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Atravesar el centro de Santander en MetroTUS lleva exactamente 14 minutos. Desde El Sardinero a Valdecilla, atravesando el túnel de Puertochico, sin hacer las seis paradas previstas en el itinerario oficial y con los privilegios del carril único y de prioridad en los semáforos. Resulta más confortable que los autobuses actuales y su tamaño no causa dificultades a la circulación;aunque el carril único no es tan práctico como dice la teoría.
El viaje comienza en el intercambiador de El Sardinero, el más grande de los dos que existen. Al poner el pie en el MetroTUS aparece una sensación de ‘déjà vu’. Un viaje mental a ese pasado en que vehículos parecidos circularon por la ciudad colmados de pasajeros, con un espacio central, el eje entre los dos vagones, reservado para el juego de los más pequeños, que trataban de mantener el equilibrio cuando ese suelo comenzaba a girar en las curvas.
La sensación de inestabilidad se ha perdido en el nuevo vehículo, más moderno y confortable, incluso en ese eje central. Hasta huele a nuevo. Lo dice Javier Montero, el conductor que ejerce de anfitrión para recibir a El Diario en este viaje exclusivo del MetroTUS: «Ya veréis cómo es mucho más cómodo que los autobuses normales. Nos hemos desacostumbrado a lo que es un vehículo de combustión. Da gusto conducirlo porque va mucho más suave que los híbridos que llevamos normalmente», explica.
El MetroTUS tiene el centro de gravedad más bajo que los autobuses convencionales, híbridos, que se balancean en exceso en las rotondas porque cargan las baterías en el techo. «La gente va a notar que no va a tener necesidad de agarrarse tanto y que se va a marear menos», aclara Montero. Los cambios de velocidad, acelerones y frenadas, apenas le mueven a uno de su sitio. Es una sensación de comodidad que van a agradecer sobre todo las personas mayores.
El intercambiador de El Sardinero queda atrás y el itinerario continúa frente al instituto de Las Llamas, donde se encuentra la primera de las seis paradas de esta ruta por el centro de la ciudad;aunque hoy no se va a detener. «Lo que estamos haciendo estos días es practicar con el vehículo. Rotar para que todos los conductores del TUStengamos una primera toma de contacto. A partir del día uno veremos cómo funciona la rutina al detenernos», aclara Carrera.
No es algo que entienda el pasajero que aguarda en esa parada, claramente airado porque el MetroTUSno se detiene. Aunque luego, cuando lo ve de cerca y se percata de que no es un autobús normal, su rostro cambia de la indignación a la curiosidad.
Tanta expectación genera estos días el MetroTUS que circular en el nuevo vehículo por el centro de la ciudad es parecido a formar parte de una atracción de feria. Los viandantes se detienen a mirarlo con curiosidad y los coches le ceden el paso, quizá intimidados frente a un bulto tan grande. Lo avanza el profesional al volante:el efecto novedad va a saturar de usuarios la línea. «Esos primeros días serán una locura, me temo». Atravesando el túnel de Tetuán se alcanza la calle Casimiro Sáinz, donde se encuentra la segunda de las paradas que el vehículo realizará cuando funcione con pasajeros reales en febrero. Allí no hay carril único y el embotellamiento por culpa de los coches aparcados en doble fila obliga a una pérdida de tiempo que ni el MetroTUS puede eludir.
«Es algo que hay que tener claro desde el primer momento. Esto no es un metro, ni un tranvía», advierte Carlos Carrera, inspector del TUS. «Lo que se va a lograr es circular de forma mucho más fluida por lugares donde existe carril único, y eso ya es un gran avance. Pero esto no va a dejar de ser un autobús que va por la carretera», matiza.
Los privilegios comienzan a notarse en el Paseo Pereda. La sensación de vial libre que ofrece el carril reservado es clara y la prioridad de los semáforos completa la preferencia. «Hay cámaras instaladas en algunas zonas de semáforos que van a servir para retrasar la puesta en rojo en el caso de que se detecte cerca uno de los MetroTUS», explica Carrera. Cada vehículo tiene además una baliza que se sincroniza con muchos semáforos de la ciudad: «Si está a punto de ponerse en ámbar y detecta que estamos cerca, va a permanecer unos segundos más en verde».
«Eso se nota mucho porque sí que hemos comprobado que somos capaces de recorrer todo el Paseo Pereda sin detenernos en ningún semáforo», detalla Javier Montero mientras se cerciora por el retrovisor de que la parte trasera salva todos los obstáculos con solvencia.
«Aquí se realizará la tercera parada», confirma el inspector frente a los Jardines de Pereda. La realidad es que los 18 metros de largo del MetroTUS no suponen una gran diferencia respecto al más grande de los autobuses actuales –solo seis metros más pequeño– y no obliga a maniobras especialmente complicadas en las curvas o rotondas. «La largura no es un problema porque al conducirlo notas que el remolque te sigue con mucha naturalidad», concretan los profesionales.
En el interior, al fondo del pasillo de asientos, parece que hay un hueco, un habitáculo. «No es un baño», advierten. Es justo en esa cola donde se encuentra el motor. «Parece mentira que todo esto vaya tan suave teniendo en cuenta que es la parte de atrás la que empuja a la de delante». Esto también dota al vehículo de mayor estabilidad, porque el llamado efecto ‘coleo’, la inercia que podría adoptar la parte trasera en las rotondas y los giros, es menos acusado.
A la altura de Correos está la cuarta de las paradas previstas para este itinerario central. Justo ahí aflora otro de los problemas, la saturación de autobuses en el carril único. La prioridad se pierde si el espacio está ocupado por otro vehículo. «No queda otra. Hay que esperar a que cargue y descargue la gente», y ahí se pierde mucho tiempo. «La suerte es que con la nueva reestructuración que se va a hacer, habrá muchos menos autobuses circulando por el centro porque se supone que esta línea central evitará que otras de la periferia tengan que entrar en el casco urbano», aclara Carlos Carrera.
En el panel de control hay muchos botones, también indicadores. Al conductor, que toma este volante por primera vez, le cuesta encontrar el accionador del limpiaparabrisas, porque está empezando a llover. Y así se llega al Ayuntamiento. A partir de ahí el itinerario es muy similar a lo de siempre. «La última parada antes del intercambiador de Valdecilla sería San Fernando y ya lo tendríamos». En total, 14 minutos. A lo que habría que sumar el tiempo de las seis paradas, que resultaría de sumar el minuto y medio que como media se detiene en cada una. El cálculo total arrojaría 23 minutos. Lo que se tardará de un intercambiador a otro;aunque para ver el funcionamiento real de esta reinvención del transporte municipal habrá que esperar a su verdadera puesta en marcha en febrero.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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