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JUAN CARLOS ZUBIETA IRUNE :: JESÚS FERRERO
Domingo, 18 de abril 2010, 02:11
Todos hemos visto los resultados de alguna encuesta en el periódico o en la televisión. Pocas son las personas que no han sido 'asaltadas' por algún encuestador, en la calle, en su domicilio, por teléfono e incluso por Internet, preguntando qué opina del servicio de transportes urbano, a quién va a votar en las próximas elecciones o qué marca de detergente usa habitualmente. ¿Para qué sirven las encuestas?
El diccionario de María Moliner dice que encuesta es: 'Operación de preguntar a muchas personas sobre un asunto determinado para saber cuál es la opinión dominante', y además, 'Lista de preguntas'. Las dos definiciones están bien, pero, técnicamente, es oportuno hacer una precisión: efectivamente, se pregunta a una serie de personas pero no sólo para conocer sus opiniones, sino también para determinar sus comportamientos, actitudes, valores, costumbres, intenciones, sentimientos, cómo son sus relaciones con otras personas o, también, por ejemplo, qué objetos posee en su domicilio o cuáles son sus ingresos al mes.
Se pregunta, evidentemente, porque se quiere saber. Es decir, se parte del hecho de que el conocimiento permitirá actuar con más acierto. También se interroga para evaluar; es decir, para 're-conocer', así puede comprobarse si una acción ha dado resultado y qué aspectos de esa actuación deben mantenerse en el futuro y cuáles deben corregirse.
2. Hay encuestas buenas, regulares y malas. El problema está en que muchos no saben distinguir unas de otras y, lo que es más grave, algunas organizaciones hacen pasar por buenas las que son una chapuza. Un ejemplo:
En una cadena privada de televisión piden a los espectadores de un programa que respondan a una pregunta; posteriormente cuando han realizado el recuento de las respuestas afirman: el 80% de los españoles dice que el gobierno. Pues no, la conclusión es falsa: no tienen ni idea de lo que piensan los españoles. Lo único que saben es lo que opinan los que han respondido a la pregunta que, evidentemente, son algunos de los que están viendo ese programa -que es de una ideología muy concreta- (no se sabe nada de qué opinan los que están viendo el programa y se han abstenido de llamar para dar su respuesta). Es decir, los resultados obtenidos en absoluto representan a los españoles.
Para poder admitir los resultados de una encuesta hay que tener en cuenta unos mínimos detalles técnicos. La 'ficha técnica' nos indica quién ha hecho la encuesta, cuándo, de qué modo, cuál es el procedimiento de muestreo utilizado y con qué margen de error y nivel de confianza se ha realizado. Obviamente, si la investigación la ha hecho una entidad independiente y solvente ya podemos empezar a confiar en ella. El sentido común nos dice que no es lo mismo preguntar a 100 que a 2.000. Tampoco es lo mismo preguntar mediante un encuestador que a través de Internet. Por otra parte, existen problemas con la redacción de las preguntas y también con las respuestas: si se pregunta mal la respuesta puede carecer de sentido y, además, hay personas que no responden lo que piensan sino que indican lo que creen que es correcto decir. No existe la encuesta perfecta; asimismo, en todas habrá algo aprovechable y aspectos que se podrían haber hecho mejor.
Las encuesta se pueden usar bien y mal, para obtener conocimiento o para manipular a la población. Por otra parte, hay que tener presente que los que hacemos encuestas no somos adivinos, únicamente aplicamos unos procedimientos técnicos para aproximarnos al conocimiento de la forma ser, pensar y actuar de las poblaciones; y esa aproximación la hacemos en términos de probabilidad y con unos márgenes de error. Además, debemos advertir que el comportamiento humano cambia y por tanto es difícil hacer predicciones: yo hoy pienso votar al líder de un determinado partido, y así se lo indico a un encuestador, pero mañana me entero de que ese candidato está envuelto en un caso de corrupción; en consecuencia, cambio mi voto y el resultado de la encuesta aparece como fallido: ¿ha fallado el pronóstico?, lo que ha ocurrido es que la realidad social ha variado, y eso es imposible de prever.
3. La encuesta es sólo uno de los procedimientos de investigación que existen en Ciencias Sociales. También podemos conocer la realidad social mediante: entrevistas, observación, técnicas grupales, análisis de contendido y otros métodos; es decir, en muchas ocasiones no se puede utilizar la encuesta o no es el procedimiento más apropiado o es conveniente que se complemente con otros.
4. En términos generales, puede decirse que preguntar a la población significa que interesa la opinión y/o las circunstancias de vida de esas personas; por tanto, que se realicen estudios sociales es un indicador del funcionamiento democrático de una sociedad. Eso sí, el que pregunta puede encontrarse con respuestas incómodas; así, el gobernante puede enterarse de que tiene una mala imagen o el responsable de una organización puede llevarse una sorpresa desagradable al comprobar que las encuestas dicen que el servicio que presta es muy deficiente. Hacer encuestas implica tener la actitud de saber aceptar las críticas y, además, recibir esos juicios negativos como una oportunidad para mejorar.
5. ¿Cuál es la situación de los ancianos? ¿Qué problemas tienen las viudas? ¿En qué emplean el tiempo libre los jóvenes? ¿Cuáles son las prácticas culturales de la población? ¿Cuál es el nivel de integración social de los inmigrantes? ¿Qué pensamos de nuestros gobernantes? ¿Cómo ha variado la presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad en la última década? A éstos y a otros muchos interrogantes semejantes deberíamos saber responder para poder recapacitar sobre nuestra situación y, a partir de ahí, tomar medidas, cambiar, mejorar. Es decir, la investigación social no es un lujo académico, ni los resultados sirven únicamente para que los medios de comunicación hagan un titular, llenen unas páginas y entretengan a un sector de los lectores. Los resultados deben servir para que actúen con una base real los responsables de las instituciones y, de forma más general, para que todos los ciudadanos sepamos mejor cómo somos y qué problemas y preocupaciones tienen nuestros vecinos.
Sabemos muy poco de cómo somos los cántabros, cómo pensamos y cómo nos comportamos. Los estudios sociales que se han hecho en Cantabria son pocos, fragmentarios y sin continuidad. Por otra parte, se echa en falta una cierta pluralidad teórica y metodológica (apenas se pasa del estudio descriptivo realizado a partir de una encuesta) y rara vez se comparan los resultados obtenidos en la región con los de otras poblaciones y la media nacional y europea. Además, los que se hacen se difunden poco y se utilizan menos. También, el trabajo de un grupo se lleva a cabo sin tener en cuenta lo que han hecho o hacen otros equipos que están muy próximos: el tribalismo está presente; los recelos entre organizaciones y entre equipos de investigación se comprueba todos los días.
En los últimos tiempos, el conocimiento de la sociedad de Cantabria ha aumentado con la presencia del ICANE (Instituto Cántabro de Estadística) y con el ICASS (Instituto Cántabro de Servicios Sociales). El primero proporciona información valiosa, por ejemplo: 'Encuesta de Población Activa', 'Encuesta sobre innovación tecnológica en las empresas', 'Encuesta sobre equipamiento y usos de tecnologías de la información y comunicación en los hogares', 'Encuesta Nacional de salud', 'Encuesta de ocupación de alojamientos turísticos'. En el ICASS se puede obtener información de interés sobre, entre otros sectores de la población: infancia y familia, personas mayores, inmigración, voluntariado, discapacidad, dependencia, etc. La labor de estos dos organismos, de reciente creación, es meritoria, pero no es suficiente. Además, sus datos son poco conocidos y poco explotados.
¿Cuándo tendremos un barómetro de opinión pública como tienen en otras comunidades? (en muchos casos hecho desde la universidad).
¿Cuándo se logrará que los Ayuntamientos pequeños y las pequeñas organizaciones se den cuenta de que la información social sobre sus vecinos o los miembros de su colectivo puede interesarles para poder planificar y para evaluar sus actuaciones? ¿Cuándo se apartarán los amiguismos y los recelos partidistas de todo el ámbito de la investigación social?
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