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EMILIO PRESEDO REY
Sábado, 26 de mayo 2007, 03:22
Charcot (1887) dio una de las descripciones más expresivas: "Al cabo de cierto tiempo se quiere hablar y no se puede ya, no se sabe ya. Se experimenta afasia con sustitución de palabras, se dice Monsieur por Madame, sin embargo la inteligencia está conservada poco más o menos. Añadiré que algunos enfermos sufren ceguera verbal, son incapaces de comprender el valor de las palabras escritas, son agráficos, sabiendo trazar caracteres quizás, pero no sabiendo ya formular su pensamiento por la escritura. Y a un cierto grado, y que se puede reconocer por un análisis más delicado, llega a la sordera verbal. No son sordos, oyen muy bien las palabras, pero no las comprenden ya». Y Charcot concluye de forma magistral: "Es decir, que todos los elementos de la palabra se encuentran afectados a causa de esta migraña oftálmica, que yo llamo acompañada».
En mis primeros ataques de migraña tenía incapacidad de pronunciar palabras. Decía una retahila de sonidos incomprensibles "kjdfgtpmr", y no me podía parar. Esto sucedía durante unos minutos. Algunos autores, como Bruyn (1968), califican a esto de disartria, pero el psiquiatra Santo Domingo (com.pers.1987) lo considera afasia, lo que demuestra, como dicen Bücking-Baumgartner (1974) la dificultad de determinar el tipo de alteraciones del lenguaje que se produce en la migraña.
El 3 de junio de 1987, sobre las 14h30, me encontraba hablando en alta voz cuando de repente tuve la sensación de haber perdido el uso de la palabra. A continuación seguí hablando pero no decía más que palabras sin sentido, o al menos que a mí me parecían sin sentido. No se trataba de la retahila a la que me he referido antes sino de palabras individualizadas y separadas, pero que para mi no significaban nada. Poco después tuve la sensación de haber regresado al nivel de un deficiente mental o un niño pequeño. También tuve la sensación de haber perdido todo el vocabulario. Quizás la misma ideación o pensamiento estuvieran afectados pues tuve dificultad posteriormente para reconstruir totalmente lo que había pasado. Si Sacks, siguiendo a Pribram, incluye junto al "escotoma visual" el "escotoma de acción", ésto podría denominarse "escotoma del pensamiento o de la palabra".
En ese día estaba en la casa también mi padre. Me dirigí a la cocina para decirle que no podía hablar, pero no conseguí decir nada y mi padre no se dio cuenta de nada, porque le habían enseñado los médicos del lugar que la migraña es un dolor en la cabeza grande y no que en la migraña se pierde el habla. Haciendo un gran esfuerzo conseguí articular estas palabras: "...migraña... tengo...". Pero mi padre tampoco se dio por enterado. Volví otra vez a mi cuarto y por el camino seguía diciendo palabras sin sentido. Una vez en mi cuarto traté de escribir lo que no había podido decir a mi padre. Pero cual sería mi sorpresa al comprobar que tenía dificultades para escribir, para pasar el pensamiento a escritura. Así que escribí: "No puedo hablar bien hablar". Me di cuenta que lo había escrito mal y taché el segundo "hablar". Pocos instantes después desaparecieron las alteraciones del habla y aparecieron parestesias y el escotoma centelleante. ¿Era simplemente un nuevo ataque de migraña!
El neurólogo americano Dreifuss (1961) presenta otro caso de afasia en un poeta políglota aquejado de migraña. El caso es muy interesante y está ampliamente expuesto, pero no lo podemos exponer aquí por falta de espacio. Schob (1916) analizó detalladamente un caso de "migraña grave" en el que las alteraciones del lenguaje eran notables. Pick (1894) reproduce otro caso interesante, el de un médico de 27 años. Jelliffe (1906) recoge algunos ataques de afasia.
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