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El gran corrimiento de tierra -de hasta 50 metros- que obligó el pasado día 21 a cortar completamente al tráfico la variante de Santillana del Mar, en la carretera CA-137 -entre el cementerio y la entrada al pueblo de Arroyo-, no estará reparado del todo hasta mediados de abril. Pero los trabajos de limpieza de la zona, que comenzaron el pasado viernes y que han permitido retirar más de 4.000 metros cúbicos de tierra y rocas, podrían ayudar a que la vía se abra a la circulación mucho antes: «Tan pronto como se garantice la seguridad en la zona», han advertido hoy fuentes de la Consejería de Obras Públicas, que confían en que el desprendimiento se estabilice en unos días si no regresan las lluvias torrenciales.
Las obras de estabilización del terreno iniciarán su tramitación mañana, miércoles, para adjudicar esta actuación por procedimiento de urgencia. Un proceso que dilatará los plazos de inicio de los trabajos al menos 20 días.
Dado que el desprendimiento es de rocas y de tierra, la solución por la que ha optado Obras Públicas incluye dos técnicas. Una, bulonar, es decir, emplear bulones para adherir las rocas y reforzarlas; y otra, de hidrosembrado, para insertar semillas y fertilizarlas, de modo que las plantas sujeten el terreno y éste no se desplace.
Entre tanto, la zona cuenta ya con las señalizaciones pertinentes de los desvíos para ayudar a los vecinos de la zona a encontrar alternativas para llegar a sus destinos.
El argayo se produjo el pasado miércoles 21 de febrero como consecuencia de las lluvias torrenciales. La incertidumbre ante el posible avance del desprendimiento llevó a tomar la decisión de cerrar la carretera mientras se realizaba un estudio geotécnico para evaluar la dimensión del deslizamiento, que ha dado como resultado la solución de las dos técnicas citadas.
La empresa Excavaciones Palomera empezó el pasado viernes a mover la tierra que estorbaba para poder estudiar la situación en profundidad. Hasta el lugar se desplazó el consejero de Obras Públicas, José María Mazón, acompañado del director general del área, José Luis Gochicoa, y otros técnicos del Gobierno regional, quienes comprobaron el estado en que se encuentra la zona.
El caso recuerda al argayo ocurrido el año pasado en el pueblo de Arroyo, que dejó prácticamente aislado al pueblo, cuyos vecinos tenían que dar una gran vuelta para salir de su casa o volver a ella. Precisamente aquí también se tuvo que concretar la peligrosidad del corrimiento antes de proceder a una limpieza y, finalmente, se decidió construir una escollera que evitó que siguiera cayendo tierra, ya que, además, no era la primera vez que había desprendimientos y el anterior se había saldado con la rotura del depósito de agua, ubicado en dicho punto.
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