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Quique González, rodeado por sus músicos, en el concierto de la sala Argenta. :: YARMEN
Quique González sirvió en Santander un intenso 'Daiquiri Blues'
MÚSICA

Quique González sirvió en Santander un intenso 'Daiquiri Blues'

El músico afincado en Villacarriedo abrió la temporada del Palacio de Festivales en un lúcido concierto de casi dos horas y media

ALVARO MACHÍN

Martes, 9 de marzo 2010, 01:32

Al piano. Bajo un cartel luminoso con un sabroso aire decadente. Golpeando con respeto las teclas como ese viejo pianista perdedor de la canción de Ana Belén. Recitando una canción suave. Suave y armoniosamente lenta. 'Algo me aleja de ti...'. Quique González se plantó ante la Sala Argenta armado con lo justo: buenos músicos y buenas canciones. Sorbo a sorbo. De dulce y amargo. A partes iguales las comas y los puntos y aparte. Santander probó el 'Daiquiri Blues' y le gustó.

Este tipo de aire despistado andaba nervioso y especial. «Antes siempre me pasaba en el concierto de Madrid, pero ahora...». Cinco años probando de esta tierra se clavan en las tripas y en las canciones. Por eso explicó que grabó su disco en Nashville, pero que se 'parió' en los bares de la calle El Sol y en los prados de Villacarriedo (hasta contó que en uno de ellos acabó su coche...). «Gracias paisanos, amigos, vecinos...», repitió con una sonrisa juguetona camuflada en la barba, el pelo y una americana oscura de músico encantado en un teatro.

Había pedido la magia antes de empezar. Ésa que los que tocan saben que sólo a veces surge en un concierto. Y todos se marcharon pensando que la hubo.

Cuando bebieron los primeros sorbos del Daiquiri y cuando recordaron sabores del pasado. Porque en el concierto-que duró lo que duran las noches que de verdad son especiales- se conjugaron las canciones de ahora y las que ya son de siempre. Con algunos guiños en forma de explicación que acercaron, aún más, a un artista y al lugar donde ahora se esparce.

Tanto fue así que, en un momento, Quique volvió solo, desnudo de artilugios y fachadas, para colocarse una armónica y sostener la guitarra. Fue entonces cuando más se notó que no era sólo el concierto 17. Dedicatoria sentida para las piscinas de al lado de casa y 'Aunque tú no lo sepas...'. Los habituales se miraban y se decían en voz baja: «Esto no lo hace siempre». «¿Y ahora qué queréis que toque?», preguntó después...

Y otros detalles. Un sonido preocupado porque se entienda cada palabra de una cuidada letra. Con su claridad y sus riesgos. Cuatro acompañantes que tocan con el mismo gusto fuerte y flojito.

Y otro gran músico, Fernando Macaya ('Mac'), presentado a destiempo por los nervios del anfitrión al tocar en casa, pero grande en la compañía y en la ejecución (como grande es el documental que ha elaborado en torno a la grabación de 'Daiquiri Blues'). Él es uno de los eslabones de las esposas que han atado a González cerca del Cantábrico.

«Cuando estés en vena», suena en la primera frase al apretar el 'play'. El Palacio fue vena y arteria. De ida y vuelta. El ciclo de la sangre bombeada desde un corazón de canciones artesanales. Como él está ya en vena de las aristas, las esquinas, el olor del verde y el asiento del fondo de un bar cualquiera de por aquí. Uno más entre nosotros. Sin hacer mucho ruido... Profeta en su nueva tierra.

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