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La Biblioteca Especializada del MAS (Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander) se ha perdido «en un porcentaje elevado de los fondos», según consta en el informe que el director del centro museístico, Salvador Carretero, ha elevado a la concejala de Cultura, ... Miriam Díaz. Pero el propio responsable del MAS reconoce en su rendición de cuentas sobre el incendio que se cebó con el inmueble el pasado 20 de noviembre que la biblioteca en cuestión (conocida como BEM) «estaba inventariada e informatizada en una cuarta parte». Es decir, de los 28.000 volúmenes de ensayos, catálogos de arte, revistas especializadas y monografías sólo 7.000 elementos estaban totalmente identificados, una circunstancia que Carretero atribuye a «la falta de personal».
Este factor, según la oposición municipal, va a hacer muy difícil que los santanderinos lleguen a conocer el alcance de la pérdida de esta colección, que giraba en torno al arte de los siglos XIX, XX y XXI. La concejala regionalista Amparo Coterillo señaló recientemente que en este caso se da la paradoja de que el Ayuntamiento está luchando con uñas y dientes por traer a la capital cántabra la Colección Lafuente mientras tenía entre manos un archivo muy relevante «al que nunca ha dado importancia, seguramente por desconocimiento».
También el portavoz socialista Pedro Casares lamentó el lunes que los bienes en papel no estuvieran exhautivamente inventariados. Esto imposibilitará cuantificar el número exacto y el valor de los volúmenes desaparecidos, denunció.
Al hacer balance de las bajas sufridas por el MAS con el siniestro de hace un mes, Carretero repasó las cuatro obras conocidas desde los primeros días: la escultura 'Vaca' de José Pérez Ocaña, que era una creación «liviana de papel fácilmente arrugable con cualquier contacto», por lo que no se la llevó al 'búnker' creado dentro del edificio para proteger al grueso de la colección artística; la pintura 'Altamira' de Ignacio Angulo; el óleo 'Paisaje' de Antonio Gomar y el díptico 'Pintura' de Joaquín Martínez Cano.
Además, añadió la relación de obras de arte dañadas, que son las tres esculturas siguientes: 'Caballito de mar escapando de la fosa atlántica', construido en hierro por Daniel Gutiérrez Adán «que se espera restaurar», otra escultura del mismo autor -también de hierro- a la que se habían retirado cristales y otros materiales y que podrá ser recuperada y una tercera escultura, de Felipe Montes, titulada 'Atopos', diseñada en chapa de hierro pintado que será rehabilitada. El director del MAS agregó a este listado de piezas deterioradas una peana que pertenece a la obra de José Luis Vicario 'Totemlaxis'.
Este arqueo tan exacto se vuelve difuso al llegar a la BEM. Carretero explica en su informe que la biblioteca nació en 1991 y que se habían logrado reunir unos 28.000 volúmenes gracias al intercambio de publicaciones acordado con instituciones (como fundaciones o universidades) y otros museos, de donde provenían el 60% del total de los fondos.
Entre las donaciones más importantes, el responsable directo del museo cita las de la Fundación Botín o la Galería Elba Benítez, así como las de Fernando Zamanillo, Luis Alberto Salcines, María Jesús Ortega, Diego Bedia y Simón Marchán, cuya importante aportación fue recibida por la alcaldesa Gema Igual el mismo día en que debutó en el cargo en un sencillo acto en el propio museo en el que se subrayó el interés de la colección. El conocido como 'fondo Marchán' compuesto por entre 10.000 y 12.000 libros estaba por inventariar e informatizar. Según el dato aportado por Carretero, otros 3.000 libros, de los que no especifica la procedencia estaban también a la espera de ser debidamente controlados.
El concejal no adscrito del Ayuntamiento de Santander Antonio Mantecón se sumó ayer a la petición de dimisión o cese de la concejal de Cultura, Miriam Díaz, tras examinar la documentación recibida en la comisión del lunes sobre el incendio del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (MAS). El concejal criticó que la responsable del área manifestara «desconocer tanto las causas que originaron el incendio, como el lugar en el que se originó», una información que «no había conseguido obtener de la empresa adjudicataria de las obras, SIEC».
Mantecón se preguntó «qué es lo que ha estado indagando» la edil durante este último mes para acudir a la comisión de Cultura «sin información relevante» sobre los aspectos más importantes de lo que considera una «catástrofe» para la cultura de Santander.
Pese a su significación, la BEM «se hallaba cerrada al público. Nunca se pudo abrir por falta de personal», expone Carretero, que agrega que por un lado, 16.000 piezas estaban dispuestas en estanterías. El resto (otras 12.000) se encontraban «embaladas y almacenadas». Y añade: «Tras el incendio, a la espera de un cotejo minucioso, se ha perdido un porcentaje elevado de los fondos», aunque la biblioteca «cuenta con seguro».
En su informe, el coordinador de la entidad da una prolija explicación sobre la forma en que se estableció dentro del museo un 'búnker' en el que albergar la parte artística durante las obras de reforma proyectadas. Su existencia era conocida por pocas personas por motivos de seguridad. Carretero especifica que el edificio centenario posee unas caraterísticas «complejas» ante cualquier plan de emergencia y evacuación porque carece de salidas de urgencia y contra incendios. El plan, si se diera el caso, «era claro: con prioridad para personas, colecciones y edificio (por este orden). Atendiendo a estas premisas, se realizó una cuidada colocación de cada pieza en el 'búnker' para que una evacuación resultara sencilla y rápida».
Que se hizo bien lo demuestra, a su juicio, el hecho de que para almacenar las obras en el lugar se necesitó más de un mes y, sin embargo, para vaciarlo tras el incendio solo se necesitaron tres días y medio. «Incluso, si hubiera sido necesario, se hubiera evacuado en un solo día».
Al tiempo, justifica que el almacenamiento de los cuadros se hiciera en el edificio, porque una rehabilitación «no implica necesariamente ni el cierre al público ni su vaciado completo (...) al tratarse de una reforma parcial, es totalmente normal» guardar bienes en el propio museo porque «una colección puede sufrir con los traslados». El Museo de Bellas Artes de Valencia, el Pérgamo de Berlín o el Bellas Artes de Asturias son algunos de los que, según sus datos, han hecho obras sin mover sus fondos de sus respectivas sedes.
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