Inauguraciones

«Hemos entrado en el tiempo de los paseos por las obras» asegura en un correo Miguel Peral. «Parece que en época electoral la vergüenza ajena desaparece de los diccionarios políticos y a los votantes se les considera gente incapaz de discernir entre un acto justificado y un anuncio fraudulento. Vemos así como se inauguran edificios sin luz, infraestructuras que no han sido probabas, parques no terminados, calles aún sin limpiar como si los destinatarios de esas dotaciones no supieran ver más allá de sus narices. Como chiquillos con un juguete nuevo, los políticos de todos los colores se calzan cascos y chalecos reflectantes y pasean por edificios casi vacíos..., y luego dan de comer a los votantes. Es una manera tan antigua de hacer política que movería a risa si no diera pena. Y en Cantabria todos son culpables por igual y nadie levantará la voz en contra de este proceder, porque todos lo harán en su parcela de poder tarde o temprano. Y lo peor es que los debates sobre lo que realmente importa, sobre lo que debe hacerse en el futuro, sobre las prioridades en el gasto del presupuesto, sobre las infraestructuras a abordar, los debates realmente importantes no parecen importar a nadie».