DE RUTA POR... ANDORRA / Vino de los Pirineos

Es difícil relacionar el vino y los Pirineos, un accidente geográfico que supone algo más que una mera división entre dos países. La magnitud de sus cimas y la exhuberancia de los valles de Huesca y Lérida dan para mucho, aunque a nadie se le había ocurrido antes aprovechar el escenario para disfrutar de un placer bien conocido en ambas vertientes de la cordillera, dos sociedades, la francesa y la española, que han crecido apegadas a la producción y el consumo de los mejores caldos del planeta.

Pues bien, el pequeño país de los Pirineos, Andorra, ha decidido sumar a sus encantos el creciente fenómeno del enoturismo, una modalidad de viaje que se ampara en el consumo sabio -y moderado, por lo tanto- del vino, al tiempo que ofrece una culinaria que tira del conocimiento de sus dos grandes vecinos, influencia inevitable para los restauradores asentados en Andorra. En el Principado no hay viñedos, pero han aprendido a reunir lo mejor para incentivar un desplazamiento que, ciertamente, reúne ya muchos atractivos.

Una de las vinotecas más importantes del mundo, calificación reconocida por los mejores expertos, se encuentra de hecho oculta entre las altas cimas andorranas. L'Excellence (Andorra la Vella) constituye un lugar de peregrinación para los sibaritas, pues su cava protege añadas históricas obtenidas en las mejores denominaciones de origen de Francia y España.

Su pequeño restaurante -sólo siete mesas- ofrece un ambiente exclusivo y una cocina de alta calidad de la mano de Sergio de Meiá, que se ampara en la excelencia del mercado para fusionar tradición y modernidad. Los caldos de los países vecinos y de otros llegados de mucho más lejos, como Australia o Chile, hacen el resto.

El hotel Celler d'en Toni (Andorra la Vella) se suma a la lista con una propuesta irrechazable, pues en lo más profundo del este establecimiento descansan 4.000 referencias a la espera de un consumidor capaz de elegir la marca o la añada de su preferencia. Los canelones de Toni, el cocinero, o la ternera del país sacian el apetito que abre el viaje.

Vinos de relumbrón

La Cúpula es otro establecimiento digno de apuntar en la lista de las obligaciones pendientes en un desplamiento al diminuto país pirenaico. Las degustaciones posibles en este local llaman la atención, pues van bien combinadas con vinos de relumbrón. Un par de ejemplos: el bacalao con cama de espinacas y crema de queso de cabra emparejado con un Enate Somontano rosado, o las murgas rellenas de foie acompañadas por un Fransola de Torres.

En la localidad de Escaldes-Engodany, los restaurantes Aquarius y San Marco ofrecen cartas de vinos de primer orden. El primer establecimiento, situado en un centro termal, dispone de 500 referencias que ofrecen la opción de elegir un vino alemán, o portugués, o húngaro... sin olvidar las denominaciones vecinas históricas. Sus recetas, por otra parte, acaparan premios. El San Marco, mientras, está especializado en cocina moderna basada en los productos de alta montaña, como no puede ser menos. Su menú degustación destaca por la variedad de sabores que enseña al profano las virtudes del maridaje entre platos y vinos.

Otra bodega interesante es la de El Rusc, en la carretera de Arinsal, que destaca por la influencia de la cocina vasca y por su cuidada selección de vinos españoles y franceses. Las 350 referencias elevarán el placer que produce su ensalada de bogavante o el foie gras a la plancha con vinagreta de vainilla. Pero no sólo de restaurantes viven los aficionados a la enología, pues Andorra ha conseguido reunir algunas de las más sublimes enotecas de Europa de la mano de profesionales que han hecho de la selección, su credo. Cal Marquet o Cava Benito son algunas de las buenas alternativas para satisfacer un capricho o un regalo.