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SECTOR AGRARIO

Agroenergéticos sobre ruedas

JUAN CALZADA

Domingo, 20 de mayo 2007, 02:54

La pasada semana la empresa francesa de automoción Renault, anunció la motorización de dos de sus vehículos más populares, el Clio y el Megane, con motores adaptados para el uso de bioetanol. Un dato más que contribuye al optimismo de muchos agricultores, que tienen que reconvertir sus explotaciones. Por ello, la producción de biocarburante en la Unión Europea (UE) se ha planteado como una opción esperanzadora para una parte importante del sector agrario. En la actualidad la superficie agraria útil de la Europa de los veinticinco es de 103 millones de hectáreas. En la UE de los 15 se necesitan entre 15 y 18 millones de hectáreas de cultivos energéticos para ser autosuficientes. De esta forma se produciría en nuestro territorio el biocarburante necesario para cubrir el 10 por ciento de la demanda de combustibles, que es el objetivo planteado por la UE para 2020. La producción sería rentable gracias a una ayuda de 45 euros por hectárea que concede la Comisión, pero con un tope máximo de 1,5 millones de hectáreas. Una buena opción, para unos pocos, si se mantiene la producción por debajo de la superficie máxima garantizada. El resto se obtendría de importaciones de Estados terceros, muchos de ellos con acuerdos preferenciales que les permiten exportar a la UE cultivos energéticos sin arancel. La Comisión es consciente de esta debilidad, por lo que estudia aumentar la superficie garantizada e incrementar la variedad y mezcla de aceites autorizados.

No obstante y con toda la cautela que requiere la valoración de una política neonata, ésta debe ser una buena alternativa. Al principio los productores serán beneficiarios del total de la ayuda, además de estar cubiertos por un contrato tipo homologado, imprescindible para poder obtenerla. Por otro lado, se puede cultivar en tierras retiradas de la producción, por lo que pueden acumular las dos ayudas y volver a producir; un efecto secundario no deseado. En definitiva, a corto plazo, el sector agrario debe aprovechar su situación preferente, posicionarse en el mercado y rentabilizar estas producciones emergentes. A medio plazo habrá que esperar la respuesta del mercado. Si ésta se ajusta a los objetivos de consumo de la UE, comportaría un incremento de la oferta y, como consecuencia directa, un prorrateo de la ayuda con la consiguiente reducción de los márgenes. En cualquier caso, la Comisión dispone de tiempo para ajustar la Estrategia Europea de Biocombustibles de febrero de 2006, y retroalimentar las medidas adoptadas. A largo plazo, no hay que olvidar que se trata de producciones subsidiadas que pueden ser susceptibles de discusión en las organizaciones internacionales que velan por el libre comercio. No obstante, la necesidad de autoabastecimiento energético, igual que debería suceder en el caso de la alimentación, son razones suficientes para mantener y reforzar esta importante alternativa de la política agraria europea.

Mientras tanto, esta situación contenta al sector cerealista, que amplia la demanda, pero preocupa al sector ganadero, que padece una importante subida del precio de los piensos.

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