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Cientos de personas honraron a la Virgen en su salida del santuario de Valvanuz.

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Cientos de personas honraron a la Virgen en su salida del santuario de Valvanuz. Roberto Ruiz

Fervor pasiego por la Virgen de Valvanuz

La procesión vespertina de la patrona por la pradera fue todo un festival de música y colorido que la lluvia respetó en su totalidad

Jesús Lastra

Selaya

Martes, 15 de agosto 2017

Cientos de personas no faltaron a su habitual cita con la Virgen de Valvanuz, jornada grande para todos los habitantes de la zona pasiega, que volvieron a demostrar el fervor con el que se admira a la patrona del valle en la comarca y contribuyeron a acrecentar la leyenda que pesa sobre el monasterio, que vivió un auténtico peregrinar de devotos a pie durante todo el día, especialmente desde Selaya.

Con un cielo plomizo que se erigió como una amenaza permanente para el paseo de la Virgen por la pradera, que sin embargo respetó los actos vespertinos, la cita se esperaba con impaciencia por los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de Valvanuz. «Para nosotros es el día más grande del año, ya que supone el culmen del trabajo llevado a cabo en los últimos 12 meses», subrayó Alejandro Rivas, presidente de la organización, sintetizando el sentir de buena parte de los presentes.

No habían llegado aún las cinco de la tarde, con el público asistente entretenido con prácticas tradicionales como el corte de troncos, cuando los tañidos de las campanas anunciaron a los presentes que el momento culminante de cada 15 de agosto estaba a punto de comenzar. La algarabía del lugar mutó a ligeros murmullos con todas las miradas puestas en la puerta del santuario, que al abrirse dieron comienzo a esta peculiar procesión en la que la imagen iba ataviada con un espectacular manto «color crema con hilo bordado en oro y adornos en rosa», una imagen transportada por ocho miembros de la Cofradía y en cuya carroza iba escoltada por varios querubines. Las primeras lágrimas no tardaron en surcar el rostro de los devotos más ancianos, mientras que los más pequeños señalaban con admiración el espectáculo que florecía ante sus ojos.

Los festejos tuvieron igualmente como actores destacados a los integrantes del Grupo de Danzas Virgen de las Nieves, de Tanos, así como a sus cofrades, que animaron la comitiva a ritmo de gaitas y panderetas, y bailaron diversas jotas montañesas. Un festival de luz, color y tradición para honrar a la patrona que también sirvió para rendir homenaje al párroco José Antonio Álvarez Gómez, que fue nombrado cofrade de honor.

La jornada asimismo contó con representación institucional, especialmente por la mañana, cuando a Valvanuz se acercaron el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y la número dos del Gobierno autonómico, Eva Díaz Tezanos, que mostraron su «satisfacción» por acompañar nuevamente a los pasiegos en la celebración de su fiesta patronal, declarada de Interés Turístico Regional.

Ambos destacaron la «capacidad de convocatoria» que tiene este evento que reúne cada año a «centenares» de asistentes y que es «un fiel reflejo de la cultura popular de Cantabria».

Revilla y Díaz Tezanos realizaron un recorrido por el mercado tradicional instalado en la campa y conversaron con vecinos y visitantes para desearles una feliz jornada festiva, informó el Ejecutivo en un comunicado.

También estuvieron presentes los consejeros de Educación, Cultura y Deporte, Ramón Ruiz, y de Presidencia y Justicia, Rafael de la Sierra; representantes del Ayuntamiento de Selaya y de la Mancomunidad de los Valles Pasiegos.

La leyenda

Mito o realidad, la tradición pasiega relata que la Virgen se apareció a un pastor en esta pradera y le pidió que edificase un templo en su honor en el punto exacto donde se habían encontrado. Tras indicarle su petición, pisó una roca de la que hizo manar agua, un manantial que todavía hoy se puede visitar en la propia pradera. Los vecinos agradecidos quisieron cumplir el deseo de la patrona, pero intentaron alzar el santuario en otra zona más cercana al pueblo.

Según la leyenda, Nuestra Señora de Valvanuz se aparecía todas las noches a transportar las piedras del templo al lugar que ella marcó, de ahí que sea representada en un carruaje dirigido por ángeles. El templo tiene su origen en el siglo XII y la talla es del siglo XIII.

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