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Eduardo Gruber, entre sus dos obras destinadas a las portadas del Anuario. :: ANDRÉS FERNÁNDEZ
ARTE

«La independencia es la tabla de salvación del artista»

Autor de las portadas del Anuario de Cantabria de 1985 y 2009, el pintor y escritor santanderino ha desarrollado en los últimos 25 años una de las trayectorias más sólidas del arte cántabro Eduardo Gruber Artista

GUILLERMO BALBONA

Viernes, 16 de abril 2010, 12:00

Lleva toda una vida cruzando fronteras artísticas. En cada obra revela querencias por lo versátil, plantea abstracciones y traza interrogantes, misceláneas de hiperrealismo y figuración, donde la curiosidad se torna indagación humana y exploración incesante. Huye siempre del lugar común, del territorio convertido en estancia recurrente y busca arquitecturas, metáforas y devociones que se funden en ciudades, dimensiones y emociones privadas. En 1985, cuando su obra emergente apuntaba ya hacia la madurez de un creador total, su concepción de la pintura abría el itinerario plástico destinado a la colección del Anuario de Cantabria de EL DIARIO MONTAÑÉS.

Un cuarto de siglo después otra portada suya completa una elipse de sueños realizados, decenas de exposiciones, proyectos celebrados y un mapa plural configurado por el universo de Eduardo Gruber: sus dibujos, pinturas y arquitecturas portátiles. El Anuario conmemora estos días su 25º aniversario. En paralelo, la iconografía del artista, sus óleos y dibujos, o sus manifestaciones reales y virtuales -que comprenden desde 'La ciudad portátil' que se exhibió en Santillana del Mar hace dos años hasta proyectos como el de la Chimenea (Sarón); Salve (Bilbao); o la Casa de piedra, en Santander-, reflejan la cartografía de un artista reflexivo, perseguidor constante de un lenguaje profundo, alejado de lo acomodaticio. Entre el lirismo, el misterio y el informalismo, la propuesta de Gruber ha salido muchas veces del lienzo para extenderse por el urbanismo la intervención paisajística, la ópera y la literatura. Siboney este verano espera sus nuevas miradas.

-Al margen de la propia connotación rupturista, ¿por qué eligió un dibujo en lugar de una pintura para el Anuario de Cantabria 2009?

-Es sabido que tengo debilidad por el dibujo, y por el lápiz como herramienta. Me pareció que esta sencilla elección potenciaba lo que quería decir.

-Hay algo de icono y de simbología global en el motivo de su obra. ¿Qué planteamiento esencial fundamenta el diseño de la portada?

-Como curiosidad, de los diferentes bocetos que realicé, el elegido fue el primero. Suele ocurrir. Una cuadrícula a mano alzada en la que se alternan el blanco y los claroscuros, la insinuada presencia humana, todo ello, iconografía en la que me he movido durante los últimos años. Lo que lo dinamiza es el abrazo que sugiere el círculo donde todo ocurre.

-Sus creaciones para ambas portadas flanquean 25 años de trayectoria personal y de la propia evolución del arte. ¿Qué reflexión hace de cada una de ellas?

-De la primera portada, hace 25 años tengo un recuerdo indefinido del resultado final. Sí, sin embargo, tengo más nítido la experiencia del proceso. Sin las herramientas que actualmente se pueden manejar, recuerdo el proceso artesanal para conseguir lo que buscaba, algo sencillo como dar expresividad a una fecha; 1985. La tecnología que me faltaba entonces me ha sobrado ahora. No la he necesitado. Todo ha sido más espontáneo. En el fondo es ser coherente con uno mismo en cada momento. Este es un buen ejemplo.

-Precisamente una de las cuestiones singulares en este trayecto ha consistido en el rescate y en la reivindicación de su obra dibujística. ¿Qué le ha aportado esa presencia más notoria, fuera del estudio, del dibujo?

-Ya lo he comentado. Tengo debilidad por el dibujo, con el que, por otra parte, mantengo un relación curiosa. Disfruto con la inmediatez que provoca el dibujo íntimo a mano alzada, pero desde siempre estoy interesado en el dibujo de gran formato, con planteamientos totalmente diferentes. Ahora continuo con la serie 'Display Windows', dibujo de 3x3 metros.

-¿Cuál es la mayor preocupación de Gruber como artista?

-No creo que se deba diferenciar de cualquier otra profesión: hacerlo bien. ¿Pero qué es hacerlo bien en un artista? Saber cuál es la responsabilidad de un artista con la sociedad en que te ha tocado vivir y también con uno mismo. Ser fiel a uno mismo y no temer al riesgo.

-¿Existe un sello, una identidad plástica 'Gruber'?

-Lo bueno de estos días es que todo es más versátil. El artista, con su libertad, se acerca a nuevas fronteras, y esas fronteras, metafóricamente hablando, se desenfocan. Desaparecen las referencias. ¿Estará la historia del arte en el futuro cerca de un tratado de sociología? Hoy es fácil encontrar a algunos artistas a los que se le aplica la expresión «artista del renacimiento», es una paradoja, pero si hay algo que les caracteriza es la de ser artista multidisciplinar. Yo me considero uno de ellos.

-¿La independencia como artista es clave en el contexto en el que se mueve ahora el mercado del arte?

-Para un artista es su tabla de salvación. Es consustancial a él.

-¿Me equivoco si digo que su sueño sería realizar en la bahía una instalación renacentista de dibujo, escenografía, arquitectura, artefactos, objetos y pintura?

-Es así. No se equivoca. Existe un ambicioso proyecto que, lamentablemente, por su envergadura, no se va a llevar a la práctica próximamente. Pero el proyecto está ahí y creo que, por su intemporalidad, será posible realizarle en el futuro. Por ello no tiene sentido entrar en detalle.

-La última edición de ARCO, ¿qué reflexiones le ha sugerido?

-Es preocupante la influencia del mercado en la creación artística. Esta edición lo ha puesto de manifiesto. Como espectador fue muy poco emocionante. Usando un término taurino, falta «hondura».

-¿Qué lugar ocupa en estos momentos la escritura en su creación? ¿En qué medida suple o complementa a la pintura, y qué planes ti ene de publicación?

-En los doce últimos años he hecho convivir con naturalidad ambas prácticas, aunque este último año la intensidad del trabajo en el estudio indirectamente ha frenado la intensidad en la práctica de la escritura. Ahora sí me tienta publicar las dos primeras novelas. Han pasado unos años y, curiosamente, viven la misma onda de pensamiento que mi trabajo actual como artista plástico.

-¿Este verano su galería santanderina, Siboney, cumple 25 años. Una de las exposiciones del aniversario es la suya. ¿Prepara algo especial con ese motivo?

-Sí, será en el mes de julio. Hará tres años de mi última exposición en Santander. Deseo que sorprenda.

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