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ERNESTO SARDINA
Lunes, 14 de mayo 2007, 10:18
¿A qué hecho o hechos responde la construcción de las iglesias rupestres de Valderredible? ¿Qué vinculación tiene San Millán con estos santuarios excavados en la roca? ¿Qué cuentan las fuentes al respecto?... Estas y otras interrogantes son las que se plantea el profesor de la Universidad de Tennessee, Gregory Kaplan, en su libro 'El culto a San Millán en Valderredible, Cantabria: Las iglesias rupestres y la formación del Camino de Santiago', una obra que ha sido publicada por la Consejería de Cultura del Gobierno regional y que será presentada en los próximos días, según adelantó recientemente Francisco Javier López Marcano.
A través de 242 páginas, ilustradas con fotografías y algunos dibujos, el autor, experto en filología y literatura extranjera, desarrolla y defiende la presencia del ermitaño Emiliano, San Millán, en el valle de Valderredible a mediados del siglo IV. Además, vincula la proliferación de las iglesias rupestres de la zona (Arroyuelos, Cadalso, Campo de Ebro, Santa María de Valverde, Villaescusa de Ebro y San Miguel de las Presillas) a su presencia y, tras su muerte en alguno de estos santuarios, a su culto. Una devoción por sus restos mortales y reliquias que, según plantea el autor, focalizó entorno a la cabecera alta del río Ebro una de las primeras rutas de peregrinación del cristianismo primitivo en España, la 'Ruta Románica', que posteriormente pasaría a formar parte de la 'Ruta Norte o del Cantábrico' del 'Camino de Santiago', cuyo origen se remonta al siglo IX con la aparición, en Compostela, de la tumba del apóstol.
El trabajo del profesor Kaplan relaciona este espacio cronológico de la segunda mitad del siglo VI, el momento inicial de las peregrinaciones a Valderredible, con el proceso de cristianización del reino visigodo encarnado por Recaredo y su abjura del arrianismo en el III Concilio de Toledo celebrado en el 589 d. C. La concreción de esta conversión y el posterior desarrollo legal y cultural se exterioriza también a través de símbolos arquitectónicos como la división del ábside y la nave central de los lugares de culto mediante el arco de herradura, un elemento arquitectónico propio de esta época, que se diferencia en sus medidas del islámico posterior y que está presente en las iglesias rupestres de Valderredible.
Fuentes encontradas
La vida de San Millán, un ermitaño cuya muerte coincidió con la conquista visigoda de Cantabria, es por primera vez reconocida en 'Vida de San Millán', una obra hagiográfica escrita por San Braulio de Zaragoza setenta años después de la muerte del ermitaño. En ella se revela un vínculo geográfico entre Millán y dos regiones, la del actual monasterio riojano de Cogolla y Valderredible. Tras una estancia en esta zona riojana, Millán -según relata la hagiografía y explica Kaplan- huye a una cueva u oratorio, donde recibe visitas de gente que busca curas milagrosas. La ubicación de esta estancia, en la que vivió 30 años hasta su muerte, la relaciona San Braulio con el sur de Cantabria y ofrece pruebas de su culto hasta mediados del siglo VII.
Varios siglos más tarde, el clérigo y poeta Gonzalo de Berceo escribió la obra 'Vida de San Millán de la Cogolla', en la que modifica la historia brauliana e incorpora, «para fortalecer el enlace entre Millán y el cenobio de Cogolla y la prosperidad económica del monasterio», una tradición sólo existente desde el siglo X, por la cual el oratorio de Millán se encontraría en Cogolla.
Estos datos y la confirmación de que los restos de San Millán y sus reliquias no se documentan en Cogolla hasta comienzos del siglo X llevan al autor a albergar aún más certezas sobre la vinculación entre San Millán, las iglesias rupestres de Valderredible y el inicio de peregrinaciones en el contexto de cristiandad primitiva.
Preguntado por EL DIARIO MONTAÑÉS, el autor no descarta trasladar el origen del castellano a esta zona del alto Ebro y a unos siglos más tempranos a la aparición de los primeros documentos escritos en las conocidas como glosas emilianenses.
Esos manuscritos, explica Ka-plan, son de principios del siglo IX, cuando se fundó el monasterio de Cogolla a base del traslado de los restos de Millán. Las iglesias rupestres de Valderredible habían formado ya un foco de peregrinaje tres siglos antes, y es de suponer que la lengua que se hablaba allí entre el año 650 y principios del siglo X (más o menos el año 930) era ya el castellano primitivo. «Lo teorizo porque sabemos por los llamados juramentos de Estrasburgo (Francia) que el francés ya se hablaba a principios del siglo IX, y es de suponer que en Valderredible, que era un foco relevante de peregrinaje entonces (antes de que naciera el monasterio de la Cogolla), se hubiera hablado el castellano primitivo», argumenta este experto en literatura y filología.
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