de Buelna, atravesado por ese accidente natural que constituye el Río Besaya, otro artificial como es el ferrocarril, y destacando también junto a ellos las altas chimeneas de una gran fábrica en la que trabajaba mi padre, lo mismo que habían hecho mis abuelos durante casi medio siglo; y que al mirar hacia el Norte otra imagen similar se mostraba ante mis ojos, la industriosa y comercial ciudad de Torrelavega.

Mi ingreso en la fábrica de Forjas de Buelna, de la entonces sociedad Nueva Montaña Quijano, SA, tuvo lugar en octubre de 1968, coincidiendo con la mayor cota de plantilla que llegó a alcanzar dicha factoría, que era de 3.872 trabajadores. La hasta entonces pujanza de la misma comenzaría pronto a invertir tal signo y tristemente esa sería ya la tendencia en su trayectoria durante mi vida laboral, finalizada recientemente. A partir de ese momento, de los cuatro dígitos que formaban el número de trabajadores de la plantilla a mi ingreso ya no aparecían los dos primeros, de forma que se habían perdido tanto los cientos como los miles de puestos de trabajo que existieron en mi empresa.

Lamentablemente esa ha sido la tónica en esta comarca de la Cuenca del Besaya durante casi cuatro décadas de mi vida en el trabajo. Reconversiones, planes de viabilidad, reajustes de plantilla, cierres por falta de competitividad, etc., sobre todo en las grandes empresas (Sniace, Trefilerías Quijano, Authi, Hilaturas de Portolín...), lo mismo que la desaparición de pequeños talleres e industria auxiliar, acarrearon durante este período un fuerte revés que dejó seriamente mermado el importante tejido industrial de esta comarca y, por su extensión y efectos, de la propia región, dado su peso específico y dinamizador en la economía de cualquier lugar.

La pérdida de varios miles de puestos de trabajo constituye un deplorable balance en esta comarca al final de mi vida laboral, no habiéndose podido ni tan siquiera mantener los que legaron las generaciones que nos precedieron. Hoy, con proyectos a la vista como un polígono industrial en Tanos-Viérnoles y otro en el Valle de Buelna, ojalá no pasen muchos años en que se comience a recuperar nuestra industria y que alguien pueda transformar esta elegía en una loa a la misma en su jubilación.

A ello contribuirá en gran medida la ansiada comunicación con la meseta que se prevé culminar para mediados del próximo año, como también la mejora y potenciación de la infraestructura de energía eléctrica para atender debidamente y en todo momento la demanda que pueda existir. Pero por encima de todo ello es de primerísima necesidad que el Gobierno de Cantabria acelere los planes industriales o actuaciones previstas para la Comarca del Besaya desde comienzos de la presente legislatura, pues sería muy de lamentar y no menos reprobable que finalice la misma sin que se puedan ver tangibles unos proyectos tan decisivos en la mejora de nuestra economía y del futuro de las próximas generaciones.

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