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COLPISA / AFP
Sábado, 12 de diciembre 2015, 08:54
Vítores, aplausos y abrazos. Así ha sido recibido el anuncio del ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, de la aprobación en sesión plenaria del denominado Acuerdo de París por el Clima. Los delegados de 195 países han adoptado un histórico acuerdo contra el cambio climático, que une por primera vez en esa lucha a países ricos y en desarrollo. "El acuerdo de París sobre clima queda adoptado", ha proclamado el también presidente de la COP21.
Seis años después de la fallida conferencia del clima de Copenhague, la comunidad internacional demostró que tomó conciencia de un problema que amenaza la vida en el planeta.
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El Acuerdo de París reemplazará a partir de 2020 al actual Protocolo de Kioto y sienta las bases para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y, más importante aún, para empezar a soñar con un mundo sin combustibles fósiles. Propone limitar el aumento de la temperatura "bien por debajo de los 2 grados" y realizar "esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5 grados", según ha indicado Fabius.
La meta de una limitación de las temperaturas a 1,5 grados respecto a la era preindustrial es un reclamo impulsado con fuerza por países insulares particularmente amenazados por el cambio climático.
Pero países fuertemente dependientes de sus recursos petroleros como Arabia Saudita o grandes potencias emergentes, como India y Brasil, temen que una reconversión demasiado rápida de sus economías afecte negativamente a su crecimiento. La fórmula salomónica fue el resultado de arduas negociaciones.
El texto, de 31 páginas en inglés (40 en castellano), vincula la suerte de las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, a la de las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la subida del nivel de los océanos.
Los países industrializados, responsables históricos del problema, deberán ayudar financieramente a los países en desarrollo. Las potencias emergentes que lo deseen podrán añadirse también, pero de forma voluntaria, como de hecho ya ha empezado a hacerlo China. Todos los países se comprometen a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones (INDC), con revisiones quinquenales a partir de 2023.
Retos y oportunidades
Dos semanas de negociaciones, conducidas con maestría por la diplomacia francesa, llevaron a un resultado que plantea enormes retos para el sector energético, pero al mismo tiempo grandes oportunidades para los que apuesten por las energías limpias.
Las proyecciones científicas que sirven de base a los trabajos de la COP prevén que, con la actual trayectoria de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el aumento de las temperaturas podría alcanzar 4 grados a fines de siglo.
Pero incluso con un aumento de 2 grados, los científicos prevén efectos irreversibles, con fenómenos extremos frecuentes, la disminución de la productividad agrícola o la extinción de especies, si bien se considera que el planeta todavía se puede adaptar. Las temperaturas medias ya aumentaron 0,85 grados respecto al fin del siglo XIX.
Los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero (GEI), entregados por cada país antes o durante la COP son insuficientes por el momento para limitar el aumento de las temperaturas a 2 grados (la s proyecciones sitúan el aumento en un abanico de 2,7 grados a 3,5 grados).
En este sentido, el proyecto de acuerdo propone un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales a los países en desarrollo a partir de 2020 para enfrentar el calentamiento global. Este montante deberá ser revisado "a más tardar en 2025", ha añadido Fabius al presentar el texto en Le Bourget, suburbio del norte de París donde se celebra la conferencia.
Nicaragua fue la nota disonante. "Nicaragua no acompaña el consenso", dijo su negociador, Paul Oquist, quien calificó de "antidemocrático" el procedimiento que llevó a la aprobación del acuerdo. Pero todos los demás, incluso otros duros negociadores como Venezuela, mostraron su satisfacción por un éxito que su delegada Claudia Salerno calificó de "revolucionario". Para demostrarlo, Venezuela anunció que su país presentaba su INDC, que mantenía en reserva hasta la definición de la conferencia.
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