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edier burgos
Sábado, 26 de julio 2014, 09:26
Bill Gates debe su fama a la tecnología. Su fama, y su fortuna. Según 'Forbes', es la segunda persona más rica del mundo y de no ser por sus donaciones, sería la primera. Pero en los últimos años, el fundador de Microsoft ha cambiado los ordenadores que le han metido en la lista de los millonarios por innovadores proyectos para el control de la natalidad. El año pasado, donó 78.000 euros a la Universidad de Manchester para el desarrollo de unos preservativos de grafeno. Calderilla al lado de los 3,4 millones de euros que acaba de destinar a un anticonceptivo femenino que funciona por control remoto.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es el responsable de tan revolucionario aparato: un microchip del tamaño de una ficha del Scrabble que se implanta debajo de la piel del antebrazo, el abdomen o las nalgas. Para ponerlo en marcha, solo hay que activarlo por medio de un mando a distancia. Y por la batería no hay que preocuparse, porque el aparatito está pensado para durar hasta 16 años.
Este chip contiene una proteína sintética denominada levonorgestrel, utilizada en otros métodos anticonceptivos hormonales. Cada día, un impulso eléctrico libera una pequeña dosis -30 microgramos- que impide la fecundación. Para asegurarse de que las hormonas no salgan de donde no deben, la cápsula que las contiene va recubierta de un escudo de titanio y platino.
Sus creadores prometen numerosas ventajas con respecto a los métodos clásicos. Para empezar, su durabilidad de casi dos décadas, lo que supone la mitad de la vida fértil de una mujer. Además, a diferencia de otros implantes anticonceptivos, no es necesario acudir al médico para extraerlo y detener el tratamiento.
El chip se puede apagar y encender a antojo. Si una mujer quiere tener un hijo, solo tiene que desactivarlo con el control remoto y volverlo a reactivar cuando quiera prevenir de nuevo el embarazo. De la misma manera, se pueden regular las dosis de hormonas -esto sí, previa consulta con un médico-.
A pesar de que el dispositivo funciona con tecnología similar a un 'wifi', no corre el peligro de ser 'hackeado'. El control remoto solo responde si entra en contacto directo con la zona del implante. Por si eso no bastara, el mando cuenta con un código de seguridad que evitará sustos.
"Ya había cosas parecidas, como las varillas, pero no tienen una tecnología tan puntera", explica el doctor Iñaki Lete, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Santiago Apóstol de Vitoria. "Además, esta será la primera vez que la mujer podrá intervenir en el anticonceptivo".
Roberto Lertxundi, compañero de profesión y miembro de la Sociedad Europea de Contracepción, lo secunda: "Desde el punto de vista médico, este dispositivo no innova en nada. El levonorgestrel se usa desde hace 50 años. Lo que sí aporta es el autocontrol y la duración. Hasta ahora, los anticonceptivos hormonales duraban, como mucho, 3 ó 5 años".
Países pobres
La idea de los microdispensadores tampoco es nueva. En los años 90 el profesor Robert Langer -con más de 800 patentes y conocido como 'el ingeniero más citado de la historia'- comenzó a desarrollarlos en el MIT. Fue en 2012 cuando Bill Gates entró en su laboratorio con una sugerencia: crear un método anticonceptivo que durase años y las mujeres pudiesen activar cuando desearan. Rápidamente, Langer contactó con MicroCHIPS, una empresa que trabaja con microimplantes que dosifican la medicina para combatir la esteoporosis. Solo tuvieron que cambiar el contenido.
Para utilizar este aparato, todavía hay que esperar. Sus creadores calculan que estará en las farmacias en 2018 y se venderá a "un precio competente". Primero, se testará en los Estados Unidos en 2015 y deberá pasar los duros controles de la FDA (Administración de Comidas y Fármacos estadounidense). "Si supera todos los ensayos clínicos sería una grandísima noticia", se alegra el doctor Lete. "Para los países en vía de desarrollo sería una bomba. Si hicieran un campaña con ello podrían controlar la natalidad siempre y no solo de forma puntual o a corto plazo como ahora. ¡Y encima es un método reversible!".
La Fundación Bill y Melinda Gates (Melinda es la mujer de Bill) han apreciado ese mismo potencial. Según la organización benéfica, para el año 2020 habrá otros 120 millones de mujeres y niñas en los países pobres, por lo que buscan de manera urgente nuevos métodos de planificación familiar de alta calidad.
Por su parte, el MIT amplía miras y baraja la posibilidad de tratar diversas enfermedades mediante el método del microchip con control remoto. Eso sí, los doctores Lertxundi y Lete recuerdan: solo el preservativo protege ante las enfermedades de transmisión sexual.
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