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ÁNGELA S. CIFUENTES
Miércoles, 9 de marzo 2016, 11:40
Una historia de amor en mayúsculas la que recoge El Comercio de los asturianos Enrique Vázquez (Gijón, 1933) y Aida Ortiz (Caravia, 1935), quienes compartieron hasta el último aliento de vida, tras llevar cerca de sesenta años juntos. La pareja falleció a primera hora de la mañana del 8 de marzo, tras compartir durante cuatro días una de las habitaciones del Hospital de Cabueñes. Primero fue Enrique quien decía adiós a su familia. Eran las siete y media de la mañana cuando los médicos avisaron a los familiares. Cuatro horas más tarde, era Aida la que dejó de respirar. «Fue una despedida muy romántica. Mis abuelos eran así, no podían estar el uno sin el otro», apunta emocionado Diego Vázquez, uno de los nietos de la pareja.
Hacía un mes y medio que Enrique ingresó en el Hospital de Cabueñes, tras sufrir un ictus en septiembre y Aida lo hacía el pasado viernes, tras padecer diferentes dolencias. «Lo de mi abuelo nos lo esperábamos, ya que llevaba varios días muy mal, aunque lo de mi abuela fue de repente. Estaba bastante bien». Tanto que incluso fue la propia protagonista de esta historia quien, tras su ingreso, quiso estar al lado de su marido. «Los médicos aceptaron y les permitieron estar en la misma habitación».
Familiares y amigos de la pareja fallecida se sorprendieron al llegar a la sala del tanatorio y ver al matrimonio. «No es algo muy común, pero hay veces que se da esta circunstancia y les tocó a mis abuelos». Aida, según aseguran sus nietos, no se enteró de la situación por la que pasaba su marido, ya que en las últimas horas su estado había empeorado. «Por lo menos no sufrieron el uno por el otro. Casi es mejor que todo se haya desarrollado de esta manera», apunta Jorge, el menor de los nietos de Enrique y Aida.
La pareja vivía en la calle Ramón y Cajal. Tuvieron dos hijos: Alejandro, fallecido en el año 2006, y Kike. Sus dos nietos, Diego y Jorge, hijos de Alejandro, no tienen más que buenos recuerdos y anécdotas de sus abuelos, con quienes pasaron gran parte de su infancia.
Enrique y Aida se conocieron de jóvenes y desde entonces, no se separaron. Vivieron todo su matrimonio en Gijón. Enrique trabajó como ebanista en una empresa de maderas y Aida como costurera, en la popular fábrica gijonesa Ike. Aida era prima del mítico sportinguista Pepe Ortiz. «Ambos se compenetraban muy bien. Siempre el uno pendiente del otro. La verdad que se fueron de una manera que siempre recordaremos. Mi abuela se ve que no quería estar separada de mi abuelo y no aguantó más», confiesa Jorge.
El próximo 23 de abril el matrimonio celebraría su sexagésimo aniversario de boda. No han podido resistir hasta la fecha. Han preferido irse juntos antes que verse llegar por separado.
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