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EFE
Domingo, 22 de abril 2007, 05:29
Pese a que Brasil ha reducido en un 50% el ritmo de deforestación en la Amazonía, el mayor pulmón verde del planeta continúa amenazado y algunas voces alertan de que la mitad de sus bosques podrían desaparecer para el año 2050.
Según las últimas estimaciones, los casi siete millones de kilómetros cuadrados que abarca la exuberante Amazonía concentran el 60 por ciento de todas las formas de vida del planeta.
En ese área viven 60.000 especies de plantas superiores, 2,5 millones de especies de insectos, 2.000 especies de peces, 950 especies de aves y 200 de mamíferos.
También atesora cerca del veinte por ciento de las reservas de agua dulce del planeta, que también están bajo amenaza y que, según informes de las Naciones Unidas, hasta podrían ser objeto de guerras al final de este siglo.
Asimismo, amenazadas también están la cultura y los milenarios secretos medicinales de cientos de tribus indígenas originarias de esa zona.
Los ríos amazónicos sufren, en muchos tramos, fuertes niveles de contaminación por causa, entre otras cosas, del mercurio usado por mineros ilegales que se ganan la vida extrayendo oro y diversas riquezas minerales.
En el caso de los indios, habitantes primigenios de estos vastos territorios, las amenazas provienen de flancos diversos, como lo denunciaron esta semana en Brasilia sus dirigentes en el marco de unas protestas para reclamar celeridad en la demarcación de sus tierras.
Contra los laboratorios
Miembros de un centenar de etnias reiteraron sus denuncias contra los laboratorios multinacionales que se adueñan de sus conocimientos, registran las patentes y se 'apropian' así de sus medicinas y de las plantas que usan para elaborarlas.
También alzaron su voz contra los planes de desarrollo sustentable del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que, en opinión de los propios indios y de grupos ecologistas, pueden alterar aún más el ya frágil ecosistema de la región.
El Gobierno, por su parte, sostiene que el cuidado del ambiente debe ser conjugado con el desarrollo, por medio de la mejora de la calidad de vida de la sociedad aprovechado las inmensas riquezas que esconde la Amazonía .
En los últimos cuatro años, gracias a medidas reguladoras, en Brasil se ha reducido el ritmo de la deforestación en un 52%, aunque ello no ha impedido la desaparición de 26.130 kilómetros cuadrados entre 2003 y 2004, según datos oficiales.
Según un informe elaborado por científicos de la Universidad de Minas Gerais, de mantenerse el ritmo de expansión de las fronteras agrícolas y agropecuarias en Brasil, para 2050 la Amazonía puede quedar reducida a 3,2 millones de kilómetros cuadrados.
Esta situación, en opinión de grupos ecologistas, se agrava aún más con la intención del Gobierno de ampliar las siembras de caña de azúcar con la intención de producir etanol, un carburante que parece ofrecer tantas ventajas como peligros en el plano ambiental.
Si bien los cañaverales no llegarían a la Amazonía , cuyas tierras no son apropiadas para ello, se teme que desplacen a otros cultivos y provoquen un aumento de la deforestación que actualmente se combate.
En medio de los temores y las advertencias que acompañan a las alarmas encendidas por el recalentamiento del planeta, también hay iniciativas muy concretas y dirigidas a proteger el santuario verde.
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