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Miércoles, 30 de marzo 2016, 17:44
Ni un año como pedía la acusación popular (la protectora de animales El Refugio). Ni once meses como reclamaba la acusación particular (la dueña del perro). Ni tan siquiera nueve meses y una indemnización de 4.500 euros como solicitó el fiscal. Sergio F. A.. ... el hombre que fue acusado de matar a patadas a un perro que se enzarzó con su can en la calle Rualasal en abril de 2014, ha sido condenado a cumplir ocho meses de cárcel por un delito de maltrato animal doméstico.
La pena, que se sustituye por 240 jornadas de trabajo en beneficio de la comunidad, también obliga al condenado a pagar a la propietaria del perro 1.500 euros como indemnización por el valor del animal, más 2.500 euros por daños morales. El Juzgado de lo Penal número 3 de Santander también le ha impuesto "la inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales durante dos años".
Aunque la decisión de los jueces no coincide exactamente con lo que solicitaban la Fiscalía, dueña del perro fallecido y la protectora de animales El Bosque, la condena ha sido aplaudida, al menos, por la protectora. "Esperamos y deseamos que los jueces españoles castiguen cada vez con más dureza casos como éste, para evitar que se vuelvan a producir", ha destacado en un comunicado el presidente de El Refugio, Nacho Paunero.
Unas patadas que acabaron con su vida
Ocurrió el lunes, 28 de abril, a las 20.00 horas en la calle Rualasal, cuando Marta dejó en la acera suelto a Blas mientras entraba a comprar a Carrefour Express. Cuando estaba pagando en la caja, una mujer entró asustada en el establecimiento. Salió a mirar y vio cómo un individuo daba dos patadas a su perro en la zona de los garajes de Caja Cantabria, la última tan fuerte que piensa que «lo reventó por dentro». Llamó a Blas, el perro fue a su lado y murió a sus pies. Cuando Marta se agachó, el individuo que momentos antes le estaba agrediendo le advirtió que iba a denunciarla porque, según su versión, Blas había atacado previamente a su perro, un Shar Pei que en ese momento tenía en brazos una joven a cierta distancia. Testigos del suceso fotografiaron a Blas muerto y su imagen corrió enseguida por las redes sociales.
Algunas personas que estaban en la calle recomendaron a Marta que denunciara al individuo, un joven de unos veinticinco años que se quedó allí hasta que llegó la Policía Local. Pero Marta, que según sus propias palabras en ese momento «estaba totalmente conmocionada», no quiso hacerlo, así que los agentes, que no vieron las patadas, los identificaron tanto a él como a ella e iniciaron una investigación a la espera de las imágenes grabadas por esa cámara de videovigilancia. Hubo también un abogado que presenció parte de los hechos y llamó al 091, por lo que también acudieron agentes de la Policía Nacional.
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