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Mariña Álvarez
Martes, 9 de septiembre 2014, 08:10
La parte empedrada de la calle Gamazo, que discurre en paralelo a Castelar, está cortada al tráfico desde que el 29 de agosto se instalaran las casetas del Mundial de Vela. Hay en este tramo un aparcamiento para motos, que a pesar de las vallas siguió siendo utilizado por numerosos conductores. Pero este domingo la grúa comenzó a actuar. Que no lo hiciera hasta ese día, pilló desprevenidos a muchos.
En este caso está Gema, una santanderina de 51 años que ayer, al ir a buscar su scooter, en su lugar se encontró una pegatina fosforita en el suelo. En total había una decena de avisos semejantes por otras tantas motos trasladadas al depósito municipal (el Ayuntamiento no confirmó cuántas motos se retiraron entre el domingo y el lunes). Pero a Gema le dio «tanta rabia y sentí tanta impotencia que, como no me van a hacer caso, decidí tumbarme como medida de protesta», dijo sobre las dos de la tarde, cuando ya llevaba tendida sobre el abrasador asfalto del carril bici un par de horas.
Gema trabaja tres días a la semana en una casa de Castelar y asegura que un policía que custodia la valla que cierra el acceso de vehículos a la zona del Palacio de Festivales «me dijo que podía pasar siempre y cuando llevara la moto en la mano, caminando, como si fuera una bici, para dejarla aquí». Así hizo, sin más problemas durante la semana pasada, y también ayer: ir por Castelar, pasar por un lado de la valla y coger Gamazo en dirección contraria unos metros para aparcar su moto durante las tres horas que trabaja por las mañanas. Fue a las 8.30, «ya había unas cuantas motos aparcadas», dijo. Volvió a las 12, «ya no quedaba ni una». Llamó al 092: «Me dijeron que la calle está cortada. Pero a mí me dejó entrar el policía, le dije al agente, pero no me hacen ni caso. Si acabé tumbándome es por la rabia que me da que no lo van a reconocer».
En igual situación está David Espinosa, estudiante de la Escuela de Náutica, que asegura que ayer, a las 9.00, pasó con su moto «y un policía, que estaba con los de la grúa, me dijo que podía pasar y aparcar allí». Su moto se la llevó la grúa, y afirma que también la de «algunos compañeros y profesores de la facultad». A este estudiante le parece «indignante, primero porque ese policía, que supongo que estaría ahí para algo, nos autorice para pasar a un sitio que está prohibido. No nos dijeron ni mú. Luego, a pagar la grúa y la multa».
La protesta de Gema se prolongó durante dos horas, durante las que recibió «el apoyo de mucha gente» que pasaba por allí. También acudieron policías, a recomendarle que se levantara. «Que no se acababa el mundo, me dijeron. Es indignante».
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