Secciones
Servicios
Destacamos
«Lo personal no se puede rescatar», decía ayer con cara de circunstancias Carolina Sánchez, protagonista muy a su pesar del derrumbe del número 57 de la calle del Sol porque fue la vecina que dio la voz de alarma el día ... del desplome parcial del edificio. Sánchez subió ayer a su piso y recuperó una plancha. Comprobó que siguen en pie su cocina y una habitación, pero no tenía muchas ganas de hablar. «Puedes comprar cosas, pero...», decía mientras a su alrededor los bomberos colaboraban con otros residentes en el trasiego de grandes bolsas y maletas.
La residente en el 1º izquierda, que se pasó semanas clamando por su piso porque fue el que primero se agrietó, fue uno de los cinco propietarios (más el dueño del taller de tatuaje Alma Mater, David Poncela) a quienes ayer se autorizó a volver a sus casas para sacar «lo vital». Lo hicieron de forma escalonada y acompañados por bomberos. Los primeros estaban citados a las 8.30 horas, otros una hora más tarde y, en esta secuencia, hasta pasadas las 13.30.
Hoy, sábado, tiene permiso otro grupo de vecinos y, según aseguró el concejal de Infraestructuras, Obras y Vivienda, César Díaz, –que se pasó a primera hora de la mañana por el lugar para supervisar la actuación– se les permitirá que vuelvan otros días para seguir sacando los enseres que les puedan hacer falta. Díaz no quiso valorar la denuncia que el concejal no adscrito Antonio Mantecón ha presentado a la Fiscalía de Cantabria. «Todo lo que tenía que decir lo he dicho ya», señaló.
Francisco Ruiz
Ana López y su esposo fueron de los primeros en llegar. Ayudados por unos familiares y una furgoneta en la que fueron colocando sus cosas, se emplearon a fondo. A López, que se irá a vivir con sus padres, se la notaba muy disgustada. Según contó, su vivienda (el 1º C) no mostraba daños «ni grietas, pero está desencajada la puerta de entrada», lo que no le parecía buena señal.
Tampoco Francisco Ruiz había detectado fisuras en las paredes de la casa de su madre, en el 3º derecha. «Aparentemente está bien, aunque esto no quiere decir nada», subrayó. Ruiz no sabía que los bomberos le permitirían cargar con cuanto pudiera, así que no fue preparado para desmontar la vivienda. «Nos hemos limitado a coger papeles y cuatro cosas que considerábamos más básicas», señaló.
El piso de su madre es uno de los que estaban vacíos en el momento del desplome, pero recordar este momento le altera porque él era la persona que estaba esperando junto a los bomberos para subir a la vivienda cuando el miércoles pasado se despeñaron las dos fachadas.
«Yo era el siguiente que iba a entrar: estaba exactamente a 36 pasos de la parte que se vino abajo», afirmó. Este vecino sigue muy indignado por lo ocurrido «porque esta era la historia de un derrumbe anunciado. Estuvimos meses diciendo que se caía y se ha caído». Y recordó que la comunidad había instalado un ascensor y arreglado los accesos «pero si este señor (en referencia al promotor de la obra en la antigua coctelería Master) no entra con esa obra no hubiera pasado nada. Si no llega a ser por el 112, desde donde recomendaron a Carolina Sánchez salir corriendo ahora podríamos estar hablando de muertos».
Esta convicción ha llevado a los propietarios a unirse bajo la defensa legal del abogado Miguel Ángel Gutiérrez Liébana, quien ha recomendado a la comunidad que no hable con los medios de comunicación para que el mensaje que se traslade a la opinión pública sea lo más monolítico posible. El jueves por la tarde tuvo lugar en el hotel Bahía una reunión de la casi totalidad de propietarios en la que todos estuvieron de acuerdo en ir «a una» en la búsqueda de responsabilidades.
Este lunes, el bloque seguirá siendo apuntalado. Para este día está previsto un encuentro con la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que ha convocado a los afectados en el Centro Cultural Doctor Madrazo, donde se les informará de todas las actuaciones que está llevando a cabo el Ayuntamiento y la previsión que existe para una posible vuelta al edificio. Al dueño del taller de tatuaje, por ejemplo, se le ha comunicado que «quizá en 15 días» pueda ocupar de nuevo su local. «Es solo una posibilidad», remarcó ayer David Poncela mientras sacaba su material de trabajo del bajo colindante al que estaba siendo reformado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.