Otra vez Toño

Otro error del portero del Racing, Toño, privó al equipo de una victoria sobre el Betis y, a la vez, de la posibilidad de colocarse entre los mejores del campeonato y cerrar una primera vuelta a lo grande. Si al equipo de Portugal le costó 84 minutos taladrar la portería de Doblas, al guardameta del Racing sólo le llevó un par de ellos desandar todo lo andado. Pernía, que anda tan ocupado buscando recambios en la delantera, quizás debiera echar una ojeada a los escaparates de porteros antes de que cierren el mercado.

Justo cuando se ha visto en el trance de dar ese salto de calidad, el que va del equipo humilde al equipo revelación, el Racing ha patinado. Actitud ganadora tiene, y lo ha demostrado con una buena progresión en el campeonato; ahora parece que es aptitud lo que falta. Poco futuro tiene en Europa si hay que cruzar los dedos cada vez que un balón se acerca a la portería.

En cuanto a lo que se pudo ver sobre el campo, como suele ser habitual, los dos contendientes iniciaron el partido mostrando sus credenciales. Por parte del Betis, una indiscutible capacidad de hilar jugadas de ataque, de mover el balón con rapidez y colarse entre los defensas; por el Racing, un repertorio mucho más pobre, pero, paradójicamente, más resultón: Zigic y los pases estratosféricos a los que sólo el serbio alcanza.

Apuros

Seis o siete minutos mantuvo acoquinado el equipo de casa a los de Portugal. Los puntas, Robert y el 'traidor' Sobis, se adelantaban con mucha intención y ningún resultado a la zaga del Racing, aprovechando que esta línea de contención no pasa por sus momentos más inspirados.

Afortunadamente, el cuadro montañés tiene una receta que siempre funciona en cuanto empieza a verse superado, y es trabajar. Por cada roto, un remiendo, que se traduce en un Racing con diez defensas y que presiona al rival hasta el aburrimiento, al extremo de hacerle imposible el juego con fundamento.

Siempre Zigic

Por parte del Racing, Zigic y más Zigic. Que sí, que todo el mundo sabe que mide lo que mide y puede rematar lo inalcanzable, pero no hay quien le ponga el cascabel al gato. Cuatro ocasiones, las únicas del Racing en la primera mitad, y la última de ellas con gol anulado, volvieron a demostrar lo evidente.

Claro que esta bendición en forma de gigante tiene sus servidumbres, y la peor de todas es que el resto de compañeros se olvidan del fútbol, con lo que muchas de las actuaciones del equipo santanderino se resumen, al igual que la de ayer en Sevilla, en reventar el fútbol del rival y mandar balones al chaval. Como un boxeador empeñado en ganar el combate por K. O., el Racing se limita a buscar ese golpe certero que tumbe al adversario y deja de lado todo lo demás.

Si la primera parte se evaporó sin nada digno de recuerdo, el arranque de la segunda ya prometía otra ración de lo mismo. Y lo cierto es que hasta el minuto 84 no hubo sorpresas. Fue entonces cuando Doblas arrolló a Munitis, como siempre una pesadilla para el oponente, y el árbitro señaló un penalti con todas las de la ley. Garay, todo un especialista en estos lances, no se despeinó para marcar el 0-1.

Una pena

Lástima que sólo un minuto después, el Betis, con la colaboración de Toño, consiguiese el gol que ya se había resignado a no meter. Dispuesto a mostrar su exquisita técnica de puños, el arquero del Racing salió a lo loco a por un balón alto, y despejó lo justo para que le llegase a Xisco. Éste, desde fuera del área, lanzó un tirito suave y bien colocado que volvió a equilibrar el marcador para delirio de la afición bética, que hay que verla, y desesperación de los demás.

A partir del empate, la gente de Luis Fernández se animó y obligó al Racing a aguantar el chaparrón y esperar el pitido final.