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El centro cultural, conocido como el Beaubourg por el lugar que ocupa en el barrio parisino de Les Halles, fue inaugurado el 31 de enero de 1977.
El atrevimiento del 'constructor humanista'

El atrevimiento del 'constructor humanista'

Renzo Piano, autor del Centro Botín, que abrirá en los próximos meses, firmó hace cuatro décadas junto a Richard Rogers una obra innovadora y arriesgada

Guillermo Balbona

Viernes, 3 de febrero 2017, 07:13

El símil de la nave espacial fue una de las numerosas imágenes que suscitó un edificio tan singular y rupturista como revolucionario. Hace ahora cuarenta años la arquitectura moderna saludaba la llegada de una impresionante construcción ubicada en el corazón de París: el Centro Pompidou ... . Alta tecnología, combinación de extrañas formas y colores y provocador contraste con el diseño tradicional de su entorno en el centro de la capital francesa. Destinado a albergar un centro de arte contemporáneo, el nuevo edificio en sus inicios devoró literalmente a su contenido y acaparó sucesivas críticas la prensa lo comparó con una fábrica o un supermercado y contestaciones hasta ser asimilado por la ciudadanía. Este mecano flexible y contenedor radical, que hoy acoge uno de los museos y espacios culturales polivalentes más visitados del mundo, fue concebido por dos arquitectos, uno italiano y el otro británico, Renzo Piano y Richard Rogers, hasta ese momento desconocidos. El creador genovés, cuatro décadas después, artífice de una trayectoria prolífica y plural y reconocido como uno de los grandes y más personales diseñadores arquitectónicos, inaugurará en los próximos meses en Santander su primera gran obra española, el Centro Botín. Un edificio que empieza a mostrar su definición y su concepto espacial al completo dentro del contexto urbano y la bahía. La luz, la sostenibilidad, y la accesibilidad fundamentan buena parte de los postulados de la arquitectura de Piano. El arquitecto ha subrayado en ocasiones la importante singularidad del Centro Botín: "ser un edificio privado para uso público" y una infraestructura "tolerante que funciona no sólo para ver el arte sino para crear comunidad". Uno de esos edificios donde convive lo sagrado con lo profano. Para Renzo Piano la arquitectura es belleza y poesía, pero no puede ser sólo eso, tiene que ser accesible, razonable. En su ideario de integración, por ejemplo, Piano concibió su edificación Nemo en Amsterdam con forma de barco dada su ubicación portuaria. Pero en Santander ha dado prioridad a la luz a través del elemento cerámico, esa piel que ya prácticamente cubre en su totalidad el Centro Botín sobre el muelle de Alvareda. En realidad nada tiene que ver el Piano emergente del Pompidou con el veterano creador de este siglo XXI, autor que ha firmado obras como el espectacular rascacielos que se ha adueñado desde hace poco del paisaje londinense The Shard, buena parte de la Potsdammer Platz berlinesa, la renovación del centro de la capital de Malta, La Valeta, el museo de arte moderno Astrup Fearnley de Oslo, el Paul Klee Centre de Berna, el edificio de Hèrmes en Tokio, la terminal de aeropuerto en Osaka, el Palacio de la Música de Roma, el Centro Cultural Tjibaou en Nueva Caledonia, el Art Institute de Chicago o la nueva sede del New York Times.

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