

Secciones
Servicios
Destacamos
ANA COBO
Viernes, 28 de mayo 2010, 09:51
«Me arrepiento de haberme quemado; no me ha servido para nada». Pablo Cavada Durán, el hombre que el pasado mes de abril se quemó a lo 'bonzo' en el despacho de la alcaldesa de Santoña, Puerto Gallego, escenificando de tan dramática manera su desesperada situación económica, ha recibido el alta médica en el Hospital Valdecilla, donde permanecía ingresado voluntariamente desde entonces. Ha transcurrido un mes y medio de aquello y, ahora, mucho más sereno, reconoce que «no lo volvería hacer». «Ni a mi ni a nadie».
Cavada ha roto su silencio en el programa de televisión Gente (TVE), donde se le ha visto bastante recuperado de las quemaduras de segundo grado en la cabeza que sufrió en aquella acción desesperada -aunque aún se le aprecian algunas secuelas en el cuello y en el rostro- y por las que permanecía ingresado a petición propia porque «a mi casa no puedo volver a vivir».
Cavada, de 38 años, ha negado que su decisión de prenderse fuego delante de la alcaldesa fuera premeditada. Al contrario, «fue un acto inconsciente producto del estrés que sufro desde hace ya dos años», asegura el hombre, que luego expone las razones que le llevaron a obrar de ese modo.
Dos, concretamente. La primera, relacionada con su economía. Cavada, que carecía de ingresos y vivía en un infierno económico, no podía trabajar porque, cuenta, «me tienen que operar de la mano para desmontarme los tendones». Eso, «saber que no puedes trabajar, que no tienes dinero para seguir adelante en un mundo en el que todo cuesta», le llevaron a una situación de «estrés».
Y la segunda derivada de un conflicto vecinal. Cavada mantenía desde hacía tiempo una cruzada personal con el bar la 'Tapitería', que está situado bajo su domicilio de la calle de Santander (Santoña). Le molestaba el olor y los ruidos provenientes del establecimiento y así se lo hizo saber a la alcaldesa, Puerto Gallego, a la que acusa de «no haber cumplido su palabra». Cavada cuenta que ésta le envío una carta certificada diciéndole que «si el bar vuelve a cocinar se le abrirá un expediente sancionador y llegará a ser precintado». Pero, no. «Llevamos más de dos años así, el bar sigue cocinando y, sin embargo, no ha sido precintado».
«Para nada»
Lo peor de todo, asegura el hombre, es que un mes y medio después de haberse rociado con un líquido inflamable y prendido fuego con un mechero, su vida, sus circunstancias, «no han mejorado para nada». Desvanecido por el paso del tiempo el impacto inicial de su acción, este vecino se ha encontrado con que el Ayuntamiento de Santoña no le ha denunciado y, por tanto, no tendrá que declarar ante el juez. Está libre de cargos.
Por esto, porque entiende que su acción ha sido en vano, Cavada cree que antes de llegar a tal extremo debería haberlo meditado mejor. «No me ha merecido la pena prenderme fuego», repite. «Podía haber reflexionado más sobre la situación y haberla denunciado a la prensa, como lo hago ahora».
Cavada, que deja claro que su acción fue un acto de protesta con el que «no quise hacer daño a nadie», se detuvo un instante para recordar el momento preciso en el que se roció con un líquido inflamable y se acercó el mechero al cuerpo. «Simplemente apreté los puños y dije: 'que sea lo que Dios quiera' hasta que me apagaran». De ellos, de los que le salvaron la vida, también se acuerda: «Son los únicos a los que tengo que dar las gracias. Por lo demás, no tengo que agradecer nada a nadie».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.