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BORJA OLAIZOLA
Miércoles, 17 de marzo 2010, 10:57
Ni hombre, ni mujer ni todo lo contrario. En la pirotecnia informativa que hacen detonar todos los días los tabloides británicos se coló ayer un escocés de 48 años que ha conseguido que las autoridades de Australia, país en el que reside, le reconozcan como una persona con género sexual neutro. Nadie tiene muy claro para qué puede servirle ese reconocimiento, pero el hecho fue saludado con grandes titulares, como un acontecimiento de carácter «histórico».
El personaje se llama Norrie May-Welby, tiene 48 años y se fue a vivir con sus padres a Australia cuando tenía 7. Al cumplir los 28 se sometió a una operación de cambio de sexo y salió del quirófano convertido en mujer. Su nuevo papel no le dejó del todo satisfecho, así que al cabo de dos años interrumpió el tratamiento de hormonas femeninas al que se sometía y pidió a las autoridades australianas que revisasen su caso para ser declarado como una persona sin género.
Según explica el protagonista de la noticia en su propio blog, cursó la solicitud para evitarse problemas burocráticos. Norrie cuenta que cuando en un aeropuerto tiene que identificarse como hombre o mujer es frecuente que surjan malentendidos con los funcionarios de frontera y policías porque comparte rasgos físicos de ambos sexos. «La solución -escribe Norrie- era simple: no tener identificación sexual en mi documentación». Las autoridades australianas rechazaron inicialmente la solicitud, aunque finalmente accedieron y la semana pasada el gobierno de Nueva Gales del Sur confirmó que había expedido a su nombre el primer certificado sin especificación de género. Es decir, que a efectos legales Norrie no es ni hombre ni mujer.
Raza y religión
El escocés sin género interpreta la decisión como un paso adelante similar al que se produjo cuando la raza o la religión desaparecieron como rasgos identificativos de los documentos oficiales. «Tendemos a creer que hay reglas sociales que son inmutables, pero van cambiando a medida que la sociedad aprende a valorar a cada persona sin considerar prejuicios como la raza, el estado civil o la sexualidad y el género. No hay razón para seguir insistiendo -añade- en que nuestra identidad legal deba incluir un reconocimiento público de un asunto muy privado, como es el de nuestro sexo».
El sexólogo Manuel Lana cree que el caso de Norrie puede ilustrar la distancia que hay entre la identidad del individuo vista desde fuera y la experiencia sexual de cada uno. «Es bastante común que una persona que desde su propia experiencia no se siente claramente identificado ni con lo masculino ni con lo femenino sea retratado desde fuera con una determinada identidad sexual. Hay personas -añade el sexólogo- que pueden tener infinitas identidades sexuales desde el punto de vista de la experiencia, pero a las que la identidad de género que se les asigna desde el exterior se les queda corta».
Norrie, el escocés sin género, cree que su nueva situación legal se aproxima bastante a su realidad en la medida en que «nunca me he sentido del todo hombre ni mujer, ni tan siquiera en la infancia».
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