"Tras disfrutar de la hospitalidad de los húngaros, llegamos a la frontera con Eslovaquia"

Dejamos atrás las grandes extensiones de viñedos por terrenos llanos para encontrarnos al final con la montaña. Han sido 126 km. 369 m. de altitud máxima, 95 m. mínima, 620 m de ascensión y 387 m. de descenso.

Aunque pasamos de refilón, Miskolc nos da la bienvenida y nos dice que es la cuarta ciudad más grande de Hungría y la capital de esta región que atravesamos. No entramos en su centro sino que continuamos tangencialmente por las afueras. No nos apetece luchar con el tráfico pues esta ciudad tiene pinta de atascos, bocinas y vida estresada. No obstante, desde Mislock sale un trenecillo que os puede dar un panorámico viaje hasta el parque Bükk.

A pocos kilómetros visitamos Sajószentpéter, un pequeño núcleo de población del que sólo señalaremos que aquí nació Lea Gottlieb. ¿Quién es?, hombre por favor, pues nada más y nada menos que el fundador de Gottex, una marca de prendas de baño, entre otras, que fue la primera en incorporar la Lycra en sus tejidos.

Atravesamos zonas mineras junto a Szuhakálló, Kurityán, Felsõnyárád, hasta que aparece ante nuestros ojos el gran Parque Nacional de Aggtelek, Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Este parque está, una parte en Hungría y otra en Eslovaquia

¿Por qué es Patrimonio de la Humanidad? Pues porque estamos en una zona kárstica y hay más de 700 cuevas clasificadas, aunque se conocen más de 1000, de diferentes tipos que en su 99% se encuentran en un estado original y bien protegido. Sólo el 1% se muestra a los visitantes.

Quizá la cueva más importante y que se puede visitar sea Baradla, una excepcional gruta kárstica, con una longitud de 25 km, 17 de los cuales transcurren en Hungría.

Anoche en el camping de Tokaj fue imposible dormir. Nos adjudicaron una buhardilla que aunque dormimos con las puertas abiertas no dejamos de tener menos de 30 grados en la habitación, lo que nos impidió dormir a pierna suelta.

Pronto salimos de Tokaj, rodeando la montaña de vino, como yo la llamo, porque a su alrededor se sitúan todas las viñas. No hay mucho más, sin embargo deben de tener muy buena calidad.

Hemos observado que apenas hay ciclomotores, ni en Chequia, ni aquí. Los que hay aquí van sin matrícula, sin casco y sin conocimiento, algunos son muy viejos, como les ocurre a los coches que cuando arrancan y estás cerca te comes todos los gases del escape, preferentemente el aceite quemado. No sé cuántos pasarían en España la ITV. El parque automovilístico es viejísimo.

Yendo a Mislock por la carretera principal aparecieron señales de prohibido circular bicicletas, sin embargo no había alternativas así que vulneramos las normas de tráfico pero por fuerza mayor. La búsqueda de otras carreteras nos hicieron recorrer más kilómetros de los que teníamos previstos.

Cerca de Miskolc, en una frutería en la carretera nos empleamos a fondo con una sandía y otras frutas. Os hemos adjuntado algunas fotografías para que comprobéis el precio de frutas y otros artículos para que comprobéis que las cosas no están por aquí muy caras. Pensad que aprox. 300 florines es un euro.

Poco a poco acercándonos a Edelény comenzamos a ver personas de otras etnias con el cuerpo muy moreno y aspecto de ser de raza gitana. Iban en grupos, con sus bicicletas y parecían dedicarse a labores de la carretera. Era la hora de descansar y se arremolinaban en torno a frondosos árboles. Salían charlas con voz elevada, música, y parece que buen feeling.

Todos nos miraban y nos saludaban, incluso alguno en bicicleta con mono de trabajo le retó a Tomás a una carrerita que, naturalmente aceptó. Les vi a lo lejos uno mirando hacia atrás y el otro volviéndose loco con los pedales para alcanzarle. No sé quien ganó, pero una paliza sí se dieron.

Veréis una torre en una de las fotos. Como todo es llano, las usan como torre de comunicaciones.

Acercándonos a Aggtelek paramos a comernos un helado. Había dos personas bebiendo y comenzamos la conversación entre incompresión por el idioma y risas. En ese momento apareció el dueño que dijo haber estado en Alicante. Nos invitó a unas cervezas y fue a buscar un tarro de un kilo y medio de miel. Era una miel muy líquida. Sacó una cucharilla y nos la dio a probar como hacen las madres a sus hijos pequeños, conduciendo la cuchara entre sus dedos hasta la comisura de nuestros labios. Cualquiera hubiera podido pensar que ya éramos mayores como para que nos dieran de comer, pero es que el tipo se puso tierno y acabó dándonos unos besos en nuestras mejillas. Alucinábamos, pero nadie lo veía mal. Y otros besos y cucharada de miel, y así hasta que nos montamos en nuestras bicicletas. Sin embargo aún vendría otro capítulo, el tipo en cuestión nos hizo apearnos, se retiró y vino con cuatro tomates y un pimiento que me metió a mí en la bolsa delantera. Antes el tarro de miel se le había dado a Tomás.

Con gente así no puedes ser grosero. Hay que agradecerles su gesto y así lo hicimos. Podemos decir que hemos sido objeto de varios regalos y alta consideración entre los hospitalarios húngaros.

En una de las fotos cuando se anuncia un pueblo aparecen otras letras raras como si tuvieran dos nombres o estuvieran en varios idiomas. Pero, no, es el alfabeto Rovasiras, un alfabeto húngaro antiguo que dejo de utilizarse con la llegada del latín. A este alfabeto se le conoce como de runas húngaro. ¡Hala! ya sabemos todos un poco más.

Por lo demás, agradecemos la llegada a Aggtelek porque hemos tenido que subir a la montaña y la temperatura ha bajado unos grados, cosa que agradecemos, a la vez que estamos rodeados por vegetación.

Os enviamos unas fotos de cómo almacenan las bicicletas con unos amarres a la tija del sillín cómo hacen escalada en la pared que hay junto a nuestro hotelito que nos ha dado una habitación por sólo 1000 florines más que si montáramos la tienda.

Mañana esperamos pasar a Eslovaquia. Esperamos seguir contándolo y vosotros leyéndolo. Gracias por vuestros correos. Se agradece notar que estáis pendiente de nosotros.

Saludos

Jose y Tomás