

Secciones
Servicios
Destacamos
GUILLERMO BALBONA
Sábado, 6 de febrero 2010, 10:45
'Memoria para seguir un rastro', de Ana García Negrete, constituye como ya se avanzó el segundo número de la colección de poesía cántabra 'La Grúa de Piedra'. El catedrático, ensayista y poeta Ángel Prieto de Paula, autor del prólogo del libro, y Luis Alberto Salcines, director de la colección, acompañan a la autora en la velada. El Museo de Bellas Artes acoge la presentación, a las 19,30, acto organizado por el Ayuntamiento de Santander y la Consejería de Cultura. Ana García Negrete (Castro Urdiales, 1961), autora de 'Algo tendrán que decir las estaciones' (2005) (La Sirena del Pisueña), fue incluida en antologías como 'Nueve novísimos de la poesía en Cantabria' (1998), 'Con tu piedra' (2006), '25 Años de Creación Poética en Cantabria' (2006), 'Aliendos. Haikus para un mundo sostenible' (2007) y 'Haz de rectas' (2009). Inició su actividad poética y cultural con el histórico grupo Cuévano, publicando a partir de entonces en distintas revistas.
-¿Cómo se define en prosa la poesía que traza la identidad de 'Memoria para seguir un rastro'?
-Diría que transcurre a través de un viaje vital que siempre está en marcha, que no se estanca ni permanece quieto o completado. Aunque la palabra memoria inicia el título, no es en absoluto una recreación del pasado. Más bien al contrario, se rescata la experiencia de lo sentido o lo vivido para una vez filtrado en la intimidad de la percepción, palpado en su esencia, en su significado último si lo tuviera, seguir avanzando y salvarse de las trampas a las que la memoria pudiera llevarnos. No hay, en ese sentido, sentimentalidad ni nostalgia. Es constatación y es acción. Platón decía que en la memoria residen las ideas. En la memoria residen desde luego muchas de las claves que nos construyen como humanos.
-¿Escribe desde el asombro, por oficio, costumbre, o sencillamente por necesidad?
-Es difícil decantarse. Primero vino la necesidad adolescente que se mantuvo más o menos fértil a través de los años. Una llega a la conclusión de que si no lo toma por costumbre, entendida como habitualidad, difícil será llegar a algo que pueda darnos alegría. El asombro puede ser que se manifieste siempre detrás de lo escrito, ya que si no ¿por qué recaen nuestras meditaciones sobre tal o cual acto u objeto? El azar nos lleva a menudo a decir lo que subyace en nosotros y necesita ser expresado. El oficio de poeta como intentó decir Rafa Colomer es la ascensión permanente que siempre se busca. Feliz aquel que lo consiga.
-¿Cuál es el territorio poético que alumbra su nuevo libro?
-Hay un universo externo que ha sido primero enclaustrado internamente para volver afuera, que representa la primera parte 'Alrededores'. Cuentan la primera visión de lo que exhibe un escenario que está a la vista, pero que solo enseña una parte. Hay un universo interno que intenta indagar, buscar en lo que somos, en lo que nos construye como seres sensitivos y pensantes con un tiempo y una memoria que siempre nos persigue pero en lo que no nos instalamos. Hay una forma de escuchar los ruidos interiores, y hay que prestarles la atención que requieren. Y hay un tercer espacio de reflexión alegre y vital de un universo que es interno y también externo en tanto siempre es compartido. Y que es acción, presente, real. Lo que nos hace ser. Es una poesía sensual que busca los resortes que se disparan felizmente y que constatan que la vida siempre es. Tanto el universo externo como la plenitud sensual se sustentan necesariamente en 'Campo de huellas' que es el motor que impulsa todo lo demás y que reflexiona atento para dejar paso a todo lo que ha de llegar, sin limitar la esperanza .
-Lo de ser una poeta hacia dentro, ¿lo imponen las circunstancias, la timidez, la prudencia...?
-Bueno, es una graciosa e irónica expresión para decir que uno no publica. ¿Las razones? La prudencia, la timidez y las circunstancias que no siempre favorecen. Es una manera de ser. Nunca he pedido a nadie publicar. Algunas personas que me conocen han leído, sabido de mis poemas y han querido generosamente hacerlo tirando de mí. Me cuidan. Tengo ese convencimiento. Es una fortuna.
-Angel L. Prieto de Paula habla en el prólogo de 'La respiración del espíritu'. ¿Qué mide su pulso poético?
-Lo que no se dice pero está, lo que subyace en lo aparente, por más que sea hermoso o falso, lo que está más allá de lo evidente, lo que de verdad es. Lo que nos callamos para no ser nosotros. Bueno, eso es lo que yo quisiera, los lectores dirán si es cierto o no. Trato de desvelar, en mi acercamiento al mundo, no hay trampas, solo indagación y ganas de seguir buceando.
-Escribir en estos tiempos, ¿supone una impostura, un exilio interior, una forma de resistencia?
-La impostura es negación, representa la mentira, así es que en estos tiempos, como siempre, es necesario escribir y contar lo que ocurre, lo que es. Y reaccionar siempre contra la mentira. El escritor tiene una responsabilidad ética frente al mundo, eso sí lo creo y por eso mismo debe ser, una forma de resistencia. Para mí lo es. Resistencia que nos fortalece, que no deja que los avatares o las tragedias del mundo nos dejen indiferentes y tampoco nuestras tragedias personales. También hay que resistir ante la complacencia de los que creen que todo está bien, de los incapaces de ver más allá y que se instalan en una boba felicidad de la inconsciencia. En 'Algo tendrán que decir las estaciones' se hacía quizás más patente esa resistencia frente al mundo. Irak, el dolor infligido, el suicidio, la ignorancia de los demás. en 'Memoria.' está también aunque contada de otra manera. Es un universo más interior.
-¿Cree que generacionalmente se ha producido definitivamente un recambio de voces poéticas?
-Sí, claro, es inevitable. Si no fuera así es que los más jóvenes habrían dejado de escribir. Lo que no quiere decir que los que no son tan jóvenes deben pasar al cuarto de los trastos. Esa es una tentación en la que se cae a menudo. Creo que lo importante es tener algo que decir y el cómo decirlo. Todo unido. A los jóvenes hay que darles cancha para que puedan crecer, hay que mimarlos, y luego ya veremos, y cultivar a los menos jóvenes que siguen diciendo algo e indagando. Salvo venturosas excepciones las obras maduras de los poetas son lo mejor de su legado.
-¿Por qué se decidió a publicar ahora?
-Cuando creí que podía ser divertido salir del armario poético, pero sobre todo por el empuje de unos pocos.
-Usted ha hablado de esas pérdidas «livianas, cotidianas, con las que aprendemos a vivir». ¿La escritura es siempre derrota?
-En absoluto. Lo bueno de constatar lo vivido, sea o no derrota momentánea es la maravillosa oportunidad de continuar avanzando, reconstruyéndonos. Constatar para renovar. He tenido malos momentos como todo el mundo sobre los que reflexionar, pero nunca me he sentido derrotada, más al contrario fortificada, renovada y mejor construida. Lo dice la cita de Rilke que inicia 'Campo de huellas' en el libro, con la que me identifico.
-Supongo que tiene inéditos...
-Tengo material sí, pero no ingente. Tengo una vida muy activa y he descubierto que los días seguirán teniendo 24 horas para siempre. Pero es verdad que a veces soy capaz de escribir una idea que llega en ráfaga y dejarla reposar hasta que me encierro con los cuadernos que voy dejando.
-¿Cómo valora la cultura de Santander?
-En lo básico tradicional, poco imaginativa en general. No hace falta más que viajar por el mundo para saber todo lo que puede hacerse y que no acaba de llegar aquí. Nos falta mucho. Tenemos la imagen plástica de un Palacio de Festivales, encorsetado como si fuera una metáfora de sí mismo. Y hacen falta tantas cosas. Edificios que alberguen espacios capaces de transmitir algo más que bostezos y recuperación de otros que podrían funcionar fantásticamente como es la caseta de bombas, tan abandonada, que produce sonrojo entrar dentro, pero que ha llegado a albergar en sus aledaños conciertos y exposiciones. ¿Por qué no fomentar espacios como éste? Las carpas blancas que proliferan son la caspa de nuestras plazas. El caso es que se aceptan como algo normal, como si no pudieran evitarse, como si no hubiera alternativas más adecuadas. Esa es la visión, ¿a sí es que? Sería injusto de todas formas decir que todo es así y que no hay iniciativas interesantes. Las hay. Insuficientes.
-¿Qué opina de Santander 2016?
-La verdad desconozco prácticamente todo sobre ese 'evento'. Yo creo que debería saber más a estas alturas ¿no cree? Pero supongo que nos desvelarán exactamente de qué se trata muy pronto. De momento tenemos banderas, pero claro, enseguida tendrá que haber algo más porque con eso.. Intervendrán los que hayan de venir de fuera para impregnarnos de cultura en ebullición y se mezclarán con los creadores de aquí. ¿Qué otro sentido mejor puede tener sino la miscelánea y el encuentro? También la Europa exterior necesita saber que aquí se crea y se hacen cosas. Que también se mira de frente a la cultura.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.