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ENRIQUE MÜLLER
Sábado, 13 de febrero 2010, 01:31
Diego es un medico que ha perdido la capacidad de sentir dolor o compasión por el mal ajeno, el que sufren sus pacientes, pero su coraza autoprotectora quedará hecha trizas con un incidente que le cambiará la vida y le enfrentará a un mundo misterioso y sobrenatural que le ayudará a recuperar la condición humana.
La trama de la cinta 'El mal ajeno', dirigida por el cineasta Oskar Santos y protagonizada por el santanderino Eduardo Noriega y Belén Rueda, tiene dos caras que logran interesar al público y, al mismo tiempo, volverles desconfiado. El comienzo del filme, que ayer tuvo su estreno en Berlín en la sección Panorama, tiene éxito en retratar la vida íntima de un médico inmune al dolor de sus pacientes, y las tragedias diarias que se viven en la sala de urgencias de un hospital.
Pero el lado fantástico de la cinta tiene el raro mérito de quitarle credibilidad al relato y convierte una buena idea en algo parecido a una caricatura, a pesar de los intentos del director de unir los dos mundos, el real y el fantástico, para hacerlo creíble al público. 'El mal ajeno' tiene excelentes intérpretes y un buen comienzo, pero a causa del 'don', un poder sobrenatural que sirve para curar a los seres humanos en estado terminal, la ópera prima del director fue recibida con un sospechoso silencio por el público y no logró acaparar la atención de la prensa.
Dos aspectos que no parecieron influir en la autoconfianza de Santos, quien admitió que acudir a la Berlinale con su primer largometraje era una forma «muy bonita» de empezar su carrera en esta especialidad. «El verdadero juez de la película será el público tras el estreno en España el próximo 18 de marzo», dijo. «Hago cine para contar buenas historias y que estas puedan llegar al público y no para ir a los festivales», añadió.
La presencia de Amenábar, uno de los mayores valores internacionales del cine español con títulos como 'Abre los ojos' y 'Los otros', dotó de empaque la presentación del filme ante la prensa en la Berlinale, donde el cineasta presentó hace catorce años su ópera prima, 'Tesis'.
«No me veo como productor ni he pretendido serlo. Sólo he intentado echar una mano en lo que he podido. Además no entiendo nada de números. He actuado más de interlocutor entre la dirección y la producción», explicó Amenábar. El guión, firmado por Sánchez Arévalo, emplea el cariz de 'thriller' fantástico que destila la cinta como vehículo para ensalzar los parabienes de la catarsis personal a través del amor a los seres queridos.
Para Noriega, de 36 años, que acapara casi cada plano y secuencia de la película, su principal reparo a la hora de aceptar el papel de Diego fue asumir que ejercería de padre ficticio de una adolescente de 17 años, a la que da vida Clara Lago, en plena exploración de su incipiente sexualidad. No obstante, la efectiva caracterización física del personaje -por obra y gracia del maquillaje-, que avejenta al actor en unos diez años, le convenció de que podría interpretar el papel. «Tuve que centrarme en crear y creerme una relación con esa hija, para que se refleje en la pantalla y sea creíble para el público», indicó Noriega, quien encarna con solvencia el papel de médico impertérrito que se da de bruces con su propia vulnerabilidad. El intérprete, habitual de las cintas de Amenábar, no oculta su admiración por el director de 'Ágora', aquí en su primer trabajo como productor.
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