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CONSUELO DE LA PEÑA
Sábado, 13 de febrero 2010, 10:26
Amenazas, agresiones físicas entre alumnos, coacciones a compañeros, insultos, humillaciones.. son casos aislados en las aulas de Cantabria, pero lejos de producirse una progresiva erradicación, van en aumento.
Los episodios de violencia escolar en las aulas de Cantabria crecieron un 39,3% durante el primer trimestre del actual curso escolar respecto al mismo periodo del año anterior. La Unidad de Convivencia Escolar de la Consejería de Educación abrió 39 expedientes a otros tantos alumnos, lo que supone un 0,05% del total de la población escolar de Cantabria, cifrada en 84.340 alumnos. Sin embargo, entre octubre y diciembre de 2008, las diligencias disciplinarias afectaron a 28.
Más de la mitad de las sanciones se localizaron en los dos primeros cursos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), cuyo alumnado se sitúa entre los once y trece años, la edad «más conflictiva», según los educadores y padres. Y todas ellas se produjeron en los centros públicos, porque los privados son más «transigentes y no quieren dañar su imagen pública», según reconoció a este periódico el representante de la Federación de Padres y Madres de Cantabria (Fapa), Juan Vilches, y el de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (Concapa), Manuel García Oliva.
La mayor parte de los expedientes (32) culminaron con la suspensión de la asistencia a clase del alumno díscolo por un término medio de once días. Los ocho casos restantes se resolvieron con la sanción más grave, el traslado a otro centro.
Los hechos más frecuentes que dan origen a estas correcciones se refieren a agresiones físicas y morales, amenazas, coacciones, humillaciones, actos de indisciplina y daños a las instalaciones de los centros.
A pesar de los datos, la consejera de Educación, Rosa Eva Díaz Tezanos, es optimista y considera que el clima de convivencia escolar en Cantabria «es adecuado», ya que «el número y la gravedad de los casos planteados no es significativo».
Las cifras sobre convivencia y absentismo en los centros educativos de Cantabria se pusieron ayer sobre la mesa del Pleno del Observatorio Escolar de Cantabria, un órgano presidido por Díaz Tezanos y otros miembros de la administración educativa, en el que están representados además los padres de alumnos de los colegios públicos y privados, los directores de los colegios de Enseñanza Primaria y Secundaria, los sindicatos docentes, la Fiscalía de Menores, la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria, la Dirección General de los Servicios Sociales, la Dirección General de la Mujer, la Delegación del Gobierno, la Dirección de Juventud y el Consejo de la Juventud, los alcaldes de Reinosa y Colindres y la Asociación de Prensa de Cantabria. En este foro, cerrado para los medios de comunicación, la consejera Díaz Tezanos presentó el informe de la Unidad de Convivencia y los datos de absentismo escolar del primer trimestre del curso.
El 'ciberacoso' en las aulas
Las cifras de acoso escolar tampoco han descendido, pero se focalizan en el 'ciberacoso', una modalidad de hostigamiento escolar que crece al mismo ritmo que el uso de las nuevas tecnologías y que en el primer trimestre de este curso escolar dejó dos casos en otros tantos centros de la región. En este periodo la Unidad de Convivencia estudió 20 casos de posible acoso escolar a petición de los equipos directivos y de las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, frente a los 16 del primer trimestre del curso anterior. De ellos, dos fueron clasificados como casos claros de 'ciberacoso'. Uno de ellos se resolvió con un expediente al chaval y en el otro, que afectaba a un grupo de alumnos, se recondujo la situación tras una labor de mediación.
Sin embargo, los representantes de Fapa y Concapa consideran que «hay muchos más casos de ciberacoso lo que ocurre es que no se detectan, no salen a la luz».
Pero ¿cómo se fragua el ciberacoso? Un ejemplo. A un chaval le compran un teléfono móvil y él lo lleva a su centro escolar y se pone morado a hacer fotos. Luego cuelga en Internet una imagen de un compañero, al que habitualmente ya tiene como objetivo de escarnio y la manipula, de manera que aparecen junto a ella determinados epítetos. Esta práctica, que a veces comienza como broma, acaba mal porque causa daño a las víctimas.
Otros cinco de los 20 casos analizados requirieron la intervención de los Servicios Sociales por riesgo de desprotección del menor y el resto (13) fue reconducido con medidas para mejorar la convivencia entre el alumnado implicado al descartarse que hubiera acoso escolar.
La consejera mostró su preocupación por el uso indebido de las nuevas tecnologías en ciertos foros y espacios de Internet y telefonía móvil para difundir comentarios despectivos o insultantes. Díaz Tezanos recordó que en ocasiones las familias desconocen este comportamiento de sus hijos.
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