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N. BOLADO
Lunes, 21 de mayo 2007, 10:06
El recital que Ainhoa Arteta ofreció el pasado jueves en Torrelavega, además de innegable éxito artístico (regaló media hora de bises a un público entregado y admirado) tuvo, al menos, tres aspectos que no llegaron a los espectadores. La soprano guipuzcoana desgranó un repertorio clásico y popular consiguiendo en cada interpretación el aplauso esperado de los asistentes al concierto. Llegada la última interpretación prevista, con la que, en teoría, debía cerrar el programa, salió a escena y se dirigió al público. Explicó que en toda su vida, a lo largo de su carrera artística, en la que con recitales y óperas ha pisado con escenarios más importantes del mundo (Nueva York, Londres, París...), en Torrelavega, había sido la primera vez que no había sonado un teléfono móvil: «Desde que se inició la era de los móviles», explicó al público, «nunca me había ocurrido lo que ha pasado hoy en Torrelavega, que a lo largo de todo el recital no haya escuchado la llamada de un teléfono móvil. De hecho», añadió, «se les acababa de decir a los tramoyistas que si terminaba el recital sin oirlo, saldría de nuevo y les dedicaría con todo el corazón una canción.» Y así lo hizo, no una, sino cuatro. Al término del recital, ya entre bambalinas, cuando fue saludada por el consejero de Cultura, Javier López Marcano, reiteró este hecho y dijo que «precisamente las interrupciones de los móviles las he estado denunciando hace bien poco en una entrevista que me hicieron.» Otro detalle, que quedó sin conocer el público, fue que en esta misma conversación informal, al término del recital, Arteta dijo haberse quedado sorprendida por la acústica que el Teatro Concha Espina tiene para la lírica (con su presencia se estrenó la concha), hecho que ratificó el director del Palacio de Festivales, Juan Calzada, presente en el espectáculo.
También, en el capítulo de anécdotas, Ainhoa Arteta contó, fuera del escenario, que había comido los hojaldres de Torrelavega, polkas y almendrados (con los que Luis Herreros suele agasajar a los artistas que visitan el teatro) «y os aseguro», dijo, «que hacía mucho que no probaba algo tan delicioso.» Y después de que durante muchos minutos el público, puesto en pié, aplaudiera su actuación, ya cerrando los bises, Arteta explicó al público que iba a interpretar la canción 'Alfonsina y el mar', compuesta por los argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, en homenaje a la poetisa de la misma nacionalidad, Alfonsina Storni, que se suicidó en 1938, internándose en el mar de la playa de Mar del Plata. Explicó que ella, cuando era aún una chiquilla, la cantaba con su guitarra y que tenía un hondo sentido para ella. Dijo que se la dedicaba a todas las personas que luchaban contra la enfermedad del cáncer, «que se puede curar, hay que luchar para vivir», e interpretó con su magnifica voz la canción y muchos pañuelos tuvieron que detener las lágrimas que recorrían bastantes rostros.
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