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EFE
Domingo, 8 de abril 2007, 02:52
El papel de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia Católica ha sido protagonista en los actos de celebración del Viernes Santo en Roma, presididos por el papa Benedicto XVI.
Las alusiones a las mujeres se hicieron tanto en la homilía de la Pasión del Señor, celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, como en las meditaciones del Via Crucis, que recorrió como es tradicional el Coliseo de Roma.
Miles de personas, entre católicos, peregrinos y turistas, siguieron al Papa en el Via Crucis con el que los católicos conmemoran las etapas que Jesús de Nazaret hizo desde su oración en el Huerto de los Olivos hasta el monte del Golgota, donde fue crucificado.
En cada una de las catorce estaciones que componen el Via Crucis se leyó una meditación referida a esos pasajes del calvario de Cristo. Así, por ejemplo, en la novena estación se representó el encuentro de Jesús de Nazaret con las mujeres de Jerusalén que, según monseñor Gianfranco Ravasi, autor este año de las meditaciones, significa que «numerosas madres, hijas y hermanas estuvieron en torno a Jesús, hasta su última hora».
Pero esa no fue la única referencia a las mujeres hoy, ya que el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano capuchino Raniero Cantalamessa, les dedicó toda la homilía en la Pasión del Señor. «Con cierta condescendencia masculina», los Evangelios «les llaman 'las pías mujeres'», dijo Cantalamessa, «pero son mucho más que unas 'pías mujeres', son 'Madres Coraje'».
Por ello, expresó su esperanza de que «se abra finalmente para la humanidad una era de la mujer», a la que atribuyó un papel relacionado con los sentimientos al afirmar que se trata de «una era del corazón, de la compasión». No obstante, advirtió que la mujer: «también nos puede precipitar», momento en el que criticó el feminismo. «Las mujeres para afirmar su dignidad han creído necesario, a veces, asumir comportamientos masculinos o minimizar la diferencia de sexos, reduciéndola a un producto de la cultura», dijo.
Al término del Via Crucis, Benedicto XVI, que llevó la cruz en la primera y la última estación, pronunció unas palabras en las que invitó a ver reflejado en el sufrimiento de Jesús «a todos los que sufren en el mundo».
«Es está la profunda intención de la oración del Via Crucis; la de abrir nuestro corazón, la de ayudarnos a ver con el corazón», dijo el Papa . Y añadió: «los padres de la Iglesia han considerado como el más grande pecado del mundo pagano su insensibilidad, la dureza de su corazón».
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