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SARA TORRE
SUANCES.
Martes, 22 de mayo 2018, 07:08
La última vecina del edificio número 3 del Paseo de la Marina Española, de Suances, abandonará el jueves el que ha sido su domicilio desde hace diez años. Y se irá sin saber si volverá.
El administrador de la comunidad colocó ayer un escrito en el portal en el que se indicaba que a partir de ese momento sólo estaría permitido el acceso «al personal autorizado», lo que alertó a Mercedes Vicente, que estaba esperando una vivienda por mediación de Emergencia Habitacional, pero se le había indicado que estaba a expensas de instalar la luz y el agua, lo que se haría para mediados de semana.
Según relata la mujer, cuando vio el aviso llamó al administrador, quien le comunicó que, efectivamente, debía abandonar el edificio voluntariamente o de lo contrario la sacaría la Guardia Civil. «Porque el resto de vecinos, que ya se han ido, están pagando un alquiler y si yo sigo aquí, ralentizo los trabajos y les perjudico», explicó la vecina, que añadió que también el arquitecto le había comunicado el riesgo que corría si permanecía más tiempo en el edificio.
Mercedes reiteró que nunca ha opuesto resistencia al desalojo, pero que no tiene adónde ir hasta que no se le conceda la citada vivienda. Con la intención de encontrar una solución a su complicada situación, se dirigió al alcalde, Andrés Ruiz Moya, que realizó diversas gestiones con Emergencia Habitacional. Finamente, desde este organismo le garantizaron que será mañana cuando pueda entrar a vivir en la casa, ubicada en Arenas de Iguña, por la que deberá pagar un porcentaje de lo que cobra, aunque no está segura de poderlo asumir.
Sobre el aviso pegado en el portal, Ruiz Moya explicó que se trata de un comunicado a nivel interno pero que la vecina no tiene la obligación de marcharse hasta que el Ayuntamiento dé la orden y para ello, el administrador tendría que presentar el escrito en el Consistorio previamente pidiendo el desalojo del inmueble.
El alcalde aconsejó a la mujer que por su parte haga un escrito para trasladar al administrador «que está pendiente de que Emergencia Habitacional le conceda la vivienda», algo que ya le había comunicado verbalmente pero «las palabras se las lleva el viento y lo escrito se lee», reiteró el regidor.
Para hacer la mudanza, la vecina contará con una ayuda de primera necesidad concedida por los Servicios Sociales, que servirá para pagar a Reto, quien se encargará de desmontar y trasladar los muebles, así como transportar el resto de pertenencias. «Les llamé y me dieron un presupuesto mínimo, de 350 euros, pero yo no me lo podría permitir», explica la mujer.
Mañana mismo se realizará el traslado de todas las pertenencias al que será el nuevo hogar de Mercedes, que tiene dudas de si una vez finalicen las obras podrá volver a la vivienda de Suances, ya que cuando entró a vivir partía de una deuda de 4.000 euros que se ha ido incrementando derrama tras derrama y a la que habrá que sumar también esta última, que se prevé cuantiosa. Recibió el piso en herencia junto a sus hermanos, lo cuales, según explica, «no se volvieron a hacer cargo». Sus ingresos mensuales son bajos: una pensión no contributiva de 368 euros.
Una vez abandone Mercedes su piso, ya sólo quedará en el edificio el bar El Ancla, cuyos responsables aguantan con sus puertas abiertas atendiendo a los clientes habituales y pretenden seguir haciéndolo mientras no haya una orden judicial que lo impida. Han solicitado verbalmente a los encargados de la obra que «si tienen que hacer algo» en el local que regentan «lo hagan cuanto antes y no en pleno verano», cuando se prevé que habrá mucha más gente a la que atender. También esperan que no se coloquen andamios justo delante del local para que los clientes puedan seguir disfrutando de la terraza, por la que los responsables pagan al Ayuntamiento.
Habrá que esperar a los próximos días para saber cómo evolucionan los trabajos. Los responsables de la obra informaron a los vecinos en una reunión de que se calcula que tardarán algo más de un año en terminar. Mientras tanto, han tenido que buscar otro lugar en el que vivir y un lugar para guardar los muebles. En total, en el edificio hay 30 viviendas, de las cuales siete están ocupadas todo el año y el resto son segundas residencias, cuyos propietarios también han tenido que retirar sus pertenencias.
Aunque en un primer momento, se metió en el mismo bombo al bloque número 1, y de hecho se pensaba que presentaba peor situación que éste, finalmente, se decidió que ahí los trabajos se podían realizar sin necesidad de desalojar.
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Ana del Castillo
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