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JOSÉ LUIS PÉREZ
Sábado, 16 de junio 2007, 03:06
El pasado domingo un informe publicado en este mismo periódico alertaba de la falta de transparencia sobre los trabajos realizados en el último quinquenio en Altamira. La reacción del Ministerio de Cultura no se hizo esperar y el miércoles día 13 hacían pública la firma de un «convenio para estudiar el estado de conservación de la cueva de Altamira» del que ya se había informado en el reportaje del día 11.
La falta de información sobre los trabajos que se están o han ejecutando en la cueva de Altamira para conocer el grado de conservación de la misma y las condiciones medioambientales que pueden afectar a las pinturas paleolíticas permite deducir que éstos no se han desarrollado en todos este tiempo de modo satisfactorio.
A ello se suma ahora el hecho de que dentro de la cueva original responsables del Centro de Investigación y Museo de Altamira que dirige José Antonio Lasheras han realizados actuaciones arqueológicas sin la preceptiva autorización de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria.
Según se ha publicado en el Homenaje a Jesús Altuna, en el número 57/3 de la revista científica Munibe, que edita la Sociedad Aranzadi de San Sebastián, en el año 2004 se realizó una «rápida y muy limitada actuación» en la cueva de Altamira aprovechando «una parada técnica de los equipos de medición y control medioambiental». La misma, que duró «dos días», consistió «en la limpieza del corte resultante de las excavaciones de 1981» que desarrollaron en la cavidad los arqueólogos Joaquín González Echegaray y Leslie Freeman.
Según publican el propio Lasheras, junto a un grupo de colaboradores (E. Muñoz, C. de las Heras, R. Montes, P. Rasines y P. Fatás) en un artículo titulado «El proyecto científico 'Los tiempos de Altamira': primeros resultados», el objeto de esta intervención arqueológica era «muestrear el mismo [corte] para el análisis sedimentológico y paleobotánico». Igualmente, reconocen que «se obtuvieron pequeñas muestras de hueso para su datación radiocarbónica».
Patrimonio de Cantabria
Desde el descubrimiento de las pinturas paleolíticas en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola, Altamira ha sido un icono del arte universal y la principal referencia del patrimonio arqueológico de Cantabria.
La Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria de 1998 que plasmó en un texto legal las transferencias asumidas por la comunidad autónoma a comienzos de los años ochenta en materia de patrimonio y sustituyó a la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, contempla que yacimientos arqueológicos como Altamira forman parte del mismo, independientemente de quien gestione la cueva original y el museo. Asimismo, estipula que cualquier tipo de actuación arqueológica o paleontológica que tenga como finalidad descubrir, documentar o investigar restos arqueológicos o paleontológicos será otorgada por la Consejería de Cultura, oído el Ayuntamiento interesado.
Igualmente, la citada Ley considera «ilícita» cualquier actuación arqueológica que se realice sin el permiso expreso de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, estipulando que «sus responsables serán sancionados conforme a los dispuesto en la Ley y en el Código Penal».
Sin información
Aunque José Antonio Lasheras, director de Altamira, forma parte de la Comisión Técnica de Patrimonio Arqueológico de la Consejería de Cultura, en este departamento que ha dirigido el regionalista Francisco Javier López Marcano en los últimos cuatro años no constan ni informes sobre los estudios realizados para conocer el estado de conservación de la cueva ni peticiones para realizar actuaciones arqueológicas dentro de la gruta.
En la Consejería de Cultura, por el contrario, si se han tramitado por parte de los responsables de Altamira los permisos para realizar actuaciones en otras cavidades del entorno, como son Cualventi, El Linar y Las Aguas, que forman parte del proyecto de investigación 'Los Tiempos de Altamira'.
Precisamente el director de Altamira, José Antonio Lasheras, y el consejero, López Marcano, comparecieron en diciembre de 2004 en rueda de prensa para presentar los hallazgos de los equipos de investigadores de dicho museo en dos cuevas del entorno de Altamira: Cualventi y El Linar. Así, se mostraron buriles, percutores y un fragmento de omóplato grabado con un caballo de entre 14.000 y 18.000 años de antigüedad (correspondientes a los periodos Magdaleniense y Solutrense) en una campaña de excavaciones destinada a recopilar datos sobre cómo era la vida de los hombres que pintaron los famosos bisontes de Santillana del Mar. Nada se comentó entonces de que también ese mismo equipo hubiese realizado una actuación arqueológica en Altamira.
Un coto privado
Tradicionalmente en la Consejería de Cultura se ha dado por implícito que «todo lo relacionado» con Altamira era «cosa» del Ministerio de Cultura, organismo del que dependen los museos nacionales como éste.
En círculos universitarios se entiende que Altamira es un «coto privado» de Lasheras y del propio Ministerio, ya que con la supresión del Patronato al constituirse el Consorcio que gestionó las obras de la neocueva y del museo que se inauguró en 2001, se marginó de cualquier tipo de decisión a una serie de expertos e instituciones que formaban parte de este organismo.
Esta situación ha dado lugar a una «permisividad» total con todo lo relacionado con Altamira desde la Consejería de Cultura que extraña con la meticulosidad que impera en cualquier procedimiento administrativo a la hora de conceder permisos para llevar a cabo actuaciones arqueológicas en cualquier ámbito de la comunidad autónoma de Cantabria.
Gestión y transferencia
Mientras en otras regiones españolas la gestión de este tipo de museos nacionales es compartida (Estado-Autonomía), en el caso de Altamira la situación es diferente. El Ayuntamiento de Santillana cedió la gestión de la cueva, que es de su propiedad, al Ministerio de Cultura a cambio del denominado 'censo reservativo', equivalente al cincuenta por ciento de los ingresos.
Con este panorama, a pesar de que las transferencias de Cultura a la comunidad de Cantabria son plenas desde la época en que fue consejero del área el catedrático de Historia Antigua de la UC Ramón Teja, el Gobierno regional nunca ha mostrado un especial interés por la gestión del conjunto arqueológico de Altamira, hasta el punto de que el debate sobre la posible transferencia del mismo parece que está en 'vía muerta'; únicamente en periodos de campaña electoral el tema aflora tímidamente, como cuando el consejero López Marcano afirmó el pasado mes de diciembre en la apertura del III Congreso Regional de Turismo que pedirá al Gobierno de la nación que Cantabria pueda gestionar la cueva de Altamira «porque estamos preparados para ello. Queremos ser soberanos en su gestión y lo reclamaremos con un proyecto serio», dijo, sin adelantar fechas.
Nuevos trabajos
Además de los trabajos ya publicados de 2004, existen informaciones entre algunos arqueólogos de la región de que en los siguientes años se han seguido realizando más actuaciones arqueológicas en la cueva. Incluso, al parecer, hay un proyecto para desarrollar este mismo verano una campaña de excavación arqueológica en la boca de la cueva de Altamira.
Del tema, al parecer tampoco nada se sabe en Cultura, ya que este año no ha sido publicada hasta la fecha la convocatoria para solicitar los permisos de actuaciones arqueológicas. Únicamente dos, en La Garma (Omoño) y en la cueva del Mirón (Ramales) pueden continuar las investigaciones gracias al programa plurianual firmado con la Universidad de Cantabria.
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