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FERNANDO LLORENTE
Martes, 24 de abril 2007, 03:54
Cuando ya el aire del desierto anuncia los rigores climáticos venideros, el cine ha llegado a los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia). Entre los días 10 y 15 de abril se ha celebrado, dirigido una vez más por Javier Corchera, el FISAHARA 07, en su cuarta edición, desarrollado en la wilaya de Dajla. Los tres anteriores tuvieron su lugar en las de Smara, Auserd y El Aaiún, respectivamente. Por unos días Dajla no ha parecido un campo de refugiados. Por unos días Dajla ha sido una ciudad con las calles de arena en fiestas. Cinco jaimas de beduinos han mostrado las artesanías y juegos tradicionales, y también los productos más esmerados de su gastronomía, esos que desde hace 31 años ocupan las páginas de libros eruditos más que las mesas familiares. En una de las jaimas, poetas saharauis, ataviados con los vistosos darráas blancos, han leído versos de la poesía tradicional, acompañados por la música que manos, tan duras como sensibles, hacían brotar de instrumentos ancestrales. Un improvisado «camellódromo» ha sido la pista en la que diez «bjaui» montando otros tantos larguiruchos y displicentes animales, compitieron para ser el vencedor.
Y el cine, que trajo consigo directores, directoras, actrices, actores, cámaras, técnicos , así como una amplia representación de los medios de comunicación y un nutrido grupo de ciudadanos españoles que les acompañó en los dos vuelos chárter que procedían de Madrid. Muchos de ellos visitaban por primera vez los campamentos de refugiados saharauis. Hablé con algunos de ellos, y todos me manifestaban, con los ojos nublados por la bruma de la con-pasión, que habían quedado «enganchados» por la hospitalidad, la generosidad, la elegancia, tanto física como moral, de los saharaui, en cuyas jaimas tuvieron la suerte de ser acogidos, donde «el visitante es huésped los tres primeros días; al cuatro día ya es hijo». Loa mismos sentimientos expresaron en el acto de clausura todos y cada uno de quienes representaban al cine español en Dajla: Rosa María Sardá, Verónica Forqué, Carmelo Gómez, Juanjo Puigcorbé, Guillermo Toledo, Silvia Abascal, Carlos Iglesias, Mª Jesús Alvarado Durante cinco días, los niños y jóvenes saharauis asistieron a los diversos talleres: de sonido, imagen, fotografía , cuyos trabajos pudieron ser contemplados y valorados en sendas exposiciones. Y cada día, a partir de las seis de la tarde se proyectaron las películas, cortos y documentales invitados al festival. Para ello en los días anteriores se había instalado una pantalla gigante al aire libre. Dos espacios cerrados, el Club Cultural -antigua mezquita- y la Sala Gacela, fueron lugares de encuentro para los espectadores, entre los que la mayor parte la componían jóvenes y mujeres saharauis, cuya belleza y elegancia no precisan de cámaras y focos. La muestra ha contado con una amplia representación del último cine español: Alatriste, Volver, Salvador, La noche de los girasoles, Invisibles, El laberinto del fauno, Masala No faltaron cortos y documentales que tienen al Sahara y a los saharauis como protagonistas. La puerta del Sahara, Hacia el mundo con tus ojos, Espera Fati!, El rumor de la arena El continente africano fue objeto de atención: Tasumo, Arlet, deuxième Paris, Dossier Brûlant
En la mañana del domingo 11 de abril, tuvo lugar el acto de clausura y entrega de premios. Un jurado no especializado, en base a encuestas entre los espectadores al finalizar las proyecciones, llegó a la conclusión de que el primer premio debería ser, y así fue, para el documental 'Hacia el mundo con tus ojos', realizado con fotografías tomadas por saharauis en el campamento de Dajla, con guión, dirección y montaje de Astrid Oster. El premio consistió en una esbelta camella blanca, cuyo destino lo decide los responsable de la película premiada. Todos los participantes invitados recibieron una rosa del desierto o rosa de arena, resistente a todas las inclemencias climáticas, como los saharauis lo son a todas las agresiones políticas y diplomáticas, aún no curadas las heridas de la guerra
Rosa María Sardá y Verónica Forqué leyeron un manifiesto poéticamente reivindicativo, que habría estado muy bien, si no fuera porque a quien rigen el mundo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y a los gobiernos occidentales, que administran sus intereses y vicios, la poesía les produce risa. En la tarde del domingo 11 de abril, todos cuantos vinieron regresaron a España. Dajla, esa mañana, volvía a parecer lo que es desde hace 31 años: un campo de refugiados saharauis. El cine no los va a sacar de aquí ni les va a devolver lo que es suyo. Pero sí ha contribuido una vez más a que no nos olvidemos de un pueblo, con el que se acerca a él no puede evitar sentirse agradecido y en deuda.
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