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O. L. BELATEGUI
Viernes, 22 de diciembre 2006, 03:01
Hay una legión de seguidores de Gomaespuma que tararea sus sintonías y repite coletillas en un lenguaje propio. Guillermo Fesser y Juan Luis Cano inventaron hace 20 años la diversión en las mañanas radiofónicas. Hoy están en las tardes de Onda Cero, y a su lado sigue Cándida. Empezó como asistenta de los padres de Fesser, y después, cuando éste se independizó, le limpiaba una vez a la semana su pisito de soltero. Cándida empezó a trabajar a los doce años. Ha fregado las escaleras del mundo, padecido un marido alcohólico y llorado la muerte de dos de sus ocho hijos. Guillermo Fesser la llama la Mary Poppins de San Blas; siempre llega volando, con el arremango de olor a lejía y un regalito: un calendario, una goma de borrar De frotar las oficinas de Gomaespuma pasó un día a hablarle al micrófono. Y brotó una mina de surrealismo. Porque Cándida, como afirma su descubridor para la radio y el cine, «puede parecer tonta, pero goza de una intuición superior a la de los ratones colorados. Sus sentencias no serán gramaticalmente correctas, pero son firmes y transparentes. Y sinceras». En su léxico, se paga la hipotenusa al banco, se aplican puntos de soltura a una herida, se muere de dobledosis 'Cándida' es la película sobre su vida que Fesser ha dirigido a partir de su libro 'Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien'. Buscó a una actriz, y al final optó porque ella se interpretara a sí misma. Material para un drama de Ken Loach y le ha salido una comedia.
Coguionista de los dos largometrajes dirigidos por su hermano Javier, 'El milagro de P. Tinto' y 'La gran aventura de Mortadelo y Filemón', Guillermo Fesser debuta como director con 'Cándida'.
-Su primer recuerdo de Cándida.
-Cuando tenía seis años mi madre la pilló por la calle y la trajo a casa a hacer chapuzas. Abrí la puerta y huí corriendo de esa señora.
-La Mary Poppins de San Blas.
-'Mary Poppins' es mi película preferida de la infancia, me gustaba que Julie Andrews apareciera con una bolsa de regalos. Cándida siempre traía un regalito, aunque fuera pocho. Cambiaba las cosas de lugar: una marquesa le daba un calendario de restaurante chino y Cándida me lo daba. Como Mary Poppins, hace pequeños milagros. Te plancha una chaqueta de maravilla y a lo mejor eso te ayuda a conseguir un trabajo. Esos pequeños milagros son los que mueven el mundo.
-¿Se ríen de ella?
-Puede parecerlo si no se conoce el objetivo: que esté a gusto y deje de fregar escaleras de rodillas, porque nunca ha tenido seguridad social ni autónomos. Gracias a la radio tiene un sueldo bueno. Habrá quien piense que nos aprovechamos de ella, como si fuera un friki. Si se ha molestado, no me lo ha dicho. Aunque alguna vez quizá no hemos estado en el tono adecuado. Sólo queremos proteger una especie en extinción, no terminar con ella.
-En los beneficios del libro fueron al 50%.
-Sí. En la película la hemos pagado como a una primera actriz. Y hemos hecho apaños: rodamos en su casa para que se sintiera a gusto. Y, claro, se la destrozamos. Como ya estaba muy estropeada de serie, en vez de pagar un decorado le hemos puesto puertas, techos nuevos
-Homenajea a la Cándidas que han hecho que hoy seamos muy modernos y europeos.
-Siguen ahí, son anónimas. Si cada una de ellas llevara una lucecita roja en la peineta contemplaríamos desde el cielo cuántas son. Siempre me ha gustado que el bueno gane en la película.
-¿No cree que ahí radica el éxito de Almodóvar, que ha sabido retratar a las Cándidas en su cine?
-Por supuesto. En la vida tienes dos posibilidades para desarrollarte: hay a quien le encantan sus raíces, explorar hacia abajo, y quiere ser torero, cantar flamenco, seguir con el horario español de cenar a las once y dormir la siesta. Y quien mira hacia afuera, le interesan las ramas y quiere irse lejos. Ninguno de los dos funciona si no hay coherencia. Tú puedes crecer lo que quieras, pero si no hay raíces el árbol se cae con el primer viento. Almodóvar ha sabido irse a Nueva York y decir sin ningún tipo de pudor: 'Soy manchego, ¿qué pasa?'. Y que no se avergüence de serlo les encanta en Nueva York. Una lección para los que creen que la modernidad es renegar de lo tuyo. 'Yo quiPro ser como los Beach Boys'. Ya. Pero es que ellos son de California, colega, y tu corazón late al ritmo de una guitarra flamenca, no eléctrica.
-¿Qué ha aprendido de ella?
-A valorar lo que tengo. No mi coche ni el perro, sino que mis padres me han dado una educación. He tenido la posibilidad de viajar a países y mirar por la ventanilla. Un día gané la final del Campeonato de España de rugby porque me pusieron allí He aprendido a preguntarme: 'Tío, con todas las oportunidades que has tenido, ¿qué coño has hecho tú?'.
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