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JORGE LUIS ROMEU
Viernes, 29 de diciembre 2006, 01:50
Hace apenas un par de semanas, se anunció el deceso del General Augusto Pinochet, que fuera Presidente-Dictador de Chile desde 1973 hasta 1980. A la sazón, se publicó un gran número de artículos sobre su vida y gobierno, y aun se hicieron varios programas de radio y TV, comparándolo con muchos otros de nuestros dictadores latinoamericanos.
Lo sorprendente y doloroso para nosotros, exiliados cubanos, fue la escasa conexión establecida entre su dictadura de 17 años, y que fue pacíficamente sucedida por un régimen pluralista, con la dictadura de Fidel Castro en Cuba, quien lleva 48 años en el poder violando toda suerte de derechos humanos, y que no ha reconocido nunca la oposición, ni interna ni externa.
¿Y que le puede importar esto a un montañes, preguntará el respetado lector? Mucho, dadas los fuertes vínculos entre Cantabria y Cuba. Muchos montañeses emigraron a Cuba como el Marqués de Comillas, personaje relevante en la historia montañesa del siglo XIX. Hoy Torrelavega está 'hermanada' con La Habana Vieja y son muchos los cántabros que viajan a Cuba por negocios o por vacacinoes. Muchos cubanos, despues de 1959, han emigrado a Cantabria, entre ellos mis parientes, a quienes amenudo visito y quienes me han dado sobrinos y yernos de esa región. Y muchas veces, desde Piquio, mirando el mar de El Sardinero, he recordado las playas de mi lejana y querida Cuba, que tal vez nunca volvere a ver.
Pues bien, en el caso del fallecimiento del General Pinochet, 'The Economist' de Londres, por ejemplo, publicó tres artículos en su último número, pero no mencionó a Cuba una sola vez. Comparó a Pinochet sólo con los otros dictadores de 'Sur America' como el General Stroessner de Paraguay, único en superarlo en longevidad de su regimen. Mas, ¿por qué no lo comparó con los dictadores de 'Latinoamerica', que habría sido mucho mas natural y menos 'selectivo'?
La respuesta es que, a menudo, la prensa hace 'diferencias' entre dictaduras, y esto nos molesta a los cubanos. Porque, decimos nosotros, con razón, si la de Pinochet es fustigada y no la de Fidel Castro, es porque existe un doble standard.
Sin embargo, ¿no pecamos igualmente los cubanos cuando enjuiciamos a los regímenes políticos 'pluralistas' latinoamericanos ¿Cuántas veces hemos oido o leído acerbas críticas a los gobiernos, libremente electos, de Michelet, en Chile, o de Lula, en Brasil, porque son de 'izquierda' o social-democratas? ¿No han llegado ellos, como Kirchner en Argentina y García en el Perú, al poder tras elecciones libres y diáfanas, con el respaldo del voto popular? ¿No respetan ellos el libre juego democrático, los derechos humanos y la prensa? ¿No representan otra tendencia legítima y útil, dentro de la democracia multi-partidista? ¿A qué, entonces, vienen estas reticencias?
La realidad es que hacemos lo mismo que criticamos. Algunos periodistas, en el fondo, buscan justificar la dictadura de Fidel Castro porque la favorecen: se ha opuesto a EEUU, ha obtenido mejoras en la educacion y salud públicas (a un costo social muy elevado) y es 'de izquierda'. Sin embargo condenan la de Pinochet porque destituyó a un presidente socialista (a un costo social muy elevado) que estaba llevando el país al caos, pero es de 'derecha'. Y nosotros muchas veces justificamos un gobierno corrupto, como fue el de Alemán en Nicaragua, porque es de 'derecha' pero condenamos (sin razón ni motivo) a otros, libremente elegidos, por ser de izquierda.
Tal ocurre aun, en algunos programas de radioemisoras que transmiten para Cuba con el objetivo de promocionar el pluralismo y la democracia multi-partidista. Algunos de los programas favorecen posiciones o gobiernos de derecha, y son críticos con los de izquierda, dando así la impresión de una falta de equilibrio y objetividad. Y esto, en vez de alentar el pluralismo, da la impresión de que este no es mas que lo mismo que existe actualmente en Cuba, solo que al revés. Los cubanos, históricamente, somos 'intransigentes', y a veces como el Senador Barry Goldwater, pensamos que esto es una 'virtud'. Intransigente fue el Presidente Estrada Palma, quien prefirió invocar la intervención de EEUU a dialogar con la oposición. Intransigentes fueron los Presidentes Menocal, Machado y Batista, en sus respectivos gobiernos, que apabullaron la oposicion y generaron revoluciones en su contra. La única excepción fue el Presidente Zayas, quien dialogó con los alzados de la Asociación de Veteranos y Patriotas, y disolvió pacíficamente una revolución en ciernes.
Intransigente por excelencia ha sido Fidel Castro, quien ahora vive sus últimos días. Tras su deceso, su sucesor y hermano menor, el General Raul Castro, tendrá en sus manos la oportunidad única de no serlo, facilitando una transición en Cuba.
¿Por qué querría Raul hacerlo? Pues, para pasar a la historia, no como otro segundón más que ha hecho, o ha obtenido siempre, lo que su hermano mayor le ha dicho, o legado. Ahora, por primera vez, tendrá la ocasión de hacer algo sin la tutela de su mentor.
Una transición tendría necesariamente que hacerse despacio, paso a paso, y desde adentro como ocurrio en España o en Chile. A la muerte de Francisco Franco, hombres de su propio gobierno (¿quiénes otros habrían podido ser?) tales como Adolfo Suarez y Manuel Fraga, trabajaron con hombres moderados de la oposicion como Felipe Gonzalez, para llevar a España a lo que es hoy: ejemplo de democracia pluralista y participativa.
No podría ser distinto en Cuba. No es posible pensar que mañana se celebrarían elecciones del tipo español en la isla, con partidos que hoy no existen ni pueden formarse en un abrir y cerrar de ojos, con dirigentes opositores que nadie conoce ni tienen experiencia. Es necesario dialogar, transigir, por ambos lados. Es necesario también que existan 'facilitadores', gobiernos neutrales y bien intencionados que sirvan de garantes y fiadores a los participantes durante estas negociaciones, y de verificadores, después.
¿Tendrá el gobierno de La Habana el talento y el valor de devolver el país al cauce de la normalidad? ¿Tendrá la oposición cubana, dentro y fuera de la isla, como tuvieron la chilena y la española en su momento, el talento de transitar conjuntamente con el gobierno, este tan difícil camino hacia el restablecimiento del proyecto nacional?
El 2007 sin duda alguna nos lo dirá.
Nota: Romeu es Director del Proyecto Juarez Lincoln Marti de Educacion Internacional (http://web.cortland.edu/matresearch ) y Research Profesor de Syracuse University, N. Y.
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