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La enfermera consigue quitarse los guantes sin tocarlos y sacarse el buzo sin rozar siquiera su cara exterior.

Valdecilla se entrena contra el ébola

Este equipo se forma desde hace un mes con el protocolo de actuación y ensaya para vestirse y quitarse el traje protector de manera adecuada

MARIÑA ÁLVAREZ

Jueves, 9 de octubre 2014, 07:46

El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla ya tiene designados a los profesionales que integrarán los equipos asistenciales en el hipotético caso de que haya que hacer frente a un caso de ébola en Cantabria. Son 18 enfermeros, 18 auxiliares y cinco médicos de la unidad de enfermedades infecciosas, que fueron seleccionados por «sus perfiles», según la Consejería de Sanidad. Hace seis semanas que están en alerta y entrenan para saber cómo tendrían que actuar, con formación teórica y con prácticas siguiendo los protocolos de prevención del riesgo biológico por virus de ébola que se basan «en las recomendaciones de la OMS, el Ministerio de Sanidad, la Dirección General de Salud Pública y el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales».

Otros 36 profesionales más -enfermeros y auxiliares de enfermería- integrarán un equipo de reserva, que empezará su formación de forma inmediata. A la vez, ya están prevenidos médicos internistas y se ha instruido a todo el personal de urgencias. El radio de acción del protocolo abarca, también, al servicio de medicina preventiva y al departamento de riesgos laborales, todo un organigrama con el que, según Sanidad, «el Hospital Valdecilla está preparado y el personal designado suficientemente formado para intervenir y garantizar una respuesta adecuada». Además, está preparada una unidad «dotada y equipada con todo lo necesario» para que se pueda ocupar cuando sea preciso.

El Diario Montañés presenció ayer uno de los ensayos de este equipo, centrado en la acción de vestirse las prendas protectoras y el arriesgado ritual de quitárselas sin tocar su parte exterior, una tarea que exige paciencia, guardar la calma y, sobre todo, mucha maña, virtudes que se adquieren a fuerza de entrenamiento.

No son voluntarios

La enfermera Cristina Acuña y la auxiliar de enfermería Encarna Salas son dos de las elegidas en Valdecilla para dar la cobertura asistencial a un posible paciente de ébola o con sospecha de infección. Su participación no es voluntaria. Pero desde Sanidad aseguran que, de momento, ninguno de los elegidos se ha negado a formar parte de este equipo. Por «vocación» o por los «códigos deontológicos» por los que se rigen, nadie ha dicho que no. Como «excelentes profesionales sanitarios que son, los de Valdecilla entienden y asumen su función», destacan.

En el ensayo realizado ayer en una sala de reuniones del pabellón 15, a Acuña le tocó vestirse y Salas ejerció de 'observadora', una figura que también existiría si se tratara de un caso real y que se encarga de vigilar que todo el proceso se hace de manera correcta para minimizar los riesgos.

Son las 15.25 horas. «Empezamos. Higiene», ordena Salas. La enfermera, que va vestida con un pijama desechable, se lava las manos con una solución especial. «Primer par de calzas», continúa la observadora, y Acuña se sienta en una silla para ponérselas sobre sus zuecos y ajustárselas al tobillo. Siguiente paso: «Buzo hasta la cintura». La enfermera entonces levanta la ruidosa prenda de plástico amarillo (el modelo Tychem-C, compuesto de politinelo de alta densidad con una capa polimérica). Tiene unas cintas que quedan sujetas bajo los pies, así que toca «segundo par de calzas», 'canta' Salas, y la enfermera se coloca otras dos por encima del buzo.

Ahora pasan a ocuparse de la protección de la cara. Son ya las 15.34 horas y Cristina Acuña desempaqueta la mascarilla y se la pone, luego hace lo mismo con las gafas protectoras, que la auxiliar le ayuda a ajustarse, y se coloca un gorro pegado a la cabeza, que recoge todo su cabello, y lo ata al cuello. Ya está lista para enfundarse el buzo por completo, cerrar la cremallera hasta arriba y pegar las solapas que la cubren hasta debajo de los ojos. «Primer par de guantes», continúa la observadora, y luego «segundo par», que son otros más largos que ajustan las mangas del buzo. Para terminar el conjunto: «pantalla facial». Ya está lista para entrar en la habitación en la que esté el enfermo de ébola.

Apenas estuvo unos segundos con todo este atuendo puesto, que se calcula que un profesional puede soportar durante un máximo de 45 minutos. Su principal virtud, la de ser absolutamente impermeable y no poroso, puede ser también una pesadilla porque al no transpirar da mucho calor.

El riesgo de desvestirse

«Retirada», ordena Salas. Sin salir de la supuesta habitación del paciente, la enfermera se quita la pantalla facial y las calzas exteriores. Con mucho esfuerzo, Acuña va despegando las tiras que tapan la cremallera del buzo y se saca el segundo par de guantes con tanta pericia que logra despegárselos y lanzarlos sin siquiera agarrarlos. Contorsiona la espalda de tal manera que el traje cae sin que tenga que tocarlo con las manos. Todo ello se enrolla y se tira. Ya está lista para salir de la habitación y seguir desvistiéndose: el gorro, las gafas, la mascarilla, el primer par de calzas, el pijama desechable y los primeros guantes. «Limpieza de manos», ordena la observadora. Son las 15.45. Ensayo concluido.

«Es engorroso y farragoso, y quitárselo es mucho peor, por eso hay que hacerlo siguiendo cada paso», explican los asistentes a este entrenamiento, «porque el objetivo es que la cara exterior del traje tenga cero contacto con lo de dentro», añaden, y se alude al caso de la enfermera madrileña contagiada por ébola, tal vez por un error precisamente en la fase de desvestirse.

Para Acuña, la clave de llevar a cabo la misión de vestirse y desvestirse con éxito «es intentar estar lo más tranquilo posible en el proceso, por eso es tan importante la figura del observador». Tanto ella como Salas asumen esta misión como parte de su trabajo. «Tenemos aislamientos todos los días en las plantas. Estamos acostumbradas», indica Salas. «¿Miedo? Siempre tienes miedo, pero ante cualquier enfermedad; no solo nos enfrentamos al ébola».

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