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Álvaro San Miguel
Lunes, 8 de diciembre 2014, 11:42
Alfonso Fernández hace cada día 140 kilómetros para ir al instituto. Se levanta a las seis de la mañana, coge el autobús en Castro Urdiales y a las ocho y media está listo para su primera clase, que casi siempre consiste en hacer largos en la piscina. «Al principio es muy duro, hasta que coges la rutina», reconoce este chaval de 15 años que acaba de cambiarse de instituto para mejorar sus resultados deportivos de momento ya compite a nivel nacional y ha empezado a doblar entrenamientos de martes a jueves. Cuando le ofrecieron la posibilidad de irse al IES Las Llamas, en Santander, para participar en un innovador proyecto educativo pensado especialmente para jóvenes deportistas, no se lo pensó. Aunque tuviera que irse a diario hasta Santander. «Intento dormir en el autobús porque si no se me hace muy largo. Es duro lo de levantarse tan pronto», confiesa.
Con él han empezado este curso en el programa de Especial Atención al Deporte (Espade) otros 25 estudiantes de Secundaria y Bachillerato de toda Cantabria solo una de las chicas era ya alumna de Las Llamas. Casi todos están especializados en natación es requisito previo haber conseguido una marca que permita entrar en el Campeonato de España y siete practican la especialidad de salvamento acuático y socorrismo a estos se les pide haber participado al menos en una final nacional. También se quería incluir en el proyecto la especialidad de balonmano, pero de momento no ha cristalizado.
«La idea de crear un plan de atención a la diversidad para alumnos de cierto nivel deportivo nació hace tres años», explica Marcos Gárate, profesor de Educación Física de Las Llamas. «Creemos que en Cantabria hay jóvenes deportistas que necesitan una adaptación curricular y de horarios y cargas de entrenamiento». Y lo creen porque hoy en día el deporte en los colegios que no se debe confundir con el deporte en edad escolar ha perdido mucho terreno ante el deporte federado. En Europa hay dos modelos de deporte juvenil y, como en otros ámbitos, también es una cuestión norte-sur. En los países del norte, explican los expertos, la vida de los niños se organiza en torno al centro escolar. Allí desarrollan su actividad académica y la complementan con su desarrollo cultural, musical, deportivo, etc. El modelo mediterráneo es el opuesto: el alumno hace menos vida en el colegio y las familias que están sensibilizadas y pueden pagarlo buscan fuera del centro actividades extraescolares. Antes los colegios tenían más peso en la formación deportiva de los niños, pero ahora esa faceta de la vida escolar ha quedado en manos de un entramado de clubes, federaciones deportivas, empresas del ramo y escuelas deportivas municipales.
Apoyo de Educación
El programa Espade pretende desandar en lo posible ese camino y, para ello, cuenta con el apoyo económico y normativo de la Consejería de Educación, que paga el profesor extra que requiere el proyecto, las becas de transporte también hay un acuerdo con Adif y la Universidad de Cantabria para que los chicos puedan utilizar el transporte directo destinado a universitarios, y las instalaciones deportivas necesarias en este caso hay acuerdos de colaboración con el Club Marisma y con el Palacio de Deportes, ambos en el entorno del instituto.
Para los creadores del proyecto Espade, no todo se reduce a mejorar las marcas deportivas de los chavales. El desarrollo de la persona es fundamental para los profesores que dirigen este programa y, por eso, dedican una hora a la semana a trabajar con los chicos la gestión de las emociones. «Aunque eso también se nota luego en el propio rendimiento deportivo», reconoce el profesor del IES Las Llamas Marcos Gárate.
Para entender hasta qué punto puede estar un joven deportista al borde de un abismo emocional, Gárate pone como ejemplo, sin dar nombres, la primera sesión de tutoría que tuvieron. Hicieron una dinámica de grupo en la que cada uno debía hablar de sus retos personales y deportivos, y los sentimientos que le generaba cumplir o no los objetivos. El propio profesor contó su experiencia para romper el hielo. «Después de estar un rato hablando, el primero de ellos que cuenta su caso nos explica que su reto deportivo era conseguir una (marca) mínima para el Campeonato de España. Después de conseguirlo se lesionó y no pudo nadar en esa prueba. Y en ese momento se echó a llorar».
Gárate y el resto de compañeros hablaron sobre ello y entre todos llegaron a la conclusión de que lo importante era seguir adelante y pensar en que queda mucha vida deportiva por recorrer y muchos campeonatos nacionales en los que participar. A partir de ahí, explica el profesor, la carga emocional del grupo fue en aumento. «Tienen una autoexigencia tan alta, y creo que en algunos casos también una presión externa, que ahora mismo la gestión emocional es tan importante como el entrenamiento en la piscina».
Educación también ha permitido contratar a dos técnicos deportivos superiores lo que antes se conocía como entrenador nacional para dirigir los entrenamientos de las dos especialidades: Fernando Román en natación e Itziar Abascal en salvamento acuático y socorrismo. Contar con técnicos de las respectivas federaciones es, de hecho, lo más innovador del proyecto. «Es la primera vez que se hace en España», explica Marcos Gárate. «Están incluso dentro del marco docente y también evaluarán a los chavales».
Horario adaptado
Las Llamas ha conseguido adaptar el currículo de los chicos para que puedan convalidar los entrenos por horas lectivas de Educación Física. Lo cual no significa que la parte educativa pierda fuerza. «El proyecto tiene una doble vía, la académica y la deportiva. Buscamos un rendimiento en los dos niveles y de una forma que permita conciliar ambas vertientes correctamente, que no tengan que desgastarse completamente en uno de los dos campos. De esta manera, ellos pueden entrenar y desarrollarse dentro del horario lectivo como deportistas y como jóvenes en etapa escolar».
Para los alumnos, que llevan desde septiembre con un ritmo más duro de entreno, es un esfuerzo que merece la pena. ««Ahora, a lo largo de la semana se nota más cansancio, porque al doblar (entrenar por la mañana en el instituto y por la tarde con su club) tu cuerpo lo nota. Pero estoy muy contenta porque sé que esto se verá luego en los campeonatos. Vamos, eso espero», explica Ángela González (16 años). Hace dos meses estuvo con la selección española de salvamento en el Mundial de Montpellier. «Mi prioridad es conseguir éxitos a nivel internacional», dice nada más salir de la piscina para irse a clase.
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