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M. L. DE GUEREÑO
Lunes, 31 de mayo 2010, 23:20
La Iglesia católica cubana llevaba años pidiendo dialogar con el Gobierno comunista, pero el recelo y la desconfianza abonada en cuatro décadas de enfrentamientos no han dado frutos hasta este mes. Tras la presiones internacionales por la situación de los presos de conciencia -alrededor de 200 según la oposición-, Raúl Castro aceptaba reuinirse con dos prelados para tratar este espinoso asunto y analizar el futuro de la isla.
¿Por qué precisamente ahora? Sin una respuesta clara, existe consenso entre los analistas cubanos de que el encuentro entre la institución eclesiástica y el Gobierno es un «movimiento positivo». Tras la cita, el Ejecutivo comunista anunció el traslado de presos de conciencia a hospitales -aquellos que se encuentran enfermos- y cárceles más cercanas a sus casas, aunque el compromiso no se ha materializado en las semana transcurrida hasta la fecha.
El nuevo papel de la Iglesia comenzó a gestarse cuando el Gobierno aceptó, a petición del cardenal y arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, la intermediación eclesiástica en favor de las Damas de Blanco. Este grupo aglutina a los familiares de 55 presos opositores detenidos en 2003, ha sufrido numerosos actos públicos de repudio. La Iglesia logró que el régimen diera el visto bueno a sus protestas para que no fueran boicoteadas.
Recelos
El cardenal Ortega fue el encargado de comunicar a las Damas de Blanco el permiso para sus marchas dominicales. Dos semanas después era recibido junto al presidente de la Confederación de Obispos Católicos de Cuba, Dionisio García, por Raúl Castro. Las autoridades han recelado de la cercanía de la institución católica de la isla y la norteamericana. Por eso, Ortega insistió en que era la «Iglesia de Cuba la que actúa y no por algún tipo de influjo de grupos o de embajadas».
Los diarios, incluido 'Granma', órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, informaron del encuentro. La televisión además dedicó varios minutos a la conferencia de prensa del único cardenal cubano. Mostró imágenes sin sonido, pero era mucho más que las escasas referencias en años. Fuentes oficiales explicaron que en la cita se trataron «temas de interés común» y el «favorable desarrollo de las relaciones entre la Iglesia y el Estado».
Ortega subrayó que lo importante del encuentro fue que no se analizaron asuntos de índole religiosa. «Íbamos a hablar sobre Cuba, sobre este momento y sobre nuestro futuro».
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