Medio siglo de una parroquia solidaria

Cincuenta años de vida parroquial. Medio siglo de dedicación plena no solo a evangelizar a unos vecinos, sino a ayudarles a conseguir los equipamientos fundamentales para garantizar su calidad de vida, en unos años de precariedad sobre todo en infraestructuras. La parroquia de Nuestra Sra. de Covadonga, en el Barrio del mismo nombre, está de fiesta. Celebra unas 'bodas de oro' con el orgullo de haberse constituido en una institución fundamental para el conjunto de este populoso distrito que comenzó a edificarse en los años 60.

La comunidad que se formó en torno a este templo, construido a iniciativa del entonces párroco de la Virgen Grande, Monseñor Teodosio Herrera, formó una gran familia no solo creyente, sino practicante, en especial en cuanto a articular el día a día de un barrio fundamentalmente de base obrera, que a pie de reivindicación colectiva, ha logrado importantes inversiones.

De manera que, ha llegado la hora de intentar devolver lo mucho que bajo la tutela de esta iglesia se ha hecho, reto que se intentará asumir con un programa de actividades conmemorativas que comenzará el próximo sábado, día 7 de abril, con la Misa Cántabra de Nobel Sámano, a las 20.00 horas. El domingo 8, habrá una Misa de Celebración, a las 12.00 del mediodía, con la comunidad parroquial y los padres dominicos que están al frente de la misma como principales protagonistas. Estos actos se prolongarán durante una semana.

La parroquia es, hoy, mucho más que un lugar al que acudir para reunirse y formar parte de sus diversos grupos de acción social (scouts, catequistas, escuela de padres, etc.). Porque muchos vecinos no conciben el Barrio Covadonga, sin esta comunidad que se fundó en 1968 y de la que fue su primer párroco el joven sacerdote Fernando Meruelo Sota. El fue, realmente, el iniciador de la vida social y religiosa de niños y jóvenes, hasta su traslado a Gama, que se produjo en 1971. Durante esos años la parroquia se convirtió en un centro juvenil con actividades de ocio y culturales para la juventud de Covadonga que, en 1975 contó con un centro propiamente para ellos. Senderismo, acampadas, teatro y otras acciones comenzaron a organizarse para que los chavales del barrio dispusiesen de una infraestructura y unos contenidos capaces de atraerles, en un entorno más bien negativo, distante del centro de Torrelavega y con escasísimas dotaciones a todos los niveles.

Pero, sin duda, uno de los grandes revulsivos que tuvo esta comunidad coincidió con la llegada de los religiosos dominicos. El 7 de junio de 1972, según consta en los datos recabados por la comunidad actual, aparece la firma del Padre Felipe María de Castro en los libros parroquiales, «y es a partir de ahí, cuando ya se ve que vinieron asignados como párroco y coadjutor, los Padres Fernández de Viana y Claudio Barbería Lasa», explica el Padre Fernando Serrano, quien junto a los Padres Juan Antonio sánchez y Eugenio Martínez Valle, son los tres dominicos al frente de esta parroquia y de la de Campuzano.

Nieves Hernando y Juana Camacho, integrantes de la comunidad parroquial, añaden que bajo la dirección de los dominicos se puso en marcha un programa de integración, entre los años 1972-75. «Los Padres fueron casa por casa para conocer a todos los feligreses, presentándose y pidiendo su colaboración», labor que se complementó con las clases de evangelización en los colegios y la creación de la primera Escuela de Padres de Torrelavega.

Inolvidable recuerdo es el taller ocupacional a iniciativa del Padre Damián Calvo, que ayudó a muchos jóvenes, en los años 80, a 'escapar' del grave problema de las drogas que en el municipio causó un enorme daño a toda una generación. «El Padre Damián organizaba primero unas acampadas en el monte para que los chicos pasasen los peores momentos de su proceso de desintoxicación y luego les insertaba ocupacionalmente en el taller».

Fue fundamental, también, la labor que realizó el Padre Juan González, dominico que falleció, inesperadamente, mientras dormía, en 2010. Llegó al Barrio en 1987, destacando siempre por su compromiso en los problemas sociales de Covadonga «y esforzándose por solucionar las carencias más acuciantes de los vecinos, en la lucha contra las diferencias e injusticias. Siempre dio la cara por los más débiles y dedicó horas a reivindicar los derechos para el Barrio». La etapa en la que más sufrió fue cuando la orden propuso el abandono de la parroquia, meses antes de su muerte. El Barrio, al conocer esa noticia se puso en pie y comenzó una reivindicación para evitar que los dominicos dejasen Torrelavega. El proceso incluyó varias movilizaciones ante los superiores de la Orden que fructificaron en un compromiso de permanencia.

En esta larga vida de la parroquia que ahora se festeja está la historia del Barrio, «cuyos logros han sido arrancados de las manos de muchos ediles, regidores y gobernantes y del denodado trabajo ciudadano».