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Las mareas han arrancado la arena y dejado a la vista un gran talud, delante del chiringuito Rema en la playa de Castañeda, donde estuvo el balneario del mismo nombre.

Las mareas de febrero se llevan la arena que fue repuesta el año pasado

En las últimas semanas el agua ha llegado de nuevo hasta el paseo, dejando descarnados diferentes puntos de las playas de El Sardinero y La Magdalena

Juan Carlos Flores-Gispert

Lunes, 9 de marzo 2015, 07:10

Las playas de Santander han notado las grandes mareas de finales del mes pasado. Poco, en comparación de los desastres de hace un año, cuando las grandes mareas y el temporal arrasaron los arenales y varios restaurantes y negocios a pie de playa. Ahora no ha pasado lo mismo. El impacto ha sido menor, pero ha demostrado que la mar reclama lo suyo, la arena. En el paseo de García Lago, junto al Cormorán, en la base del balneario de La Concha, en Bikinis y en La Magdalena. Se nota que el agua ha llegado hasta el paseo y los cimientos de los edificios. Las mareas de la última semana de febrero, con coeficiente entre 91 y 113, arrastraron la arena mar adentro. Es visible junto al Hotel Chiqui, donde han quedado de nuevo al descubierto las rocas que fueron tapadas el verano pasado. Entonces se emplearon miles de metros cúbicos de arena extraídos de la canal y depositados en la playa mediante un complejo de tubos.

No ha servido para casi nada. La mar se ha vuelto a llevar toda la arena y ha dejado al aire la base de rampa reconstruida. Dos farolas sin sus faroles y una barandilla medio arrancada, junto al Chiqui, dan idea del temporal de finales de febrero. El día de mayor coeficiente fue el miércoles día 18. Nada menos que de 113. «El agua llegó hasta el paseo. Eso sucede muchas veces, pero menos mal que no hubo temporal, como el año pasado. Si no, hubiéramos corrido peligro». Lo dice Inmaculada Revuelta, la vendedora de helados que tiene su quiosco entre El Cormorán y El Parque, dos de los negocios semidestrozados en febrero del año pasado, cuando se sucedieron dos grandes temporales en veinte días.

El Cormorán tiene una de sus fachadas protegida con una plancha metálica que protege una gran cristalera. En una esquina de este edificio con el paseo, la mar ha depositado una buena cantidad de arena.

Revuelta, tercera generación de heladeros junto a la playa, cuenta que «hemos quitado los sacos de protección hace unos días, porque siempre abrimos por San José. El año pasado pasamos miedo, tuvimos muchos destrozos y el agua pasó por encima del quiosco».

Hay temor entre los propietarios de negocios próximos a la playa. En El Parque, de la familia Trueba (los abuelos Basilio y María fueron los fundadores), aún hay huellas del temporal: una de las terrazas permanece sin reconstruir. Hay miedo, porque entre los días 18 y 22 próximos, los coeficientes de marea oscilarán entre 100 y 116. La mayor marea del mes será el día 22, a las diez y cuarto de la mañana. El coeficiente es de 116. «Así que estamos pendientes de las mareas continuamente», dice Revuelta. «Como venga un temporal fuerte, se repite el desastre del año pasado». Y, como sean jornadas de desastre en las playas, las administraciones no tendrán capacidad de respuesta ante la llegada inminente de turistas: la Semana Santa se inicia el Domingo de Ramos, día 29 de marzo.

Los rellenos y las mareas

Revuelta recuerda cuando aún no se había construido El Chiqui y toda la playa era muy distinta. No es la única que tiene viva en la memoria que delante del restaurante El Parque la arena no llegaba casi hasta el borde del paseo como ahora, sino que les separaban dos metros de altura, y ahí estaban colocadas las cabinas para cambiarse de ropa y las duchas que regentaba este bar.

Los rellenos y las mareas han ido acercando la arena al paseo. «Pero la mar reclama lo suyo», dicen los paseantes que ayer inundaban todo El Sardinero en una mañana de dieciocho grados de temperatura.

Dice Revuelta que el año pasado el fuerte oleaje le desplazó el quiosco «unos centímetros, pero es que el mar fue como un tsunami, las olas llegaron hasta el tercer árbol de la explanada que ve allí». Y señala al horizonte, al campo de golf municipal. Los paseantes entran en la conversación con la veterana heladera (a los once años ya estaba con el carro de los helados de sus abuelos). Un hombre tercia: «como venga mala mar el día 20 de marzo va a ser terrible, terrible...».

Inmaculada Revuelta apunta que «desde que el año pasado el mar destrozó bares y paseos en Cantabria, la gente está muy interesada por el tiempo y las mareas». Ella misma tiene la tabla de mareas en su teléfono móvil. Su hijo le ha instalado la aplicación que les mantiene informados de lo que viene. En la conversación surge el tema del rompeolas. «Cuando hicieron el nuevo paseo del Chiqui no recompusieron los rompeolas y, ahora, pasa lo que pasa, que las olas llegan enteras, con tal fuerza que arrasan con todo», dice un habitual de la playa.

El quiosco de helados 'El mejor gusto' (de otra rama de la familia Revuelta), situado cerca del Cormorán, sigue con los sacos terreros que le protegen. Delante del chiringuito Rema se ha formado un gran talud de arena, fruto de las mareas, que ayer utilizaron los primeros bañistas para tomar el sol protegidos de la brisa. Cerca hay tres lavapiés y dos duchas, con sus bases de hormigón incluidos, amontonadas junto al paseo a la espera de ser reinstalados.

Piquío

A los pies de Piquío, donde la mar arrancó los cimientos del paseo que se hundió, ha quedado al aire el primer peldaño de la escalinata de acceso a la Segunda Playa. La mar se ha llevado también aquí mucha arena a pocos días de que entre la primavera. En el balneario de La Concha, que resultó muy bañado el invierno pasado, la arena se amontona. El último tramo de pasarela de madera de acceso a la playa está casi cubierto por la arena.

La pasarela de madera para peatones y ciclistas en La Magdalena está intacta, protegida por un talud. En el próximo embate de la mar, ese talud es probable que desaparezca. También han quedado muchas rocas al aire delante el balneario y en Bikinis. La mar se ha llevado lo suyo. Revuelta es muy clara: «Si hay temporal fuerte en los días de gran coeficiente de marzo, entre el miércoles 18 y el domingo 22, ¡apaga y vámonos!».

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