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Internacional

SÉGOLÈNE ROYAL CANDIDATA DEL PS / La 'Zapatera'

F. ITURRIBARRÍA

Lunes, 23 de abril 2007, 04:09

A Ségolène Royal le gusta que le llamen 'Zapatera' porque ese apodo es «símbolo de victoria». La Zapatera prodigiosa, como el arquetipo de la farsa lorquiana, rompe moldes, habilita la feminidad combativa y coloca por primera vez a una mujer a las puertas del Elíseo en un país más misógino de lo que parece. Siempre ha admitido que le agrada la comparación con Rodríguez Zapatero, quien la secundó en su último mitin de Toulouse, a raíz de su elección en 2004 como presidenta de la región Poitou-Charentes.

La 'madre patria', como la ha bautizado el diario 'Libération' por su reivindicación de los símbolos nacionales, lleva media vida de unión sin matrimonio con François Hollande, primer secretario del PS, con el que ha tenido cuatro hijos. Se conocieron en la selecta Escuela Nacional de Administración, vivero de las élites francesas, donde coincidieron en la 'promoción Voltaire' con el primer ministro conservador, Dominique de Villepin.

Marie Ségolène, de 53 años, renunció a la evocación mariana del nombre de pila como signo de ruptura con la educación religiosa y tradicional de su familia. Su padre era un coronel rígido y autoritario, de pelo cepillo, monóculo y botas de montar; católico ferviente, nostálgico del imperio colonial y votante de extrema derecha con la fusta siempre a mano para imponer la disciplina castrense en el cuartel familiar. Cuando la madre desafió aquel régimen opresivo, basado en el sentido del honor y la lectura ultra de los mandamientos, y abandonó en bicicleta el hogar, Ségoleène encabezó el bando insumiso y se querelló contra su padre para obligarle a pagar una pensión alimenticia y los estudios de los ocho hijos. La cuarta por orden cronológico de la fratría nunca se reconcilió ni volvió a verle en vida. Solo accedió a asistir en 1982 a sus funerales, oficiados por un capellán castrense.

Autoritarismo paterno

La primera mujer que llama a las puertas del Elíseo siempre ha dicho que se formó en rebelión contra el autoritarismo paterno, la sumisión materna y los valores «reaccionarios» de aquel hogar. Admiradora de Juana de Arco, «herética para sus jueces, heroica para su pueblo», adoptó como padre político al difunto presidente socialista François Mitterrand, con el que guarda significativos paralelismos.

Tocados por la gracia de la seducción natural, ambos proceden de ambientes tradicionalistas, católicos y provincianos; arrebatan las riendas del PS a los caciques del aparato y encarnan esa dualidad ambigua, de apariencia revolucionaria bajo ropaje conservador, que tanto fascina en el país de la doble moral burguesa.

A su paso por los ministerios de Enseñanza Escolar, en 1997, y de Familia e Infancia, en el 2000, la conjugadora en francés del 'futuro es mujer' rompió moldes izquierdistas por sus batallas contra el tanga entre las alumnas o la pornografía en televisión. Pero también se distinguió por el acceso a la píldora del día después en los liceos, el permiso de paternidad o la prohibición de las novatadas. Son rasgos duales, acentuados durante la campaña, dejadas aquí y allá como miguitas por su desaparecido mentor para marcar la senda al Elíseo.

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