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Ana del Castillo
Sábado, 21 de noviembre 2015, 08:23
Me llamo Julián Sánchez. Estoy casado y tengo dos hijos. Soy el bombero número 148 del parque de Madrid y el 28 de febrero de 1941 perdí la vida en el incendio de Santander. Y entonces, ¿cómo es que estás aquí?, pregunta una pequeña del colegio Arce Bodega al actor Javier Cuesta, que interpreta en los arcos de La Porticada un pedazo de la historia de Santander.
Para una treintena de estudiantes del centro de formación profesional Decroly el nombre de Julián Sánchez no significaba nada hasta ayer, cuando conocieron la emotiva historia del héroe que falleció hace ya 74 años. Sabía algunos detalles de lo que ocurrió, pero no tantos como ahora. Y desconocía la historia de Julián. Ha sido una bonita forma de contarlo, dice Alba Rebolledo.
Cada viernes y sábado de noviembre, la iniciativa 'Revive Santander', de la Fundación Santander Creativa, rescata con representaciones teatrales a personajes que forman parte de la crónica de la ciudad como José María de Pereda, Marcelino Menéndez Pelayo, la Reina Isabel II paseando con la pescadera 'La Paula' o el alcalde Luis Martínez, que inauguró en 1907 una parte del Ayuntamiento de Santander.
Pero si al bombero se le cayó un muro encima, ¿por qué sigue vivo?, insiste la pequeña. Porque es un actor que está contando la vida de Julián, le espeta una compañera. Quizá sean demasiado jóvenes para comprender un hecho que marcó un antes y un después en la capital cántabra, pero lo que seguro no olvidarán es que un bombero de Madrid viajó hasta su ciudad para ayudar a los vecinos. Da pena ver a la gente que se ha quedado con lo puesto en la calle, dice bien alto el actor.
Un total de 50 estudiantes, entre escolares del centro educativo Arce Bodega y alumnos de Decroly, además de vecinos de Santander que echaban el freno para prestar atención a lo que estaba ocurriendo dentro del corrillo formado bajo uno de los soportales, aplaudieron con todas sus fuerzas la interpretación de Cuesta, que incluso hizo emocionarse a algún espectador de avanzada edad, que aprobaba con la cabeza cada frase y movimiento del intérprete.
Casi 75 años después
Cuesta acelera el ritmo de su escena. ¡Hasta se fundieron las campanas de la Catedral!, grita mientras los niños se echan las manos a la cara como si pudieran ver el fuego.
El incendio calcinó iglesias, casas, comercios, negocios e ilusiones de cientos de familias. Todo menos los recuerdos que hoy siguen narrando ese episodio trágico de la capital y que el próximo febrero cumplirá 75 años. Para ese aniversario, el Ayuntamiento de Santander está preparando un programa de actividades para adultos y niños con conferencias y actividades didácticas, explica la concejala de Cultura, Miriam Díaz.
Y el destino quiso que mi vida terminara aquí, junto al mar, dice Cuesta mientras abandona el 'escenario'. Los niños, entre aplausos, le despiden. Quizá sea un buen momento para rescatar las palabras que el jefe del Real Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Santander dedicó a Julian Sánchez: «Nunca se ama tanto la ayuda recibida como cuando, por vicisitudes de la vida, fallece un ser humano que lo ha dado todo por el terruño ajeno». Amén.
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