

Secciones
Servicios
Destacamos
ÁLVARO MACHÍN
Domingo, 16 de noviembre 2014, 08:02
«Ahora, con todo esto, viene más gente». Lo decía un anciano al paso de la comitiva. Un vecino de toda la vida. 'Todo esto' es la polémica y la reacción en cadena ante las obras en la senda costera, entre el Faro de Cabo Mayor y la Virgen del Mar. Y esa comitiva es la que formaron políticos, ecologistas, vecinos, arquitectos, técnicos de Costas, de la empresa constructora y 'espontáneos' el pasado miércoles en el último intento del grupo de trabajo formado para tratar de llegar a un consenso. Hasta treinta personas para decidir qué hacer con una obra parada, a medio hacer y que ha puesto a muchos los pelos de punta y a otros tantos, en pie de guerra. Tanto, que los efectos del vandalismo ya se han dejado sentir sobre lo construído. «Esto no es Port Aventura», aseguraba una vecina al contemplar una de las estructuras de madera que ya está colocada. Justo al lado del Puente del Diablo. Porque nombres como ese, de toda la vida y con cierta mística, salpican un entorno de pura costa y, para muchos, aún desconocido. Una senda «costera» -en ese término y en su 'olvido' insisten los que critican la obra- que ahora es también un reguero de opiniones, asambleas, informes y acusaciones cruzadas. «De esto tenemos que sacar una lección», se escuchó también decir durante el trayecto.
La historia viene de lejos. Porque el proyecto de la obra fue aprobado técnicamente en el año 2004. O sea, que las obras empezaron diez años después del visto bueno y se han llevado a cabo en base a una idea -y una cartografía- de hace diez años. Primer problema. Y no fue fácil empezar. Para hacerlo, se inició un proceso de expropiaciones que afectó a 98 parcelas, con una superficie de 108.000 metros cuadrados que llevó años (y algún que otro juicio). Hubo objeciones, sí -desde los grupos ecologistas han recordado sus alegaciones en los últimos meses-, pero Costas ha subrayado que el proyecto contó, finalmente, con la aprobación de casi todos. «El Ayuntamiento, en su momento, informó el proyecto favorablemente. Igual que otros organismos. Incluso, algunas quejas de algún colectivo que se han presentado son novedosas. Pero entendemos también que desde que se hizo la información pública ha pasado un tiempo y que no es lo mismo ver la obra en un proyecto que cuando se está ejecutando», aseguró a este periódico en una entrevista José Antonio Osorio, de la Demarcación de Costas.
A finales de febrero empezaron las obras. Pero sus efectos más 'visibles' llegaron en verano. «Sinceramente estoy preocupado por las consecuencias de las obras frenéticas que hace ya unos meses comenzaron en la costa norte de nuestro Santander». La frase es de una 'Carta al director' del mes de septiembre. Fue entonces cuando se abrió la 'Caja de Pandora'. Como una reacción en cadena. Primero, las fotos de los primeros tramos de valla en las redes sociales, una página abierta a todo tipo de críticas en Facebook y el comentario extendiéndose por toda la ciudad... El 6 de octubre se celebró la primera reunión. «Algunos ya lo han bautizado como el muro de los lamentos, porque todo el que ha ido a verlo se va lamentándose». Eso dijeron en el primer encuentro de lo que luego se formalizó como 'Asamblea en defensa de la senda costera', formada por vecinos y grupos ecologistas. Casi en paralelo, el Ayuntamiento anunció su intención de «urgir» a Costas sobre «la necesidad de rectificar los trabajos realizados en varios tramos».
Fueron semanas de denuncias, de 'tira y afloja'. De anuncios de paralización de las obras que se quedaron a medias. Porque se dejó de instalar valla, pero no de trabajar. Y de hecho, hasta la orden enviada desde Madrid para detener cualquier tarea en la zona-tras la reunión con el Ministerio de Medio Ambiente- llegó más tarde que el anuncio público (el encuentro fue por la noche y a primera hora había obreros y máquinas). Eso provocó indignación y una escena de 'no pasarán' en forma de vecinos tirados ante una hormigonera.
Por el medio, el consistorio presentó a Costas un informe consensuado con las asociaciones de vecinos de Cueto, Monte y San Román con modificaciones para el proyecto. La Asamblea, por su parte, presentó el suyo. Más duro. Exigiendo, entre otras cuestiones, retirar todo lo instalado. A partir de ahí -y no sin antes superar en cierto modo las rencillas políticas e incluso vecinales y el cruce de acusaciones- empezaron los acercamientos. Las asociaciones de vecinos se reunieron con la Asamblea y todos, finalmente, fueron invitados a participar en una Comisión Mixta con todos los grupos municipales del Ayuntamiento y con Costas. Mañana, lunes, celebrarán su tercer encuentro. De ahí, se supone, tienen que empezar a salir los acuerdos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.