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José Montés
Viernes, 1 de agosto 2014, 10:26
Acabamos de llegar a Weeze (Alemania), después de volar desde Santander. Han sido 2 horas, aproximadamente, hemos recompuesto todo el equipaje, montado la bicicleta, colocadas las alforjas y hemos llegado al hotel a las 23:55 horas.
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A Tomás le han hecho abrir la caja donde llevaba la bicicleta. Porque el scanner del aeropuerto no tenía el tamaño necesario para revisar su caja. Le han dejado pasar, no le han descubierto nada reprochable.
Hemos hecho un despliegue de medios montando las bicicletas que hemos llamado la atención y hasta nos han hecho fotografías. Nos hemos tenido que desplazar 6 km. por un carril bici absolutamente oscuro. Nadie por la calle y encontrar el hotel nos ha llevado algún tiempo aunque nos estaban esperando.
Nos hemos propuesto informaros sobre el día a día, pero también, sobre la historia y la vida que los españoles llevamos por Flandes, así que ahí va una primera ráfaga de información.
Un apunte de historia
Gran parte de lo que hoy conocemos como Holanda, Bélgica y Luxemburgo, en el S. XV pertenecían al Ducado de Borgoña.
La Duquesa de Borgoña, María, estaba casada con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Maximiliano I de Habsburgo.
Su hijo, Felipe de Habsburgo, heredó ese ducado. Se casó con Juana, hija de los Reyes Católicos, siguiendo la política de alianzas, entre otras cosas, para hacer un bocadillo (geográfico) a Francia con quien nos llevábamos a matar.
Felipe I, viniendo para España fue huésped del rey de Francia quien al verle, espetó: «He aquí un hermoso príncipe», lo que le hizo pasar a la historia como El Hermoso. Reinó en España dos años hasta que tras jugar un partido de pelota en Burgos bebió agua muy fría que le llevó al otro barrio.
Su consorte, la reina Juana La Loca quizá de amor por su esposo, fue encerrada por su propio padre en Tordesillas hasta que murió desconsolada.
Y así fue que el hijo de Felipe y Juana, Carlos I de España y V de Alemania heredara todos los territorios de sus padres y abuelos más los que se iban conquistando o descubriendo en aquellos años. Por tanto, Carlos I fue, también, rey de los territorios del Ducado de Borgoña, que desde ahora llamaremos Flandes, por donde hoy circulamos nosotros en bicicleta. En otra crónica hablaremos del reinado de Carlos y lo que supuso para Flandes y para España. Carlos, aquél que un día dijo "Hablo el español con Dios, el italiano con las mujeres, el francés con los hombres y el alemán con mi caballo", ampliaría el territorio flamenco.
Los tercios
Los Tercios fueron el soporte militar con el que los españoles fuimos conquistando, defendiendo, incluso masacrando, allí donde estuvimos, siguiendo la pauta de todos los imperios habidos y por haber. Leyendo sobre el desarrollo del conflicto entre los habitantes de Flandes y España, podemos llegar a la conclusión que mutatis mutandis fue algo similar a la guerra del Vietnam: Los autóctonos venciendo y el imperio saliendo por pies.
Pero vayamos al grano. Se dice que fue Gonzalo Fernández de Córdoba El Gran Capitán quien ya desde la toma de Granada, desarrolló esta fuerza militar muy temida por los enemigos, que eran muchos.
Por entonces la caballería acorazada (jinete y caballo) era el arma más poderosa y a Gonzalo se le ocurrió copiar a otras unidades militares ya existentes dotando a los soldados de los Tercios de una pica de 3 a 6 metros que apoyada en el suelo e inclinada convenientemente lograban erizar a la compañía con unas púas mortales que teñían de sangre a quienes pretendían atacarles, principalmente la caballería. De ahí esa imagen que tanto hemos visto en cuadros de esa época con soldados portando largas lanzas. Ejemplo: la rendición de Breda, de Velázquez conocido también como el cuadro de las lanzas (picas).
Los Tercios acuñaron una gran fama de ejército invencible dando lugar a múltiples dichos y curiosidades. Ahí van algunos:
De un oficial inglés: "A los españoles por mar los quiero ver, porque si los vemos por tierra, que San Jorge nos proteja.
Dicho de las tropas españolas en Flandes durante la guerra de los treinta años y aunque Flandes era su sepultura seguían yendo, porque así se lo pedía su honor:
España, mi natura,
Italia mi ventura,
¡Flandes mi sepultura!
Cuarteta anónima que resume el espíritu de nuestros paisanos en los siglos XVI y XVII
Allende nuestros mares,
allende nuestras olas:
¡El mundo fue una selva
de lanzas españolas!
Cervantes, Quevedo y tantos hombres de letras de la época fueron soldados en los Tercios españoles. Por último os enviamos un poema de un capitán de los Tercios de nombre Diego de Acuña que dice:
"No os preguntarán por mí,/ que en estos tiempos a nadie/ le da lustro haber nacido/ segundón en casa grande;/ pero si pregunta alguno,/bueno será contestarle/ que, español, a toda vena/ amé, reñí, di mi sangre,/ pensé poco, recé mucho,/ jugué bien, perdí bastante/ y, porque esa empresa loca/ que nunca debió tentarme,/ que, perdiendo ofende a todos,/ que, triunfando alcanza a nadie,/ no quise salir del mundo/ sin poner mi pica en Flandes".
"¡Por España!/ y el que quiera defenderla/ honrado muera;/ y el que traidor la abandone/ no encuentre quien le perdone, / ni en Tierra Santa cobijo,/ ni una Cruz en sus despojos,/ ni la mano de un buen hijo/ para cerrarle los ojos"
Leedle en voz alta y que alguien os escuche, despacio, con cadencia; es impresionante su sonoridad y no digamos su mensaje. Que suerte haber nacido en esta época.
Hoy vamos de poetas
Buenas noches
Tomás, Jose y Chema.
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