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Dos hombres asaltaron ayer a un vecino de Liencres (Piélagos) cuando salía en coche de la urbanización en la que vive cerca de Somocuevas. Le rociaron la cara con una sustancia que le cegó y, al parecer, intentaron «retenerle». Sin embargo su rápida ... y enérgica reacción y los gritos que alertaron a los vecinos abortaron este intento de robo o de secuestro y la propia víctima logró inmovilizar a uno de los presuntos asaltantes, un hombre de más de setenta años de edad, mientras su compañero de fechoría, mucho más joven, lograba huir. La Guardia Civil detuvo al hombre que fue retenido por la víctima.
Este viernes se ha confirmado que el incidente se está tramitando como un presunto delito de detención ilegal. De momento, solo sigue detenido el asaltante de más edad -ronda los 72 años-, que es de nacionalidad española y natural de Asturias-. La investigación sigue abierta «por si pudiera haber más personas implicadas», ha dicho la Guardia Civil.
Testigos de los hechos han señalado que escucharon los «gritos» de la víctima y vieron cómo trataba de zafarse mientras los asaltantes hacían el ademán de meterlo en un coche, por lo que se sospecha si pudo tratarse de un intento de secuestro. Un extremo que la investigación aún no ha podido esclarecer. La Guardia Civil está indagando sobre las posibles «motivaciones» de los autores a la hora de «retener» a esta persona, que ha presentado denuncia. Se da la circunstancia de que el vecino asaltado es empleado de banca, por lo que en principio se barajó la posibilidad de que fuera una replica de un ‘modus operandi’ ya conocido por la policía en los atracos a bancos. En estos casos, los asaltantes esperan al director de la sucursal o a un empleado a la salida de su casa para intimidarlo, conducirlo hasta la oficina y entrar sin sobresaltos. Así actuaba el célebre ‘atracador de la gabardina’, que llegó a robar en cuatro sucursales de Liberbank en Cantabria entre 2013 y 2015.
Sin embargo, ni la víctima ni alguno de los vecinos que vieron parte del incidente creen que se trate de uno de estos casos. Los dos presuntos atracadores accedieron a la urbanización poco después de las 7.30 horas de la mañana por el portón de salida de los coches. Aprovecharon el momento en que la víctima accionó el mecanismo de apertura desde su coche. «No veían quién salía, he podido ser yo o él. Creo que iban a dar el palo mañanero y ya», dice una de las vecinas que acudió a socorrer a la víctima.
Varias horas después del incidente, la vecina se mostraba aún muy nerviosa por un suceso que no ha podido quitarse de la cabeza «en todo el día». La propia víctima, con la que pudo hablar este diario, descartaba un intento de atraco a su sucursal. «No sé, no sé, no creo», respondió sobre esa posibilidad. Como explicaban los propios vecinos, los portones de salida miden más de un metro setenta y desde fuera no se puede ver quién sale antes de que se abra la puerta.
La víctima, que prefiere mantener su anonimato, es un hombre alto de complexión fuerte. Asegura que la sustancia con que le rociaron la cara «picaba mucho, muchísimo» y que el susto fue tremendo. «Pero ya estoy bien y mi familia está más tranquila», explicó, parco en palabras. También a él le extrañaba la avanzada edad del asaltante que terminó detenido.
«¡Cualquier cosa que necesites!», se escucha desde la casa de al lado mientras la víctima sube al coche para marcharse. «Tengo prisa, pero estoy bien, de verdad, ya lo he contado hoy veinte veces a todos los vecinos», se disculpa. A pesar del incidente, los vecinos no recelan ante los extraños que quieren conocer la historia. «Yo salía para trabajar, como todos los días, y escuché gritos y golpes, y dos vecinas que venían muy nerviosas para decirme que no saliera por la calle habitual y que cogiera la vía de entrada a la urbanización», explican en una casa cercana. «Pero yo no me fui, fui a auxiliar a mi vecino junto a los maridos de estas dos vecinas», sigue narrando. Al llegar se encontró a la víctima agarrando a uno de los atracadores, «estaba desencajado el pobre y le habían echado algo en los ojos y no veía». «No le da vergüenza, a su edad», le dijo al atracador. La Policía Local de Piélagos, alertada por los vecinos, custodió al presunto atracador hasta la llegada de la Guardia Civil, que se hizo cargo del detenido y de la investigación.
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