Edificar la cultura

El Centro Botín no es el santo grial ni siquiera el referente de un futuro Santander de la cultura, pero sí el certificado de que es posible otra ciudad donde las sinergias entre lo público y lo privado, la gestión de la cultura, la interacción y el fomento de la participación ciudadana sean motores de un relato ciudadano y humano. El proceso cívico-cultural, vertebrado por la construcción de Renzo Piano, debe ser un médium para exorcizar las promesas incumplidas del pasado y los proyectos que permanecen enquistados como espejismos y sombras. Nace una propuesta marcada por el arte, que pretende avanzar en la investigación de la educación en inteligencia emocional y que apuesta por la creatividad y el conocimiento.

El proyecto de la sede asociada del Reina Sofía, vinculado al Archivo Lafuente; el nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología; el MAS y la ejecución de una vez por todas de la ampliación y reestructuración de su figura en el contexto artístico y cultural de Santander y Cantabria; la Fábrica de Creación, proyecto del que se viene hablando desde hace casi dos años; la posible proyección de un Museo de la Ciudad; el desarrollo de las actividades y programa expositivo de los espacios de la Autoridad Portuaria, que en el caso del Palacete superan ya las tres décadas de labor; y la potenciación de esa fuerza cultural emergente surgida de los posos que visibilizó Santander 2016 son algunos de los puntos de luz de ese mapa de ciudad y cultura.

El nuevo modelo público-privado, la apuesta por una transformación urbana que vive Santander en el presente (reordenación ferroviaria, Frente Marítimo...) tiene desde ahora su referente icónico en el edificio de Renzo Piano. Pero lo trascendental es mantener vivo el pulso cultural que aflora desde la calle y la inquietud ciudadana.

La potenciación de las bibliotecas, el protagonismo de los colectivos de barrio y la calle como escenario son referencias obligadas. Y todo ello sin perder el vínculo alcanzado por sectores que han paliado en los momentos duros de la crisis las carencias institucionales, caso de las librerías de la ciudad que han realizan un trabajo imprescindible generando espacios de encuentro. Del mismo modo el tejido cultural de la ciudad vive una sensación de solidez y una mayor visibilización gracias a la labor de vertebración de la Fundación Santander Creativa. Una función que se antoja ahora más sustancial y determinante al servir de puente entre la actividad generada por la Fundación Botín, desde el mascarón de proa que vuela sobre el muelle de Albareda, y los agentes culturales de la ciudad.

En el pasado quedan las cenizas de proyectos fallidos como el Museo de Cantabria, maqueta incluida que se exhibió en el MoMa neoyorquino; los intentos de crear un proyecto de arte contemporáneo diferenciado de otras comunidades; o los vaivenes y aplazamientos que han rodeado la trayectoria del Mupac.

Hace ahora veintiséis años Santander albergaba la muestra Museo Guggenheim: las últimas vanguardias 1940-1990, celebrada en el entonces Museo Municipal de Bellas Artes, el Palacete del Embarcadero y la Nave Sotoliva, de la mano de la UIMP, donde se abordó de forma suplementaria un seminario paralelo. Fue el punto de partida que desembocó en la presencia del Guggenheim en España. Cantabria no pudo o no supo aprovechar la oportunidad y el País Vasco se llevo la sede cuando en la disputa se postularon varias comunidades.

El Centro Botín tiene su origen fundacional a finales de la pasada década cuando el presidente de la Fundación, Emilio Botín, fallecido en septiembre de 2014, trataba de concebir alguna iniciativa, a modo de legado para las futuras generaciones. Fomentar el arte y la educación a través de las emociones es el mantra que conducirá los contenidos de excelencia apoyados en los programas de la Universidad de Yale.

En la interrelación entre este ambicioso proyecto de exposiciones y educación cívica a través de las artes, junto con la extensión del programa del Centro que cuenta con una larga tradición, y la cultura generada desde los diversos ámbitos de la ciudad, radica l edificación de una ciudad abierta, cosmopolita y creativa.

Los expertos en urbanismo y arquitectura, como los que escriben en este suplemento, destacan la renovada integración espacial y el nuevo paisaje urbano. Pero sólo es fachada e iconografia si no va acompañado de una red de sinergias culturales. Un futuro diálogo, ahora más que probable, entre el edificio de Piano y el eje Reina Sofía Lafuente (con ubicaciones complementarias) puede ser la punta de lanza de un territorio de ciudadanía cultural en el que confluirían la creatividad, el relato de las vanguardias, la investigación y la proyección de dos marcas, Fundación Botín y Reina Sofía .

Lo que se abre de verdad con el Centro Botín es otro discurso de ciudad, que invita a un diálogo con la identidad, la dimensión, las inquietudes y la demanda real del hecho cultural. Simbólicamente, la apertura de hoy es la cabeza visible de un proceso de cambio urbano y estratégico del mundo de la cultura, no tanto desde el escaparate y la rentabilidad económica, como desde el conocimiento y el relato ciudadano. En la responsabilidad de todos estriba la conversión de este paisaje en un itinerario de modernidad.