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ALFREDO CASAS
Lunes, 26 de abril 2010, 02:20
Fue al abuelo Celestino, taxista de Galapagar emparentado con el ganadero de bravo Victorino Martín e íntimo amigo del maestro Jaime Marco, El Choni, quien inculcó la afición taurina de José Tomás.
Victorino Martín García, a quien su padre encomendó el lanzamiento del becerrista, se apoyó en la figura de Antonio Corbacho, hombre al que una cornada propinada por un novillo de Murube le hizo olvidarse de sus sueños de gloria torera. Estudioso de la técnica de los maestros consagrados de la década de los 60, notable teórico de la lidia, Corbacho quiso probar a José Tomás antes de decidirse a ayudarle. Lo hizo en la plaza de tientas de la finca de Victorino Martín, donde, a pesar de la opinión contraria de los allí presentes, le echó al joven madrileño una 'pepona', cuajada y cornalona. Cinco volteretas no lograron cambiar la color de José Tomás, ni su determinación por meter en el canasto a la díscola 'victorina'. Antonio Corbacho aceptó el reto.
Poco amigo de los festejos de promoción, Corbacho eligió la intimidad del campo para establecer un espartano entrenamiento físico, taurino y mental. Las dudas sobre su vocación -también el fútbol rondaba su cabeza- apresaron a José Tomás, quien no se precipitó en decantarse por el toreo.
Hombre de gran coordinación de movimientos, dotado de un elevado espíritu competitivo y con el amor propio preciso para afrontar nuevos y continuos retos, José Tomás se presentó como novillero con caballos en la plaza de toros de Benidorm el 24 de julio de 1983.
El ganadero mexicano José Chafick , presente en muchos de sus entrenamientos camperos, sugirió al novillero y sus instructores que viajaran al país azteca para hacer campaña. Cansado del círculo vicioso de los 'montajes' que dominaban en España, José Tomás marchó a México. De poco sirvió su éxito en una novillada acontecida en la plaza de toros de Puerto Vallarta. Lo justo para que el maestro Manolo Martínez decidiera ayudarle. De forma tan decidida, que llegó a imponerlo en una novillada a celebrarse en la plaza de San Marcos de Aguascalientes. Fue un 28 de febrero de 1994. El arrojo y las serias formas de José Tomás impresionaron a una experta afición, que le premió con una oreja y le adoptó como un torero propio.
En Aguascalientes, José Tomás se reveló como auténtica promesa del toreo y en Aguascalientes, el novillero madrileño recibió su bautismo de sangre. La tarde del 22 de mayo de 1994, un novillo de Torrecilla le propinó una extensa cornada en el tercio superior del muslo izquierdo. Cuenta la leyenda que, mientras los doctores preparaban a José Tomás para ser intervenido, el mismo novillo que hirió al madrileño prendió de gravedad el novillero azteca Pedro Montes. Sereno y sin dar señal alguna de dolor, José Tomás dejó la camilla a su compañero y esperó a ser operado más adelante. Tiempo más tarde, recuperados ambos, el empresario del coso, Guillermo González, organizó la reaparición de los heridos en un mano a mano que se resolvió con un clamoroso triunfo de José Tomás. Antes de tomar la alternativa en la Plaza México la tarde del 10 de diciembre de 1995, quiso despedirse como novillero en Aguascalientes.
Dos paros cardiacos
Con apenas dos meses de alternativa, el español fue anunciado en Autlán de la Grana para estoquear un encierro de la ganadería de Begoña. El segundo ejemplar de su lote lo hirió de gravedad al torear de salida con el capote. El río de sangre que manaba de la herida provocó que José Tomás sufriera dos paros cardiacos en la mesa de operaciones. Trasladado en avión a Guadalajara -México-, el torero debió ser nuevamente intervenido. Plenamente restablecido, tras reaparecer en Granada, José Tomás emprendió rumbo a México para torear en Ciudad Juárez... y en Aguascalientes, donde sufrió varias volteretas.
La necesidad de descanso, diferentes lesiones lumbares y el laberinto de negociaciones con Rafael Herrerías -empresario de la Monumental de Insurgentes- redujeron el número de actuaciones de José Tomás en ruedos mexicanos hasta que, a finales de la temporada de 2002, el Monstruo de Galapagar se retirara para desaparecer del mapa.
Tras su regreso en la ciudad condal, el 30 de septiembre de 2008 reapareció en México, liado en un capote de paseo bordado con la Virgen de Guadalupe, en la localidad de Morelia . Actuó en la Temporada Grande del Embudo de Insurgentes el 4 de noviembre, tarde en la que se lo llevaron a hombros ante más de 30.000 espectadores; también triunfó en Juriquilla, León, Jalostotitlán y, nuevamente, en México D. F. Aunque nunca llegó el triunfo rotundo, el golpe de mano. Tampoco en Aguascalientes.
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