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NACHO CAVIA
Domingo, 21 de febrero 2010, 01:22
El túnel de la estación de Renfe en Los Corrales de Buelna lleva camino de batir todos los récords posibles y convertirse en el ejemplo perfecto de cómo no se debe construir un paso subterráneo.
Primero fue la lentitud de las obras, que tardaron el doble del tiempo previsto. Luego la inversión, en este caso más del doble de la inicialmente estipulada. Y más tarde, lo poco que ha durado la limpieza de cara que se le ha hecho a ese paso subterráneo. Acababan de terminar las obras de instalación de nuevos paneles y ya se notan los primeros impactos de los vehículos sobre esos paneles por la estrechez del vial. Y como viene sucediendo desde el inicio de las obras, también récord de asistencia, que no hay día que no pasen los vecinos, especialmente jubilados, a decir aquello de que «si ya lo decía yo, que por aquí dos camiones no pasan».
Todo ello para desesperación del concejal de Obras del Ayuntamiento, Serviliano González (PP), que por mucho que lo intente, no puede con ese túnel. Aunque bien es cierto que no todo es malo: se ha terminado por fin con el problema de las farolas, ya fuera de las aceras, y se han colocado los pasos elevados para reducir la velocidad antes, durante y después de ese paso subterráneo y la rotonda virtual. Otra de las actuaciones ha incidido en la eliminación de las inundaciones del interior. Y para asombro de todos, ahora las inundaciones también se dan en el exterior.
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