La costa de nuestra región ha sufrido en las últimas décadas una fuerte transformación, con numerosas construcciones que han alterado algunos de nuestros paisajes de mayor interés. Este deterioro, que afecta prácticamente a toda la franja costera, ha sido provocado básicamente por la falta de ... previsión para ordenar los crecimientos turísticos. La falta de ordenación ha generado una arbitraria diseminación. Este proceso ha sido ralentizado con la aprobación de la Ley de Costas de 1988, modificada en el 2013, el Reglamento de la Ley de Costas de 1989, y especialmente con el Plan de Ordenación del Litoral, de ámbito regional, aprobado en el 2004.
Existe en los últimos una nueva sensibilidad de protección de la costa, apoyada en la legislación, que confío sirva para preservar nuestro litoral, que a pesar de las alteraciones comentadas y de algún punto negro concreto, sigue siendo hermosísimo, con un equilibrio entre el medio natural y las construcciones del hombre a lo largo de siglos, con playas únicas, acantilados singulares, bellas desembocaduras de ríos, antiguas edificaciones de actividades pesqueras, portuarias, defensivas, religiosas..., como molinos, faros, muelles, torres y fuertes, capillas e iglesias… y las villas marineras, que pautan la línea de costa.
Esta nueva concienciación social y una normativa más proteccionista han generado movimientos para conseguir el derribo de algunos edificios que alteran profundamente la costa. El caso más conocido, lejos de la región, es el del hotel de la playa del Algarrobico, próximo a Carboneras en Almería, todavía pendiente de demolición.
Una sociedad sensibilizada y formada, con el amparo de la ley, puede y debe decidir qué edificaciones deben ser derribadas porque supongan un grave atentado contra el medio en que se construyeron, conociendo el coste económico que implica.
Creo que no es este el caso del hotel balneario Miramar de Castro Urdiales, a pesar de su singular emplazamiento, en la misma playa de Brazomar, ocupando parte del arenal. El edificio fue proyectado por el ingeniero José Antonio Aguilar en los años treinta del siglo pasado y concluido en los años cuarenta por el arquitecto Javier González de Riancho, con una cuidada implantación con la planta baja porticada, una ordenada y atractiva volumetría, simétrica y escalonada, resaltada por el color blanco de las fachadas, y un lenguaje de aire moderno, sufriendo posteriormente diversas reformas, que han alterado su presencia, su forma y sus espacios.
La aparente arbitraria localización del hotel en ese lugar está motivada por su propio carácter programático, vinculado a una cultura de la playa, la salud y el balneario que desde mediados del siglo XIX tuvo una notable importancia en la cornisa cantábrica. A partir de los años veinte, cuando se desarrolla la arquitectura moderna, que asumió como principio las corrientes higienistas y tomó como referencia la ingeniería naval, se construyeron diversos edificios dotacionales, en contacto con el mar, como el Club Náutico de San Sebastián o los más próximos edificios del Club Marítimo de Santander y Club Náutico de Castro Urdiales.
El hotel balneario Miramar, una buena muestra de la superposición de estas dos culturas o corrientes, la del balneario de playa y la de la arquitectura moderna, forma parte del patrimonio cultural de la región, que tan pocos ejemplos tiene tanto de balneario de costa como de las arquitecturas próximas al Movimiento Moderno. Su emplazamiento no debe entenderse como un problema sino como una virtud, vinculada a su esencia funcional. Su estado actual, con las fuertes transformaciones realizadas en las diversas reformas, es reversible.
La demolición del hotel balneario Miramar en Castro Urdiales sería una notable pérdida para nuestro patrimonio. Sería deseable que las diversas administraciones hiciesen los esfuerzos oportunos para que el edificio sea conservado, restaurado y rehabilitado, recuperando los valores del proyecto inicial, para destinarlo a usos mayoritariamente dotacionales. Miramar no es nuestro Algarrobico. No es esto lo que hay que derribar.
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