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Visitando el castillo Zborov, en Bardejov.
"Continuamos por el escarpado relieve de la región de Presov"

"Continuamos por el escarpado relieve de la región de Presov"

Día 23. 106 kilómetros desde Levoca a Bardejov, con 969 metros de ascensión y 1244 de descenso

josé montes

Domingo, 16 de agosto 2015, 12:49

Hoy nos toca hacer 106 kilómetros con un desnivel para no aburrirse, 753 metros de altitud máxima, 245 de mínima, 969 de ascensión y 1244 de descenso.

Salimos de Levoca con buen sabor de boca por las fiestas de anoche, aunque por la mañana al querer desayunar nos encontramos con que no habíamos comprado leche. Tomás, a las 7.30, se dio una vuelta por el pueblo pero vino con las manos vacías. Total, que decidimos preguntarles a unos trabajadores que se hospedaban en la misma pensión y nos dieron una caja sin abrir que nosotros se la pagamos con generosidad. Luego nos hicimos unas tostadas de pan "de aquí" con el aceite de oliva que venimos transportando desde España y con la miel que aún tenemos que nos regaló aquel amigo tan afectuoso. Un buen desayuno.

Continuamos por la bella región de Presov, si no fuera por lo escarpado del relieve. Echamos de menos las llanuras húngaras aunque no su sol y calor. Pero es lo que hay, como dicen los resignados.

A unos 16 Kilómetros vemos a la derecha una colina con los restos de un castillo, son las ruinas del Castillo de Spi¨, uno de los mayores castillos en Centroeuropa. El castillo corona un monte sobre la ciudad de Spi¨ské Podhradie y el pueblo de ´ehra. Al poco de pasar un aviso del 10% nos dice que hay que meterlo todo y apretar el uno con el otro durante 3 km.

Continuamos en dirección a Presov, la tercera ciudad del país. Es raro ver hermanamientos con localidades españolas, así que Presov nos deslumbra teniendo, no uno, sino dos hermanamientos, uno con Jinamar, situada en la isla de Gran Canaria y el otro con Navalmoral de la Mata en Cáceres.

Cuando nos acercábamos a esta ciudad, un ciclista nos llama y nos ofrece una botella de agua fresca. Yo la toco y le agradezco el detalle. Tiro toda la que llevaba que ya estaba caliente, y la lleno con el agua que me ofreció. A continuación le pego un trago y casi me mareo del olor a putrefacción del agua. Parecía ese tipo de líquido que en algunos balnearios sale con unas características minero-medicinales excepcionales pero que no hay quien se lo meta en la boca. Le avisé a Tomás que no llenara sus poncheras y el tipo se mosqueó. Salimos primero nosotros y al poco tiré toda el agua que llevaba y deje la ponchera sin el tapón para que se oxigenara. El tipo que venía detrás se dio cuenta del "desprecio" y nos pasó sin saludarnos. Un amigo menos.

Como las ciudades grandes nos agobian, la cruzamos como podemos y nos desviamos al norte en busca de nuestro destino: Bardejov. Para ello hemos ido por un pueblecito llamado Fintice y luego hemos continuado a Zahradne para salir a Túlcik. No os podéis imaginar la cuesta de unos 3 o 4 kilómetros al 12 % que nos ha tocado subir con toda nuestra impedimenta y con una temperatura de 34 grados a la sombra.

Bardejov es una ciudad Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000 por sus monumentos y su centro urbano medieval fortificado, que se conserva intacto, destacando la monumental Iglesia de San Gil. Asimismo posee un pequeño barrio judío en torno a una soberbia sinagoga del siglo XVIII. El nombre de esta ciudad procede de la palabra húngara 'bard' (hacha) que puede indicar el territorio que podría haber sido cortado en un solo día. La verdad es que viéndole ahora tuvo que ser un grupo amplio de leñadores de recia envergadura los que determinaron el territorio. ¡Uf!, Sudores nos dan

Por aquí hay muchos balnearios porque vemos muchos manantiales de agua, según dicen, con mineral terapéutico, aquí estuvieron zares, emperadores, príncipes y princesas reparando sus reales cuerpos.

Al llegar a nuestro destino 'Penzion semáforo' una matrimonio muy amable nos atendió y él se ofreció a llevarnos en coche al castillo Zborov que está en los alrededores. Él es algo así como un voluntario con galones porque tiene contratado a varias personas de etnia gitana que trabajan en la reconstrucción del castillo. Nos lo estuvo enseñando y explicando. Resultó muy interesante. Le invitamos a unas cervezas al terminar pero declinó nuestra oferta, así que Tomás y yo fuimos a dar una vuelta por el centro urbano medieval que hoy estaba con fiestas. Una superpizza que no acabamos y un litro de cerveza nos dejaron ya con ganas de descanso, así que bordeando y rebordeando a todo el personal que esperaba la actuación de un grupo musical pusimos proa a nuestra pension.

Hasta ahora, de lo que hemos visto de Eslovaquia solo podemos afirmar con rotundidad tres cosas, que es un pequeño país muy montañoso, que tiene unas cuestas de aúpa y que disfrutan de una cerveza marca Saris que está de rechupete.

Saludos

Jose y Tomás

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